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Listos. Spets. ¡Acción!

La mafia rusa hace una televisión formidable.

El autor (adivinad quién es) con Vitali (segundo por la derecha) y su banda tras acabar de rodar unas escenas.

Spets

fue un breve pero enormemente popular programa de TV sobre las brutales actividades de la mafia rusa de finales de los 90 y principios de los 00. La serie está basada en la vida de Vitali Dyomochka, un asesino convicto y jefe de una organización criminal de Vladivostok. Vitali era asimismo su director, guionista, productor y, por supuesto, la estrella.

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De alguna manera –no voy a explicar cómo– el año pasado arreglé una cita con Vitali y viajé a Rusia para encontrarme con él. Aquella era mi primera visita al país, y nada más llegar me di cuenta de lo fascinante que era

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en comparación con ese semicontinente estancado que es Rusia. Menos mal que no estaba allí de visita; había atravesado medio mundo para hablar con uno de los criminales profesionales más intimidantes (y entretenidos) de nuestros tiempos.

Obtuve permiso para entrar en la oficina secreta de Vitali no sin que antes me cachearan y examinaran a fondo, uno detrás de otro, tres de sus socios. Una vez dentro, Vitali me llamó maricón, cogió mi pasaporte, desapareció, reapareció y me amenazó de muerte para después preguntarme si podía ayudarle a conseguir un contrato de publicación en Estados Unidos.

A pesar de todo, de alguna forma, terminamos dándonos un apretón de manos y haciéndonos colegas. De vuelta a casa, volví a ver algunos capítulos de

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para ver si podía deducir algún trasfondo en el programa después de haber conocido a su creador. Como nunca tendréis la oportunidad de encontrar un DVD de

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en otro lugar que no sea un bazar ruso de películas snuff, os haré gentilmente un resumen de varios de mis momentos favoritos de este maravilloso programa, para que así podáis conocer su brillantez.

Al comienzo del primer episodio, Vitali (que por la razón que sea lleva un casco de montar a caballo) y su banda orquestan un accidente de tráfico. Es parte de un plan de chantaje que los rusos llaman

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podstava

, el cual Vitali y los suyos ejecutaban a menudo en sus días de gloria y es también el nombre de la banda de Vitali en la vida real. Basándome en la forma en que los esbirros de Vitali nos llevaron en coche por Moscú, posiblemente sea algo que todavía hacen cuando se sienten juguetones. La acción empieza cuando los hombres de Vitali arrinconan a un coche de carreras japonés, obligando a su conductor a colisionar con la parte trasera del todoterreno de Vitali. El conductor sale de su coche actuando como si fuera un tipo duro, mete la cabeza por la ventanilla de Vitali, se da cuenta del obsceno número de pistolas que hay dentro y cordialmente entrega su dinero y sus documentos de identidad. Después le dicen al tipo que vuelva con más cosas de valor si quiere que le devuelvan el coche. No es el más sofisticado de los crímenes, pero es muy efectivo.

Aquí un esbirro de Vitali disfruta de uno de los pocos pasatiempos del grupo que no incluye la mutilación o el asesinato: una mamada en la sauna. En Estados Unidos este tipo de conducta es propia de homosexuales y de los “heteros” que se la dejan chupar en secreto, pero en Moscú los gángsters tienen su propia escena. La banda había concertado una de estas sesiones de chupeteo empañado con vapor, pero Vitali decidió en el último momento que prefería ir a montar a caballo. Tal vez la próxima vez.

Esto sucede en el segundo episodio, donde las cosas empiezan a ponerse calentitas. Vitali está en la cama con su nena, Ira, cuando el marido de ésta llega a casa de forma inesperada. Como caballero discreto que es, Vitali salta por la ventana de la habitación y aterriza sobre un coche aparcado. Dos hombres están discutiendo acaloradamente dentro del coche hasta que el techo casi se les derrumba encima. Salen y se ponen a perseguir a Vitali; estúpida idea, porque la complexión de Vitali es la de un corredor de fondo keniata. Los perseguidores son rápidamente interceptados por un todoterreno lleno de hombres de Vitali que estaban esperando a la vuelta de la esquina.

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No hace falta decir que el criminal más gallardo de Rusia es un partidario del DIY. Ocultar cuerpos en bloques de cemento no es algo que te enseñen en clase de arte. Aquí Vitali trabaja en un misterioso proyecto artesanal utilizando unas baldosas y tuberías metálicas. Corta las tuberías en tiras y afila las puntas. Después perfora las baldosas y mete las tiras en los agujeros, con las puntas hacia arriba. Lo más probable es que esté planeando usar estos artilugios para abrir agujeros en unos cuantos neumáticos (u ojos). Lo mejor es que está manteniendo una conversación telefónica todo el rato, lo que significa que debe estar usando el taladro más silencioso del mundo.

Prácticamente todo aquel que está relacionado con Vitali, incluso sus enemigos, levanta pesas. Aunque durante la visita no me dio ningún consejo sobre entrenamiento personal, sí hizo algún comentario sobre mi “lamentable físico”. El chulángano de la foto forma parte de un gran contingente de criminales estúpidos confusos por la falta de represalias por parte de Vitali después de un reciente enfrentamiento. Algunos creen que se le ha pasado el arroz y otros les advierten de que es una trampa y están cayendo directamente en sus manos. Es un misterio, pero este tipo consigue realizar todo su entrenamiento con su ridículo tatuaje del murciélago encuadrado en el objetivo de la cámara. Quizá tiene un significado que sólo entienden los tíos curtidos en las calles rusas y que yo no pillo.

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La justicia es veloz en los bajos fondos rusos, como este pobre diablo aprende cuando un sicario contratado para tenderle una trampa a Vitali lleva a cabo una ejecución repentina. Al principio el asesino está esperando a su blanco –el hermano del líder de una banda rival– en el exterior de una cafetería. El pistolero empieza a amodorrarse pero se despierta rápidamente cuando ve al objetivo pasar delante suyo en un coche conducido por una mujer. Va tras ellos gritando, “¡Esperad!”. La conductora frena cortésmente y entonces le pegan un tiro en la cara a su acompañante. No tengo una buena anécdota para esta historia, pero estoy seguro de que en el día a día de Vitali este episodio no tiene mayor importancia que echar un lapo al suelo.

En el quinto episodio, Vitali y uno de sus compinches están enmarronados de verdad. Están dando una vuelta a bordo de un molón deportivo rojo cuando un enjambre de pistoleros enmascarados les tiende una emboscada y abre fuego. El coche se sale de la carretera y salta por encima del que debe ser el puente más pequeño de Rusia, quedando el conductor sin conocimiento. Como es conveniente, el coche es una extraña versión rusa de un Firebird descapotable, así que Vitali consigue escapar por el techo momentos antes de que el coche estalle en llamas. Yo diría que es una gilipollez, pero después de pasar algo de tiempo con Vitali no me sorprendería que todos los coches que posee tuvieran al menos dos salidas además de las puertas. El hombre es de una previsión impecable.

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La fuerza de la explosión del coche pone a Vitali de rodillas. Cuando consigue ponerse de nuevo en pie mira con tristeza por encima de su hombro y susurra una petición de clemencia por el conductor muerto. Durante mi visita, todos sus matones me dieron la impresión de ser muy leales, por eso la escena no me parece especialmente inverosímil o cursi. De hecho, es la hostia de intensa.

Después del contratiempo de la autopista, Vitali reúne a toda su brigada para irrumpir en un club de playa y regalarle una buena paliza a todo el que esté a la vista. La mayoría de las víctimas son miembros de una banda rival, pero algunos son testigos inocentes. Lo que todos tienen en común son unos atuendos playeros horribles. Y después de conocer a Vitali creo que realmente no dejaría escapar la más mínima oportunidad de arrear fuerte a alguien por tener un gusto espantoso a la hora de vestir. Él tiene criterio.

Esta escena revela que, en el fondo, Vitali es un buenazo. Ira y él están en el coche yendo a algún sitio a celebrar su aniversario y empiezan a hablar de niños. Ella le pregunta si quiere tener hijos. Él le dice que prefiere criar a un niño antes que a una niña, porque es más fácil convertir a los chicos en máquinas de matar. Después revela que en realidad no importa porque es estéril. Desafortunadamente no tuve oportunidad de preguntarle sobre disparar cartuchos de fogueo o cómo criar a un asesino a sangre fría. Y con “no tuve oportunidad” quiero decir que la presencia de Vitali me transformó en una temblorosa bola de placenta.

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Como supimos al principio de la temporada, Ira está casada. Al final su marido descubre que ella está poniéndole los cuernos con un jefe de la mafia y le pide amablemente a Vitali que deje de introducir su pene dentro de su mujer. Vitali parece que desiste, pero prepara su siguiente movimiento. La siguiente escena muestra la emotiva reunión entre Vitali e Ira dentro de un coche (¿qué narices le pasa a esta gente con los coches?). De repente el marido aparece de no se sabe dónde, enloquecido por los celos. Rompe una ventanilla y amenaza a Vitali. Evidentemente, nunca antes había estado casado con una mujer que le pusiera los cuernos con uno de los hombres más peligrosos de Rusia. Vitali se venga convirtiendo al enfurecido marido en un animalito atropellado antes de salir pitando. Conseguí armarme de valor y preguntarle a Vitali si esta escena estaba basada en hechos reales, y se me quedó mirando como si yo fuera un fantasma.

En este punto de la serie, tres de los hombres de Vitali están ya en la cárcel por actividades poco escrupulosas. El gran V es un tipo siempre dispuesto a echar una mano a sus amigos, así que decide ahorrar algo de dinero para las fianzas, pone en venta su casa y se muda a su coche con su chica. Ira agita en el aire una extraña clase de manzana rusa y expresa su impaciencia por la situación en la que viven, pero Vitali no parece muy alterado. Su absoluta dedicación a sus hombres y su perfecto mentón aguaron el festival de quejas. Sólo los hombres de verdad pueden afeitarse bien en estas condiciones, y puedo dar fe de que nunca tenía pelusilla en la cara.

Más tarde, en el mismo episodio, un Vitali megacabreado sale de una gasolinera y se estrella contra otro coche sin ningún motivo aparente. Como es comprensible, el conductor no se pone muy contento. Sale del coche y le grita a Vitali, escupiendo insultos y maldiciones en ruso. Como hemos aprendido antes, esta clase de comportamiento es inadmisible. Si Vitali decide que quiere dañar tu propiedad o chuscarse a tu novia, simplemente acéptalo como un hombre de verdad. Mejor pon tierra de por medio. Mi teoría es que destroza cosas porque se aburre, lo que significa que se lo debía estar pasando bien cuando me preguntó si quería ir a pescar con él en vez de darme un trompazo en los dientes con un palo de golf.

El gran final consiste en una carrera de coches (¿qué?) entre la banda de Vitali y una banda rival. Inesperadamente, Vitali se hace con el volante, y esto es la señal secreta para que sus chicos descarguen un arsenal seudomilitar de los maleteros. Vitali echa a un conductor rival de la carretera y sus hombres disparan a todos los que no son de su bando como si no hubiera mañana. Con la policía aproximándose, la banda de Vitali escapa con un fondo de coches en llamas. No tengo ni idea de cómo ha sobrevivido Vitali a todo esto, pero conocerle fue una gran inspiración y espero algún día poder terminar mi película biográfica de la misma manera.