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​¿Por qué os empeñáis en seguir haciendo remakes?

El tráiler de la nueva versión de "Le llaman Bodhi" nos ha puesto los pelos de punta. Repasamos otras atrocidades que se van a estrenar en los próximos meses.

Fotograma de "Le llaman Bodhi"

Nuestro compañero Pol Rodellar, fino analista de material audiovisual, entre otras muchas cosas, ha tenido que colocarse las gafas dos veces después de ver el tráiler de la nueva versión de Point Break o Le llaman Bodhi, como la titularon a comienzos de los 90 en nuestro país. "Esa película me flipaba de pequeño, hay escenas de acción memorables como cuando Keanu Reeves salta de un avión sin paracaídas, solo con una puta pistola (¿qué coño pretende?), la nueva versión parece tirar de lo que hizo grande la primera película, pero lo exageran sobre manera". Y concluye, el exceso se convierte en su peor enemigo.

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Sí, esto lo piensa Rodellar y lo piensa todo el público que aun flipa con Keanu Reeves, de madero secreta, Patrick Swayze, de ladrón, las escenas de surf, la banda de atracadores con caretas de ex presidentes y con el ritmo que marcaba (a ritmo de martillo neumático) Kathryn Bigelow. Eso no es nos puede olvidar, la Bigelow es quizá la gran revitalizadora del género de acción de las tres últimas décadas. No pongáis vuestras sucias manos sobre su (gran) legado. Y un respeto a la melena oxigenada de Patrick Swayze. Lo primero, la manía de contar la historia entera en un tráiler. ¿Cuándo alguien se dará cuenta de que esto tiene que ser solo un cebo? Y a partir del tráiler, la sensación de que han cruzado a Bodhi con la estética de Fast & Furious, y le han dado un toque de la saga XXX de Vin Diesel. Y, ¿dónde quedan esas escenas de surf tan antológicas? Por no hablar del carisma negativo de su pareja protagonista: Luke Bracey y Edgard Ramírez. De ésta, en estrellas no se convierten.

Tienen pinta de que se han cargado un clásico 'ochentero'. Vale, es de 1991, pero por estética, espíritu y grandeza pertenece por méritos propios a la cosecha de la década anterior. Década que está siendo expoliada sin contemplaciones por los grandes estudios. Otro ejemplo: el reciente remake de Poltergeist. Para hacer una película de fantasmas y casas encantadas no hace falta volver a encender el televisor. Si a alguien se le ocurre invitar a Caroline de nuevo a que se acerque a la luz, por lo menos podía haberlo hecho desde el punto de vista cafre. Es decir, rodando todo el material que Steven Spielberg (productor del original) le quitó de las manos a Tobe Hopper (director del clásico y experto en gore). Para volver a hacer lo mismo, mejor 'no menearlo'.

En los próximos meses nos quedan por delante varios reboots, que es como ahora se denomina técnicamente a los remakes de toda la vida. Por ejemplo, Kickboxer. Vuelta a los ochenta con aquel mítico baile de Van Damme, que repitió hace unos días en el show de Conan O'Brien. Y su nunca bien ponderada capacidad de abrir las piernas 180 grados, como si fueran las dos patas de un compás, para dar hostias reversibles a los villanos de turno. Aquella joya de las artes marciales más naif, con esas coreografías que parecían sacadas de un musical infantil de Broadway, promete ahora convertirse en un catálogo de piruetas ultratecnificadas a mayor gloria de Dave Bautista. El gigantesco actor y ex estrella de la WrestleMania sustituye a Van Damme, y nunca va a llegar a la altura del juerguista belga. Por lo único que llama la atención la película es por volver a ver en acción a Gina Carano. Musa absoluta desde que la descubrimos en Indomable, la action movie de Steven Soderbergh.

Pero si se trata de poner los pelos de punta, allá van dos proyectos capaces de quitar el sueño al cinéfilo más benevolente: Ben-Hur y Los Siete Magníficos. La primera, aquella en la que el amante de las armas y antes actor Charlton Heston exhibía pecho, lleva la firma del ruso Timur Bekmambetov. ¿Qué hace el director de Wanted y Abraham Lincoln: Cazador de vampiros al frente de una producción casi Bíblica? No tenemos ni idea, pero la cosa apunta a que vamos a tener la carrera de cuádrigas más larga (y ralentizada) de la historia, y que todo el componente de redención (y buenas intenciones) del original se va transformar en escenas de acción. Esperamos que la relación homo-afectiva entre los dos protagonistas, Judah y Messala, no haya desaparecido del guion. Hollywood no cree en este tipo de tensiones en pantalla.

En cuanto a Los Siete Magníficos hay un detalle a partir del cual, y siendo muy benevolentes, se le puede conceder el beneficio de la duda: la película reúne a los dos protagonistas y al director de esa joya, obra maestra del cine macarra y de la testosterona disparada, que es Training Day. El problema es que el realizador Antoine Fucqua ha perdido desde aquella película su mojo, como diría Austin Powers, y saber que ahora va a viajar al western -cuando su territorio habitual es el de los chicos del barrio- da bastante yuyu. Esperamos que la química entre Denzel Washington y Ethan Hawke salve el remake de la película de los sesenta que, recordemos, ya era un remake del clásico de samurais del maestro Akira Kurosawa

Ah, y aunque no sea remakes, hay que estar vigilando a ver qué esconden en su interior las puestas al día de Terminator, Jurassic Park y, por supuesto, la esperada Star Wars.