El artista más sensible del cine más guarro

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El artista más sensible del cine más guarro

Una exposición reúne los carteles porno que hacía Rafa Sánchez para el Cine Alba, la última sala X de Madrid que ha cerrado sus puertas definitivamente.

Rafa Sánchez está ahora mismo "en la empresa más grande de España". Esto es, en el paro. Pero hasta el pasado 8 de marzo y durante más de cuarenta años trabajó en la Sala Alba del centro de Madrid. El último cine porno que ha cerrado sus puertas en la capital. Su trabajo en el cine incluía también la labor de cartelista, que comenzó a desarrollar en la década de los 90 y que ahora es motivo de una exposición en La Factoría de Papel, en colaboración con la Gunter Gallery.

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Rafa pide un rato más, quiere acabar de comer, a la hora llama: "disculpa es que nos ponemos de charla y ya sabes". ¿Muy liado? "Aquí estamos montando parte de la exposición y también algunos artilugios, porque no todo van a ser los carteles". Confirma así que montará esos curiosos 'altares' con los que decoró durante muchos años el vestíbulo de la Sala Alba, de la que era actualmente el encargado. Un motivo más para no perderse esta exposición.

"Tengo un mural lleno de carteles iluminados con luces rojas, un aparato para ver fotogramas de una película porno en 35 mm., para que la gente se anime un poco, ya sabes. Luego habrá unas cortinas rojas en la puerta, para jugar con la fantasía, y se escucharán gemidos, que parece que salen de los carteles. Me encargo de la exposición y también de la performance (risas). Aunque el protagonista principal de esto es el cine".

Cuando se le pide una definición de su oficio, recurre a una frase que escribió un periodista sobre él y que dice que es la que mejor le define: "El Evangelista de la sesión continua". De hecho, su gran ilusión es montar un cine de sesión continua, con precios atractivos, "para acercarle este modo de programar a un público joven y también a la gente que lo conoció en su tiempo". Y, cuando se le pregunta por una definición de las películas que proyectaba, habla de "pantalla divertida", en lugar de cine X.

"Esta sala arrancó en 1941 y yo digo que, por exigencias del guión, hemos pasado de Casablanca, a Emmanuelle, para acabar en las películas X de Rocco". El cine empezó a proyectar cine para adultos en el año 85, "justo un año después de que se aprobara la Ley del Cine de Pilar Miró, y entonces había un empresa que se dedicaba a hacer los carteles, cuando abandonaron el oficio mi jefe me lo propuso y acepté, sería por el 'noventaytantos'".

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"No necesitaba ver las películas para hacer los carteles, me metía en un cuarto y los pintaba. Fantaseaba con el título, que la mayoría de las veces era una mala traducción, pero graciosa, del original. Lo que quería era despertar la atención de la gente, para que entrara en la sala, por eso también solía pintar a un chica, como reclamo, como invitando a entrar. Es que hay películas que tienen una historia y guión, pero otras que son un 'aquí te pillo, aquí te mato'".

Rafa Sánchez

"No soy fan del cine porno, si has visto Paradiso, el documental sobre la sala, verás que hablamos sobre todo de cine clásico, pero no te voy a engañar, el cine porno algunas cosas me ha enseñado", comenta riendo. Rafa se refiere a la película de Omar A. Razzak de la que es protagonista, y que se estrenó el pasado año. Además de la película, Rafa también ha sido objeto del último número monográfico de la revista Dúo, editado por el colectivo Nophoto, y firmado por la fotógrafa Laura Martínez Lombardía (cuyo trabajo acompaña este artículo) y la periodista Sara Brito García.

"El último día del cine fue emotivo. Para parte de la clientela el vestíbulo era un refugio, independientemente de lo que pasaba en la sala. Eran como dos públicos diferentes, lo que pasaba dentro de la sala se quedaba allí dentro, siempre dentro de unos ciertos límites, claro… En ese caso, la pantalla se convertía en excusa para entretenerse con otras cosas, está claro".

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Y una pregunta para acabar, ¿vamos a matar entre todos (sobre todo los políticos) el cine? "El cine nunca va morir, mientras haya luz", responde. Y es que Rafa es un auténtico romántico del séptimo arte, "y de las salas en las que te daban las buenas tardes, entrabas en la sala, sonaba un timbre, se abrían las cortinas y rugía el león de la Metro". Dulce melancolía de tiempos que él piensa que pueden volver.