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Cultură

¿Qué pasa en España cuando sales de la cárcel?

Hablamos sobre la reinserción de los presos con José Antonio, un expresidiario a quien el Proyecto David de la Fundación Marianao ha ayudado en su vuelta al día a día fuera de la cárcel.

España es uno de los países de toda Europa con un mayor número de presos. Eso quiere decir que mientras países como Holanda tienen que cerrar sus cárceles porque han desarrollado otros modelos de condena, aquí tenemos que abrir nuevas porque las que ya teníamos están completamente superpobladas, y eso que hace seis años que cae la población reclusa.

Abordar las causas de todos estos problemas es muy complicado -¿si no lo fuese ya no habría problemas, no?- pero por suerte existen varios proyectos y colectivos que se dedican a suplir las carencias del sistema y dar soluciones a los presos.

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Reinserción no es 'ponemos a este chico en la calle y ya está, no va a volver a pasar', yo he pasado varias veces por eso y no sirve para nada

En Barcelona existe desde hace años el Proyecto David de la Fundación Marianao —una organización que nació hace treinta años en el barrio de Marianao de Sant Boi de Llobregat, en la periferia de Barcelona, para realizar actividades sociales para los vecinos y otras personas necesitadas—. El Proyecto David es uno de los treinta que lleva ahora mismo la Fundación y pretende ayudar a presos con sus casos y su reintegración en la sociedad a través del trabajo jurídico y social.

Hablé con Alba, la responsable de comunicación de la Fundación, Raquel, la trabajadora social del Proyecto David, y José Antonio, un expresidiario a quien el proyecto ha ayudado en su reinserción, para saber que es lo que pasa cuando sales de la cárcel, la dureza de la reinserción y lo necesario que es sensibilizar a la sociedad sobre ello.

VICE: Yo os conocí a través del Proyecto Printing Freedom, que a la vez depende del Proyecto David y de la Fundación, ¿podríais explicarme un poco qué es y cómo funciona?

Alba: El Proyecto Printing Freedom nace hace un año, cuando nos llegó una newsletter en la que un estudio de diseño muy pequeño del barrio de Gracia, Antídot Gràfic, organizaba un concurso que se llamaba Reactiu y el premio era una campaña de comunicación de una entidad. Nosotros lo hablamos y decidimos presentarnos con el Proyecto David porque la verdad es que hablar de personas presas normalmente cuesta y no es fácil que los medios se interesen en hablar de ellas, así que pensamos que era una buena idea para sensibilizar y acercar la realidad de todas esas personas que algún día van a salir y a las que tenemos que acoger de nuevo en la sociedad.

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Presentamos un proyecto de concienciación, centrado en trabajar con personas de dentro y fuera de la cárcel, y sorprendentemente ganamos. Los chavales no sabían donde se metían (risas).

Uno de los talleres del Proyecto Printing Freedom. Todas las imágenes cortesía de la Fundación Marianao

Raquel: Los chicos de Antidot Gràfic se implicaron mucho. Ya habían hecho algún trabajo social con otras organizaciones y se volcaron mucho con Printing Freedom. Nos acompañaron a las cárceles, que en este proyecto fueron Brians 2, en Sant Esteve Sesrovires, y Quatre Camins que está en La Roca del Vallés y vieron desde dentro cómo vivían los presos, lo que querían transmitir, etc. El proyecto de hecho fue una colaboración entre los tres: la Fundación, el Proyecto David y el estudio.

Y aquí ya entras tú, José Antonio.

José Antonio: Yo estaba vinculado al proyecto David desde el 2012 más o menos. Los conocí a través de otros compañeros, me contaron que había una entidad que ofrecía ayuda en cuanto a temas jurídicos, de asesoramiento, incluso un poco de dirección.

Raquel: En el Proyecto David las personas se ponen en contacto directamente ellas con nosotros. A veces nos las derivan los servicios sociales pero normalmente vienen ellas. Nosotros tenemos la vertiente jurídica y la vertiente social, porque creemos que si una persona ha cometido un delito es porque han habido unas circunstancias sociales que le han empujado a esa situación. Por lo tanto nosotros lo que pretendemos es hacer un acompañamiento por esas dos vertientes. Para ello -si la persona en cuestión quiere- nos coordinamos con los equipos que trabajan en las prisiones y con recursos externos, es decir: tratamiento fuera, otras entidades sociales, inserción laboral, formación… ¡Lo que haga falta!

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José Antonio durante la entrevista

José Antonio: Sí, por eso es lo que te decía, que no solo es asesoramiento, sino que también te ayudan un poco con la dirección. Allí en prisión, sí, el día a día es duro, pero sobre todo se hace duro cuando piensas en cómo afrontar tu puesta en libertad. Hacia dónde puedes encaminar tu vida, con qué apoyos cuentas…

Yo me puse en contacto con ellos en el 2012, cuando mi mujer y yo estábamos presos. Ellos vinieron a vernos una vez al mes durante un tiempo, a asesorarnos y yo les contaba mis inquietudes y mis problemas. Yo había tenido problemas de drogas: estuve 25 años consumiendo, veinte años en la cárcel entre entradas y salidas y la verdad es que veía mi futuro muy negro pero tenía claro que yo quería cambiar.

Ellos me ayudaron con la condicional de mi mujer y nos pudimos casar, me ayudaron con los permisos para poder acompañarla en la quimioterapia, ya que tuvo un cáncer del que ahora está totalmente recuperada y está haciendo un curso de formación. Yo por mi parte tengo trabajo en una empresa de reformas, llevo cinco años sin drogarme, completamente limpio, y ahora estamos súper bien, y todo porque ellos ellos me ayudaron. Pero siempre tenía esa duda "¿y cuando salga qué? ¿qué voy a hacer?".

Hay gente muy crítica con la reinserción tal y como la propone el sistema, dicen que no funciona, ¿tú qué crees?

José Antonio: Es que la reinserción como tal, la que propone el sistema penitenciario, no funciona. Hay muchas carencias. Yo los entiendo porque las cárceles están masificadas, hay muy pocos profesionales y no pueden ofrecer respuestas a todas las necesidades que hay.

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Reinserción no es "ponemos a este chico en la calle y ya está, no va a volver a pasar", yo he pasado varias veces por eso y no sirve para nada. He tenido recaídas. La vida fuera es muy complicada, no sabes a quien recurrir, estás muy perdido, pasar mucho tiempo en prisión te desocializa, te margina. Y luego tienes que hacer frente a la sociedad, que tiene un concepto muy equivocado de las personas que estamos en prisión, no se da cuenta de que somos personas completamente válidas, que queremos reincorporarnos a la sociedad, pero hay tabúes y barreras que nos limitan mucho.

¿Cómo fueron las otras veces que saliste? ¿Sentiste ese rechazo a la hora de buscar trabajo o relacionarte?

Piensa, por ejemplo, que si pasas mucho tiempo en prisión en tu currículum hay un hueco exagerado. No tienes las mismas posibilidades que una persona que está en la calle, que tiene el boca a boca u otros métodos. Además la gente desconfía, incluso la gente que conoces, con la que tenías una relación, llega a desconfiar de ti.

Por eso esta vez me lo planteé diferente, quise poner toda la carne en el asador y salir ya. Fui a Proyecto David y les conté mis problemas y mi situación: que salía y volvía a reincidir en el consumo y eso me llevaba a la delincuencia y que yo ya estaba harto. Ya llevaba algún tiempo sin consumir, estaba limpio en prisión, pero quería asegurarme un futuro.

Ellos me hablaron de Proyecto Hombre, me dijeron que era un programa que ofrecía muchas garantías y me pusieron en contacto con ellos, me siguieron en toda mi evolución pero siempre con el acompañamiento de ellos también y ahora ya estoy en mi fase final, me faltan tres o cuatro meses para graduarme.

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¿Esto sería el contacto con organizaciones externas que decíais antes verdad?

Raquel: Sí, es una entidad externa que se dedica desde hace muchos años al tema del tratamiento y el acompañamiento hacia lo que es ya la calle -formación o inserción laboral si hubiese hecho falta, por ejemplo-.

Nosotros nos adaptamos a los objetivos de la persona que tenemos delante. Podemos orientarle, plantearle cosas. La parte jurídica cuando estás en prisión puede guiar mucho, también conocemos el mundo exterior, pero nosotros siempre priorizamos lo que quiera la persona, lo que busque, porque si una persona hace lo que le gusta, lo mantendrá y eso es lo más importante.

La valoración del preso para su reinserción se basa en diez minutos de entrevista con un psicólogo y un programa a granel sobre drogas o lo que sea una vez a la semana y ¡hala! Empieza a salir. No hay recursos ni fondos destinados para más

José Antonio: Sí, lo más importante es la continuidad. Por eso es muy importante ser sincero con ellos, decirles hacia dónde quieres dirigirte y a partir de ahí, dejar que te asesoren.

¿Qué ha sido lo más difícil de volver a la calle esta vez?

José Antonio: Pues es curioso, porque yo pensaba que me iba a encontrar con más dificultades a la hora de resocializar, de vincularme al exterior, de ocupar el sitio en mi casa, pero la verdad es que no. Me he sentido cómodo en todo momento, me he adaptado perfectamente tanto a mi casa como a la bolsa laboral, la relación con las personas, he hecho amistades, he retomado vínculos con familiares… La verdad es que no me ha resultado complicado.

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Raquel: Yo creo que todo eso tiene un sentido. Por un lado el propio José Antonio pone todo de su parte, pero por el otro, el también ha tenido una salida haciendo los pasos que quería y haciendo el proceso que necesitaba él. Si por ejemplo, una persona que está dentro de prisión hasta su libertad definitiva, sin ver la calle, sale de repente, se encontrará con muchas dificultades que no sabrá cómo resolver…

José Antonio: Y se dará el zapatazo que es lo que me pasaba a mí. Por eso es tan importante adaptar el proceso a las necesidades de cada perfil, que es lo que no se hace dentro del sistema.

¿Qué es lo que se hace en prisión?

José Antonio: Bueno, en prisión a ti te ponen una condena. En teoría cuando llevas cumplida la cuarta parte de la condena ya puedes optar a los permisos pero suelen concederlos a la mitad. La valoración del preso para su reinserción se basa en diez minutos de entrevista con un psicólogo y un programa a granel sobre drogas o lo que sea una vez a la semana y ¡hala! Empieza a salir. No hay recursos ni fondos destinados para más.

Si no tienes el soporte exterior de alguna fundación o de alguien que te asesore, que te acompañe y con quien puedas contar en momentos concretos es muy complicado.

Hacer llegar el mensaje cuesta, sobre todo cuando la otra parte no está receptiva. Lo importante de todo eso también es la esperanza que se genera en esas personas que están prisión

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¿Creéis que hay gente que no se puede reinsertar?

Raquel: Hay opiniones muy diversas entre los expertos. Yo creo que no hay un perfil de delincuente, porque las personas en principio no tienen por qué tener una "personalidad delictiva", hay unos factores determinados y obviamente existe la responsabilidad personal -una persona, cuando ha cometido un delito es la última responsable de lo que hace-, pero sí que hay factores que los predisponen: entornos vulnerables, familiares que ya hayan estado en esos entornos criminales o de drogas, fracaso escolar, etc., pero no creo que eso pueda hacer un perfil criminal porque hay personas que en esas situaciones hacen todo lo contrario.

Sí que es verdad que igual que se dice de las personas en la calle, una vez tocan calle es muy difícil que salgan hacia adelante, pasa lo mismo con la cárcel. Se puede romper con ese mundo pero es muy difícil. Es lo que llamamos personas institucionalizadas, gente que está mucho tiempo dentro de instituciones y queda metida en esa rueda. Pero nosotros creemos que las personas tienen todas las oportunidades que hagan falta.

José Antonio: Lo fácil es poner la etiqueta y eso fue lo que me pasó a mí esta última vez en prisiones. Salía, delinquía, entraba, volvía a salir y todo igual. Pero esta vez lo estaba haciendo todo bien, estaba limpio, no consumía, pero en prisiones no me creían, era como el cuento de Pedro y el lobo y por suerte esta vez se metieron ellos [el Proyecto David] por medio y rompieron una lanza por mí. A las cosas se les pueden dar la vuelta, es cierto que hay conductas que se van reforzando, pero al final las conductas son solo eso, conductas, y se pueden cambiar.

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Raquel: Sí, de hecho, uno de las razones de Printing Freedom es esa. Quitar esos esos estigmas, quitar las etiquetas y dejar claro que la gente puede cambiar.

Sí, porque lo que se imprimía en las bolsas, lo escogieron los presos precisamente para luchar contra esas etiquetas, ¿verdad?

Raquel: Cuando nos pusimos con el proyecto pensamos que lo mejor sería hacer llegar un mensaje a la sociedad para romper todos esos estereotipos para que la sociedad sea mucho más acogedora.

Hicimos dos talleres en cada prisión para que las personas nos hablasen sobre que era para ellos la libertad, el día a día en prisión… Y de allí salieron muchísimas palabras, frases, ideas… El trabajo de comprimirlo a seis frases fue agotador.

De hecho, el material que no escogimos lo utilizaremos para continuar el proyecto. Escogimos las más visuales que creíamos que representaban mejor lo que piensa la gente de quienes están dentro.

¿Y creéis que está funcionando?

Raquel: ¡Estamos en ello! Yo creo que de momento a quienes seguro que han concienciado ha sido a los ilustradores y a la ilustradora que han hecho las bolsas. Los seis hicieron un trabajo increíble porque se volcaron mucho en el proyecto.

José Antonio: Hacer llegar el mensaje cuesta, sobre todo cuando la otra parte no está receptiva. Lo importante de todo eso también es la esperanza que se genera en esas personas que están prisión. No es lo mismo estar en el patio viendo crecer la hierba con los brazos cruzados que contar con un apoyo, empezar a hacer cosas, motivarte… El simple hecho de tener la esperanza es como darte un patada en el culo, hace que reacciones, que estés pendiente, que cambies, que tu día no sea una rutina.

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Los profesionales están quemados, los recursos son pocos o inexistentes, eso hace que la gente pase más tiempo en prisión, que salga menos preparada, que cuente con menos medios para reinsertarse

¿Y ha hecho que más presos se interesen en vuestros proyectos?

Raquel: Sí, claro. Aunque en el Proyecto David ya llevamos a muchas personas, así que de momento lo hemos centrado más en el exterior. Por eso lo hemos centrado en la gente de fuera, en la sociedad: las bolsas valen diez euros cada una y todo el dinero que recaudamos va íntegramente a ayudar a las personas que están en proceso de reinserción. Imagínate: tienes un permiso pero no tienes dónde dormir, o cómo llegar a donde tienes que ir al curso, pues el dinero recaudado va a pagar ese tipo de necesidades básicas.

Respecto a la gente de dentro de las prisiones, piensa que más allá de los que participaron, el resto no puede siquiera ver el resultado: no pueden ver ni la página web, ni las bolsas…

Alba: Es la primera vez que hacemos un proyecto así, una campaña de comunicación. Piensa que normalmente nuestros recursos van directamente a la gente que lo necesita, ahora estamos llegando a otros públicos, a otra gente que no es siempre la gente que está ya convencida, que puede ver el vídeo de la campaña, las bolsas y concienciarse.

Nosotros vivimos de subvenciones o de la buena fe de la gente, normalmente no invertimos en comunicación y creo que la administración debería potenciarlo porque sales de un sector concreto y llegas a más gente. Es una inversión a largo plazo.

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¿Por qué creéis que no funcionan los programas del propio sistema penitenciario?

Raquel: Las prisiones tiene carencias y lo que no pueden hacer es personalizar. Y a veces las personas es lo que necesitan, que se centren en sus necesidades específicas.

José Antonio: La administración se está portando muy mal con este sector. Han hecho muchos recortes en cuanto a cursos, a formación, a profesionales. Yo creo que no son conscientes de la repercusión que tiene. No solamente repercute sobre nosotros, sobre el grupo de gente que está en prisión, eso revierte en la sociedad.

A la larga es algo que se vuelve en contra del propio sistema. Los profesionales están quemados, los recursos son pocos o inexistentes, eso hace que la gente pase más tiempo en prisión, que salga menos preparada, que cuente con menos medios para reinsertarse… Nos perjudica a todos.

Raquel: La solución de la administración ha sido abrir otra prisión en Tarragona, pero eso no es la verdadera solución. Nosotros creemos en otro tipo de medidas, en las medidas penales alternativas, en evitar el aislamiento de una persona respecto a la sociedad porque si tienes que reinsertarte en una sociedad deberías estar en ella. Pensamos que la justicia debería ser restaurativa, en otro tipo de soluciones. No creemos que la solución esté en más prisiones o en ampliar las prisiones, de hecho lo que se debería evitar es que la gente acabe siempre en prisión.

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En Holanda de hecho están apostando por esos otros modelos y ahora están cerrando las cárceles por falta de presos…

José Antonio: Es que no tiene sentido que una pena que te priva de libertad tenga como objetivo la reinserción. No tiene sentido que te metan en un tupper —como digo yo— porque no va a servir de nada.

Lo que deberían hacer es ver que le hace falta a esa persona, a qué dificultades se enfrenta y trabajarlas donde tienes esas dificultades, en el exterior, mediante los recursos que hagan falta.

Pero a veces es difícil que la sociedad esté dispuesta a aceptar a los expresiadiarios a su alrededor.

Raquel: Se cree erróneamente que una pena privativa más dura significa una mayor reparación para las víctimas, pero lo que se ha visto es todo lo contrario, que una pena de ese tipo tampoco reporta ningún tipo de reparación para las víctimas, no soluciona ese duelo que tiene que tener. Funciona mejor la justicia restaurativa que es lo que se está intentando implementar ahora en el país, pero cuesta.

Después de todo lo que he pasado y todo lo que he cambiado, sí que hay gente que puede mirarme y decir 'si ha cambiado este tipo, puede cambiar cualquiera'

La gente sigue con un estereotipo muy marcado, el de "en prisión solo hay violadores y asesinos" y no es así. Evidentemente hay casos, pero la mayoría de población presa no es de ese perfil, por suerte, porque si fuese así significaría que tenemos un problema en nuestra sociedad, al final las cárceles son un reflejo de lo que hay fuera.

Claro que hay casos concretos en el que una persona sí debería estar más apartada, pero por lo general se debería evitar el aislamiento, porque es lo que más dificulta la reinserción.

¿Y, José Antonio, qué te dijeron tus compañeros de prisión cuando empezaste en serio tu proceso de reinserción a través del Proyecto David?

José Antonio: En prisión tuve que adoptar una forma de ser que me ayudara. Yo me aislé mucho en prisión y no me relacionaba con mucha gente, allí el consumo es brutal, hay tanto como en la calle o más, así que a mí el aislarme me beneficiaba, pero eso llegó a ser un problema porque cuando salí precisamente tenía que ser todo lo contrario: ser más abierto, más extrovertido, hablar de mis sentimientos, de mis emociones, cosas que he trabajado en el Proyecto. Ahora me he quitado la armadura, pero me ha costado.

Entonces con mis compañeros había de todo. Había algunos que se pensaban que les miraba por encima del hombro porque ya no consumía, hasta el que me conocía de toda la vida que me decía "hostia, cómo has cambiado, no hay quien te conozca", quien se alegra y quien no… Como decía Raquel, es un reflejo de la sociedad, es un mundo pequeño y hay de todo: hay gente buena, hay gente mala…

José Antonio hoy en día

¿Crees que pudiste influir en alguno de ellos para que empiecen el mismo proceso?

José Antonio: Creo que ejemplo o lo que sea es lo que menos he sido en mi vida (risas), entonces me da mucha vergüenza cuando me ponen de referente o cosas por el estilo. Pero si doy un paso atrás y lo miro con objetividad sí que es verdad, después de todo lo que he pasado y todo lo que he cambiado, sí que hay gente que puede mirarme y decir "si ha cambiado este tipo, puede cambiar cualquiera" (risas).

¡Muchas gracias a los tres!