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Otra noche de pesadilla en El Cairo

Una crónica de la masacre perpetrada por la policía militar egipcia

El último brote de violencia en El Cairo empezó, como es habitual, con las fuerzas de "seguridad" brutalizando a un chaval.

Esta vez se trató de un caso de tortura. El joven en cuestión formaba parte de un grupo de manifestantes que ha mantenido una acampada frente al parlamento, cerca de la plaza Tahrir, desde finales de noviembre. Quieren hacerle entender al Primer Ministro –elegido a dedo por la cúpula militar– de que se debe ir. Los militares ya han anunciado que no van a permitir que los nuevos cargos electos decidan la nueva constitución. Y la policía secreta sigue secuestrando activistas pro democracia.

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chico cuyo caso ha vuelto a prender las calles se llama Aboudi. Fue capturado a primera hora del pasado viernes, retenido durante una hora y golpeado tan a lo bestia que luego era físicamente incapaz de abrir los ojos.

Cuando el resto de manifestantes vio lo que le habían hecho a Aboudi, se enfrontaron a los soldados, y la violencia se alargó hasta cerca de las 3 de la mañana.

Durante toda la mañana del viernes esta mujer permaneció atrincherada junto a su silla de ruedas y unos cartones, en plena batalla. No parecía muy preocupada por el infierno que se había desatado a su alrededor.

Soldados y matones de paisano condujeron a los revolucionarios hasta la calle Kasr al Aini y una vez allí se pasaron el día lanzando proyectiles desde el undécimo piso de un edificio. Lanzaban piedras, vasos, cócteles molotov, adoquines… de todo. De hecho, siguen lanzando mierda mientras escribo esto, unas 36 horas después de que empezaran.

Cuesta describir lo aterrador que llega a ser estar bajo una lluvia asesina de piedras y todo tipo de objetos lanzados desde esa altura, reventando estos contra el suelo (o contra la cabeza de alguien). Cuando, más tarde, intenté pegar ojo esa noche, me levantaba una y otra vez esquivando piedras imaginarias.

También es difícil de describir lo desorganizado, desquiciado y violento que llega a ser el ejército. Cada soldado libraba su propia guerra, lanzando rocas y cócteles molotov, repartiendo porrazos a diestro y siniestro, y decidiendo a boleo a qué manifestante perseguían para machacarlo. También están trabajando con un montón de matones vestidos de paisano, con los que comparten equipo.

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También están usando munición real.

Pude probar un poco del salvajismo militar, poco después de que los revolucionarios intentaran entrar al parlamento. Aquí podéis ver a algunos manifestantes acercándose a las puertas.

Cuando lo hicieron, los militares atacaron con toda la furia. Arrestaron y golpearon a un montón de gente. Fue un milagro que yo saliera de ahí sólo con un porrazo en la cabeza.

A esta mujer la pillaron y retuvieron los soldados. Éste era su aspecto cuando se cansaron de atizarle. Un reguero de sangre caía de sus vaqueros.

Pero de algún modo los revolucionarios consiguieron reagruparse y contraatacar. A la 1 de la mañana el Ministerio de Transporte estaba en llamas, aunque no llegó a arder todo entero.

El sábado por la mañana, nos desayunamos con otro ataque de los militares, arrasando la plaza Tahir, arrestando arbitrariamente al primero que pillaban y destrozando coches y casetas. Quemaron también algunas tiendas que aún quedaban en pie y se emplearon a fondo lanzando piedras y aporreando gente indefensa tumbada en el suelo.

Entonces los militares tomaron por asalto la oficina de prensa en la que yo estaba trabajando, junto a la plaza. Confiscaron varias cámaras pero no consiguieron dar con todas. Supongo que su intención era que se dejaran de colgar en internet fotos como ésta.

En término relativos, nuestro asalto fue tranquilizo. Adam Akary, de Al Jazeera tuiteó desde el hotel Ismalia (base de varios periodistas) su propia experiencia. "Tuve la suerte de encontrar un altillo que servía como almacén, subí hasta allí por una escalera justo a tiempo, y desde la oscuridad pude escuchar el estruendo de golpes y porrazos".

Por ahora, hay constancia de 9 muertos. Y cientos de heridos. La lucha continúa.

@tom_d_