El Club de la Lucha de la vida real es una locura

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El Club de la Lucha de la vida real es una locura

Por tan sólo en rublos a 700 euros, cualquier yuppie puede disfrutar de una semana recibiendo golpes y siendo humillado delante de completos extraños.

No sorprende a nadie que en Rusia se hayan tomado muy en serio la película El club de la lucha. Es como si llevaran la violencia en su ADN, muestra de ello son el [acoso homófobo](http://they had to face complete disgrace, and that was the key point of the training, really.) reciente, esas novatadas del ejército que acabaron dejando a unos jóvenes castrados o ver (otra vez) a su presidente intentando ganarse los corazones de la gente cazando en topless por la taiga rifle en mano. En el año 2008, dos ex miembros de un club clandestino de peleas a puñetazo limpio de Moscú, tuvieron la idea de empezar su propio club de la lucha de verdad. Lo bautizaron como la Familia Ronin y, por tan sólo en rublos a 700 euros, cualquier yuppie puede disfrutar de una semana recibiendo golpes y siendo humillado delante de completos extraños. Según sus fundadores, el objetivo de la Familia Ronin es convertir hombres de buenas maneras en hombres de verdad, a través de la tortura física y psicológica. Maria Turchenkova, una fotógrafa independiente rusa, pasó una semana documentando este extraño campo de entrenamiento. Hablé con ella sobre lo que vio.

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VICE: Hola Maria, Antes de nada, ¿cómo supiste de la Familia Ronin. Maria Turchenkova: Me encontré un anuncio en internet que decía: "No eres lo que tienes: tu trabajo, tu coche o tu cuenta bancaria. Si quieres cambiar tu vida, encuentra al guerrero que hay en ti y pelea contra tu enemigo interior. ¡Haz click y únete al próximo curso!" Así que llamé a los organizadores y les pedí hacer una historia sobre ellos. No tuvieron ningún problema al respecto.

Qué fácil. ¿Y la gente tenía que pagar por tener acceso al club? Sí, todos los participantes tenían que pagar como 600 libras (unos 700 euros) por un curso de una semana. En todo caso los entrenadores eran miembros de un club de peleas real, supongo que esa era la atracción principal para los menos batalladores. Cualquier aspirante a luchador tendría que llegar al club con un certificado de salud y pasar una entrevista para ser admitido. Exactamente, ¿cuáles eran los ejercicios que tenían que hacer los luchadores?
El primer reto tiene lugar durante el segundo día de entrenamiento. Es una prueba psicológica en el que se les pide que recuerden lo peor que han hecho en su vida, algo que no le hayan dicho a nadie jamás y que lo compartan con todos los del grupo. Ellos, a cambio, tienen libertad para preguntar cuántas cosas quieran al resto. A esta altura, la mayor parte de los hombres terminaron llorando. Después llegó el reto físico. Los ejercicios eran difíciles y, si alguien se detenía en mitad del proceso, les golpeaban y eran forzados a comenzar de nuevo. Aquellos que no querían continuar tenían que dejar el gimnasio y no se les permitía regresar. Si alguien regresaba tenía que enfrentar la vergüenza, ese es el punto clave del entrenamiento.

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¿Hubo gritos o lloros?
Sí, claro. Incluso hice un vídeo. Bastante crudo. En una de las fotos, se puede ver a los hombres sostenerse de los brazos del otro durante un ejercicio. ¿Qué es eso? ¿Y qué pasa con los cuchillos?
Eso era basicamente un ejercicio de equipo. Cada vez que alguien se sentía débil, su compañero tenía que aguantarlo –de lo contrario todo el mundo se caía y tenían que empezar de nuevo–. Después de eso, era el turno de los cuchillos. Eran de madera, pero la tarea era que debían actuar como si estuvieran luchando por su vida, así que se hacían mucho daño unos a otros.

¿Qué sabes acerca de los fundadores de la Familia Ronin?
Son dos tipos, ambos deportistas, sin ninguna conexión con el ejército. El primero se llama "Gary", Igor Lunyakow, y el segundo "Razor", Anton Rudakov. Por cierto, todas las personas en el grupo se pusieron apodos de guerra, como "Lobo", "Director", "Cojones", "Artista", etc. Llamaron a su equipo "Nueva Esparta".

¿Cuál es el objetivo principal del club?
Encontrar la fe en uno mismo; superar el miedo a recibir un golpe. Es evidente que todo depende del factor psicológico. En primer lugar los luchadores son humillados y luego se tienen que enfrentar sus debilidades. De esta manera cuando llegue el agotamiento, pueden derrotar a su enemigo interior y, finalmente, creer en si mismos. ¿Crees que los organizadores se sienten como una especie de misioneros?
Por supuesto. De verdad quieren ayudar a estos chicos. Hace poco, Gary y Razor discutieron acerca de la forma en que operaba el club y tuvieron que cerrarlo. Parece que Gary no estaba de acuerdo con los ejercicios psicológicos y Razor quería mantenerlos tal y como estaban.

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Sin embargo, al principio, sus ideas eran simples. Según ellos, en la vida moderna todo el mundo se queja más de lo que debe.

¿Cuál es el nuevo método de Gary?
Una vez Gary me dijo que su visión de la vida es que es una lotería. Si una persona es fuerte, va a dar con la manera de abrir su mente y encontrarse a si mismo. Sin embargo no se puede hacer nada con una persona débil, según Gary, entrenarlos así solo serviría para empeorar las cosas. A mí, esa obsesión por "superar nuestros miedos" me parece muy yanqui. Me recuerda a la idea del "hombre hecho a si mismo" y ese tipo de cosas.
No creo que sea yanqui. La idea inicial podría derivar de El club de la lucha, pero en términos más generales puedo entender cómo hombres de grandes ciudades pueden compartir sentimientos como éstos. Especialmente los que trabajan para las grandes corporaciones, sin identidad o incluso aquellos que perdieron su empleo durante la crisis. Sentirse inútil, la despersonalización o la incapacidad de confiar en el futuro –éstos son sentimientos más universales–. Tan propio de Rusia como de cualquier otro lugar es que haya una gran cantidad de empresas con opciones de trabajo pero con escasa capacidad de insertarse en un mundo globalizado o en la economía.También me fijé en que todos los participantes tenían de 30 a 35 años de edad. Así que podemos añadir la crisis de los treinta a la lista. Supongo que sí. Gracias, María.

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Conoce más del trabajo de María aquí.