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Cultură

Un espía psíquico

Russell Targ es el cerebrito sobrenatural que en los años 70, con subvención del gobierno estadounidense, desarrolló un programa de espionaje psíquico.

De izquierda a derecha: los investigadores del Stanford Research Institute Hal Puthoff y Russell Targ, el comisario de policía retirado Pat Price y el supervisor de la CIA Christopher Green en 1974 en un aeropuerto justo después de testar las capacidades de visión remota de Price desde un planeador. Foto cortesía de Russell Targ.

Russell Targ es el cerebrito sobrenatural que en los años 70, con subvención del gobierno estadounidense, desarrolló un programa de espionaje psíquico. Mediante un proceso denominado “visión a distancia”, adiestró a cientos de personas con indicios de poseer poderes extrasensoriales a trascender el tiempo y el espacio empleando únicamente sus mentes para que aquí, en los Estados Unidos, los ciudadanos pudiéramos saber con anticipación cuándo iban los rojillos a venir a matarnos. Las teorías en las que se basaba, con nombres alucinantes como “ilocalización” e “interconectividad cuántica”, nos resultaron más aburridas que la vida sexual de Eintein una vez nos explicó que la “visión a distancia” permite a dos completos extraños follar en el plano astral. Russell no quiso ahondar en esta parte, pero el resto de preguntas que le hicimos las respondió sin escatimar detalles.

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Vice: ¿Cuándo se interesó usted en la parapsicología y las energías psíquicas?

Russell Targ:

Crecí en el Village de Nueva York a finales de los años 40. Solía ir por la calle 42 y visitar las galerías de tiro, y en el sótano del local estaba instalado el Hubert’s Flea Circus. Tenían un mago, forzudos y hermafroditas, entre otras cosas asombrosas. Debido a mi mala visión, a mí me atraían mucho los magos. Siendo yo oficialmente una persona ciega, a menudo no me resultaba claro lo que estaba viendo, y por tanto la idea de las ilusiones ópticas me parecía la mar de atractiva. Me interesé en la percepción extrasensorial a través de la magia. Ingresé en el circo, y cuando llevaba a cabo mi espectáculo de lectura de mentes a menudo me encontraba a mí mismo averiguando cosas que estaban más allá de lo que el truco podía decirte, impresiones que me permitían describir el aspecto de la casa de la persona que tenía delante y más cosas…

¿Cómo germinó esa semilla en una colaboración con la universidad de Stanford y con los militares?

Eso fue un poco más tarde. Un hombre llamado Hal Puthoff y yo nos encontramos en Stanford en 1972. Esto fue poco después de mi decisión de abandonar mis investigaciones en el campo del láser tras quince años de dedicación. Yo estaba más interesado en enseñar a la gente a expandir la conciencia y convertirse en psíquicos. Incluso había inventado una máquina para ayudarme en esa labor. Al poco de nuestro encuentro, Hal y yo creamos un programa para el Stanford Research Institute. Tuve una reunión con Wernher Von Braun, Arthur C. Clarke y el director de la NASA, Jim Fletcher, y entre los tres me ayudaron a obtener los fondos necesarios para iniciar lo que sería un programa de investigación en el campo de la parapsicología y la visión remota que se extendería a lo largo de 25 años.

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La CIA mostró un especial interés en el programa. Incluso enviaron agentes a que recibieran entrenamiento en visión a distancia. Tratándose de la CIA parece algo legítimo, sin embargo no es fácil encontrar hoy evidencias de que invertieran dinero en algo así. ¿Por qué razón?

Entonces teníamos credibilidad y se nos aceptaba por la simple razón de que teníamos dinero. La CIA invirtió 25 millones de dólares en nuestro programa. Teníamos respetabilidad, pero el público, en general, no tenía ni idea de en qué estábamos trabajando. El gran psíquico Ingo Swann nos enseñó a una mujer llamada Hella Hammid y a mí cómo ver a distancia. Entonces Hella y yo adiestramos a seis tipos del ejército y de la Central de Inteligencia y a partir de ahí la técnica se fue extendiendo. Hasta cierto punto, el ejército es responsable de haber extendido la visión remota por todo el mundo. Ahora existen alrededor de un millón de páginas web sobre el tema. La parte negativa es que hay muy poca gente que publique artículos y ensayos sobre esta técnica, en papel quiero decir. No pasa de ser una nota a pie de página en el mundo científico.

¿Puede contarnos algún secreto que consiguieran destapar?

Uno de nuestros videntes más dotados era un ex policía llamado Pat Price. Ayudó a descubrir una fábrica de armas rusa en la que estaban desarrollando un haz de partículas capaz de derribar satélites.

La verdad es que es difícil de creer.

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Cierta vez pusimos nuestra atención en un prueba atómica china que resultó fallida. Ingo Swann predijo con tres días de antelación que la prueba sería un fracaso. También monitorizamos el estado de salud de los rehenes americanos en Irán, prediciendo con total exactitud que uno de ellos estaba muy enfermo y que debía ser evacuado cuanto antes. Pocos días después, al vicecónsul Richard Queen le diagnosticaron esclerosis múltiple y le dejaron en libertad. Otro de nuestros descubrimientos fue el de un avión soviético que había caído en África en el que había códigos secretos y tal vez una bomba atómica. Jimmy Carter nos encargó que lo localizáramos, y lo hicimos antes de que el gobierno ruso lo reclamara. En otra ocasión, uno de los psíquicos que habíamos entrenado, Joe McMoneagle, describió un submarino soviético que estaba en construcción y medía 150 metros. La comunidad de Inteligencia creyó que estaba loco, porque eso era tres veces más de lo que medía cualquier submarino conocido. Joe hizo dibujos detallados de cómo era y de cómo iba a ser botado. Se trataba de un submarino tipo Typhoon y nosotros fuimos los primeros en descubrirlo, medio año antes de que fuese operativo.

¿En alguna ocasión le han llevado sus viajes astrales a algún lugar ultraterreno, o realmente extraño?

Una vez estuve en el interior de un OVNI. Fue bastante aterrador. Vi cuerpos puestos en hilera bajo luces ultravioleta y unas cosas parecidas a secadores de pelo. Aunque no había nadie alrededor todo me pareció muy amenazante. Le describí la escena a Pat Price y me dijo que había estado en un área de almacenamiento de cuerpos y que había tenido suerte de que no me detectaran.

Si la visión remota es tan exacta, ¿por qué no han averiguado dónde se esconde Bin Laden?

Nadie nos lo ha pedido. Supongamos que Ingo Swann relaja la mente y dice, “Le veo, está en el norte de Pakistán, en una cueva”. Nadie le creería.

No tenemos espacio para hablar de cómo Russell, siendo legalmente ciego, tiene licencia para conducir motos. Si os interesa, podéis leer sobre ello en su libro

Do You See What I See? Memoirs Of A Blind Biker.