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Cultură

Dejamos todo para recorrer Europa en furgoneta, sin un duro y vendiendo retratos

Estuvieron a punto de visitar la cárcel en Hungría y han cambiado sus fotos por duchas, cenas, botellas de vino y agua fresca.

Todas las fotos por Carmela y Juanma.

Todo esto empezó cuando Carmela y Juanma descubrieron la existencia de la cámara minutera. Un resto arqueológico de la historia de la fotografía que, sin embargo, todavía se encuentra en uso. "Antes, en España, la gente se hacía las fotos de sus documentos oficiales con estas cámaras. Dentro de la fotografía esta manera de trabajo se ha considerado como un 'arte menor', por las connotaciones de improvisación e inmediatez que conlleva". La cámara minutera tiene precisamente este nombre porque las fotos se revelan en cuestión de minutos, son perfectas para hacer retratos de calle y luego venderlos. Nuestros protagonistas decidieron conseguir una -se la compraron a Don Rafael- dejaron todo y se lanzaron a la carretera.

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"El viaje comenzó en Málaga -siempre bromeábamos con la canción de Serrat, "de Algeciras a Estambul", esa era nuestra meta-, donde Juanma recogió la furgoneta, y luego me recogió a mí y a un colchón que nos prestó mi amiga Sara en Madrid. Llevábamos una mochila cada uno, la cámara digital, la cámara analógica, un camping gas y dos pares de sábanas. Poco más. Nos fuimos comprando el menaje por el camino. Lo que mas abultaba tal vez eran los papeles fotográficos y los líquidos. Normalmente Juanma los hace con polvos, pero nos parecía demasiado peligroso ir cruzando fronteras con bolsas enormes llenas de polvo blanco", nos cuenta Carmela.

Así recorrieron Europa este verano, vendiendo los retratos que le hacían a la gente con su cámara minutera por la voluntad (algunos días llegaron a conseguir hasta 140 euros). En total han sido 10.000 kilómetros y 12 países. Ahora están trabajando en una página web para volcar las mejores fotos, y les gustaría poder exponerlas o hacer un libro. "Este viaje ha sido un ensayo y lo que nos encantaría es poder volver a hacerlo por Sudamérica con un patrocinio o una ayuda. Este es un proyecto que no sabemos hasta donde puede llegar".

Vice: Hola, ¿cómo surge esta idea de viajar sin un duro por Europa, solo haciendo fotos?

Carmela: La idea tengo que decir que se le ocurrió todo a Juanma. Él siempre había tenido la idea de hacer un viaje largo, por todo el mundo, y al descubrir la minutera (luego te explico el funcionamiento) nos dimos cuenta de que era una manera fantástica de viajar de una manera diferente y sobre todo, autogestionada. En un momento en el que en Madrid teníamos unas condiciones de trabajo bastante poco dignas, decidimos dejar nuestros trabajos y "lanzarnos al barro", a ver qué tal nos iba.

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Qué es eso de una cámara minutera y cómo la conseguisteis.

Juanma: La cámara minutera es una cámara hecha de madera, una caja negra con una lente de ampliadora. Se llama así porque se pueden revelar las fotos en cuestión de minutos. Lleva un laboratorio incorporado, por lo que puedes revelar las fotos in situ y dársela al retratado al momento. Encontré por internet una cámara que había fabricado Don Rafael, ahora nuestro amigo, que se dedicaba a eso, fui a Madrid a verla (por aquel entonces yo vivía en un molino en Orense), le dimos los últimos retoques y me la llevé. Luego construí una flycase vintage con una maleta de mi abuelo y ya estaba listo para salir por Madrid y por el mundo.

¿Cuánto se puede ganar al día haciendo retratos?

Juanma: Nosotros pedimos la voluntad y hemos llegado a ganar 140€ al día. También nos han pagado con duchas, cenas, botellas de vino, refrescos y agua fresca (muy importante!)… Un día en Treviso nos pasamos cuatro horas al sol y no se paró nadie ni a preguntar, pero esto es lo mas raro, solamente nos pasó ese día, supongo que porque había 42 grados.

¿Tenéis alguna técnica para captar clientes?

Juanma: Solamente con montar la cámara ya se acerca gente interesada. Lo que mejor funciona es cuando ya estás trabajando y la gente se para a mirar, a preguntar y se acaban animando. Si la cosa está fea, con ponerte a reparar o a sacar algún positivo, ya se vuelve a acercar la gente.

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Creo que durante el viaje habéis tenido alguna movida con la Policía, concretamente en Florencia.

Carmela: Jaja, sí.. en Florencia tuvimos problemas primero con los artesanos de la zona, no querían que les robásemos la clientela. Eso también nos pasó en Venecia. Descubrimos que en ciudades grandes y muy turísticas íbamos a tener siempre el mismo problema. La Policía nos dijo que no podíamos hacer eso y nos invitaron a recoger. Como se tarda bastante en desmontar, se acabaron mosqueando y nos pidieron la documentación. No la teníamos. Nos metieron en el Palazzo Vecchio (nos recordó a la escena de Hannibal, que habíamos visto la noche anterior) para comprobar nuestros datos. Nos dijeron que nos metían allí porque no querían que los turistas les viesen teniendo problemas con alguien, pero finalmente nos dejaron ir. En Montenegro también nos despertaron unos señores vestidos de paisano que nos dijeron que eran policías. Nos pidieron pasaportes y todo y nos dijeron que nos fuésemos a dormir a una gasolinera. Lo gracioso del tema es que justo antes habíamos estado buscando una gasolinera por todo Montenegro sin ningún éxito. En Montenegro no hay ni gasolineras, ni patatas fritas.

Y lo de pillar hachís a un tío que vivía en un árbol 'domotizado'.

Juanma: Jaja, eso fue en Siena. Andábamos buscando algo para fumar y subimos a la Fortaleza Medici. Ahí encontramos a un tipo que vivía instalado debajo de un árbol, con todas sus cosas allí: un carrito, sus dos perros, y en el árbol había instalado un altavoz por bluetooth por el cual escuchaba música trance sin parar. Nos sorprendió porque estaba perfectamente acoplado y sonaba que era una pasada.

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Estuvisteis a punto de ir a la cárcel en Hungría, ¿no?

Carmela: Cogimos en autoestop a un chavalillo francés muy majete que nos contó que llevaba de viaje dos años. Estaba parado en la frontera de Turquía con Bulgaria y coincidió que iba a una rave en Hungría, no me acuerdo exactamente dónde y llevaba el mismo camino que nosotros. Pasamos dos días y dos fronteras con él. Al pasar a la de Hungría, el chico les pidió a los agentes un sello en su pasaporte porque le hacía mucha ilusión. En ese momento nos hicieron aparcar y bajar de la furgoneta. Nos registraron todo, nos preguntaron si teníamos armas, gente (una semana después se empezó a hablar de la crisis de refugiados justamente en esa frontera), tabaco, drogas. Dijimos que no, pero entonces al niño le encontraron un poco de marihuana en su paquete de tabaco y una bolsa con 300 gramos de tabaco a granel en su mochila. Los agentes se enfadaron muchísimo y siguieron buscando cosas en la furgoneta, y nos dijeron: "What where you thinking!! Do you have more drugs?? This is custom!!". Mientras hacían el gesto internacional de esposarnos.

La verdad es que el chaval dijo que no nos conocía de nada, que era todo suyo y que hiciesen lo que quisieran con él, pero que nos dejasen marchar a nosotros, y finalmente nos dejaron ir a los tres.

Y eso que me contastéis de una oruga…

Carmela: Creo que ese fue uno de los momentos más tontos y que más miedo he pasado. Habíamos parado en una pradera en Croacia para comer unos choftes (delicia balcánica por antonomasia). Teníamos al lado unas cigüeñas que estaban peinando la pradera en busca de comida, lo cual a mi ya me imponía bastante respeto, tengo entendido que esos bichos son bastante agresivos. Freímos los choftes en la sartén y los pusimos en un plato que tapamos. En un momento me quedé sola y cuando destapé el plato había una oruga totalmente calcinada abrazada a uno de los choftes, pero aún estaba viva. Yo no sabía cómo había llegado hasta ahí, o si ya me había comido alguna otra oruga abrazada a otro chofte. Fue muy asqueroso.

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Lo mejor que os ha pasado, lo que nunca vais a olvidar.

Carmela: Los días que trabajábamos mucho eran muy guays. Hemos conocido a todo tipo de gente de nacionalidades variopintas y verdaderamente la gente se entusiasma y te cuenta muchas cosas. Eso hace mucha ilusión. Ha habido muchos momentos surrealistas de mucha mucha risa, momentos de mucho relax, momentos de mucho enfado que se solucionan con mucha risa, despertares increíbles en sitios increíbles (mucho mejores que el mejor hotel de cinco estrellas). Creo que el momento que nunca olvidaré fue al llegar a Estambul y cruzar a la parte asiática, era nuestra meta y un sitio al que siempre había deseado viajar. Ahí encontramos un hostel donde el dueño era super enrollado, nos invitó al tejado de su casita y nos invitó a fumar un porro mientras veíamos el Bósforo de noche. Increíble.

¿Dónde acabasteis? ¿Cómo fue la vuelta a casa?

Carmela: Nuestra meta era Estambul, justo hasta donde llegamos. Circunstancias familiares nos obligaron a volver antes de lo que pensábamos, y en cuatro días ya estábamos en España otra vez. Una pena, porque aún nos quedaba casi un mes de viaje. Aún así esos cuatro días de conducción fueron muy intensos, tuvimos la aventurilla en Hungría, y ese mismo día cruzamos tres fronteras, nos pararon y registraron en todas. Fue muy estresante. Algo habíamos oído durante el viaje de los emigrantes sirios, conocimos a unos en Estambul que nos hablaron de la situación, pero aún no se decía nada en los periódicos. Esto estaba empezando en esos días.

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En total hemos hecho mas de diez mil kilómetros y recorrido unos doce países.