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Los moteros ex-nazis de la banda Schwarze Schar no son tan chungos como parecen

Son del "1%", pero no tienen nada que ver con Occupy Wall Street.

Si por alguna razón entráis en la web de el Schwarze Schar Wismar Club de Motociclismo, os daréis cuenta de que en la página principal predominan los artículos de prensa sobre atracos de estudios de tatuajes.  Puede que por eso el alcalde de Grevesmühlen crea que el clan de moteros de Wismar son unos crápulas de derechas que sólo de dedican a “vacilar y cosas de esas”. El departamento de Investigación Criminal de la región Mecklenburg-Vorpommen, va un poco más lejos, insinuando que los motociclistas tienen algo que ver con el crimen organizado.

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Estaba un poco escéptica al enterarme de eso, quizás porque cuando oigo “crimen organizado” pienso en la mafia o en las Tríadas, y cuando alguien dice “grupos de moteros nazis” me viene a la cabeza violencia sinsentido, violación colectiva y Altamont. Los moteros Schwarze Schar se autodefinen como “1%eros”; una referencia a las pandillas de moteros que, justamente o no, hicieron que América se cagara de miedo en los 50s y 60s. El grupo más famoso del mundo de los 1%eros es (obviamente) es el de los Hell’s Angels, y las pandillas 1%eros—nombrados así como respuesta a una declaración que hizo la American Motorcyclist Association en 1947 según la cual un 99% de motociclistas americanos eran buenos ciudadanos—llevan parches para distinguirse.

Por eso me acojoné un poco cuando me invitaron a ir a su cuartel central un viernes por la tarde. Al final, mi curiosidad acabó imponiéndose a mi miedo, y me fui a las afueras de un parque industrial a visitar el club donde se reúnen.

Al cerrar la puerta tras de mí y enfrentarme a un muro de skinheads gigantes tatuados y vestidos con uniformes de cuero negro, me sentí nerviosa durante unos segundos. Pero, inesperadamente, tanto ellos como su Staffordshire Bull Terrier que no paraba de suplicarme caricias, fueron realmente muy simpáticos.

Después de estrechar la mano con cada uno de los miembros—una regla de su grupo—y fumar unos cuantos pitis, su presidente, Philip Schlaffer, propuso que nos sentáramos para aprender un poco de la historia del grupo. Transcurridos cinco minutos, yo había pasado de estar aterrorizada a sorprendida y a la vez impresionada y entretenida por cómo se llegan a tomar en serio su movida.

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Para convertirte en miembro y poder lucir tatuadas las siglas SSFI (Schwarze Schar Für Immer, “Bandada Negra Para Siempre”) en el labio interno, tienes que pasar por varias fases de pruebas y someterte a ritos de iniciación. Después de eso, el grupo se convierte en tu primera prioridad; si llegas tarde a una de sus reuniones, tienes que pagar, y siempre tienes que ayudar al correcto mantenimiento club. Que, por cierto, es uno de los bares más limpios que he visto en toda mi vida.

Los miembros están juntos de cinco a siete veces por semana: levantan pesas cuatro veces a la semana y asisten a sesiones de entreno Krav Maga obligatorias cada miércoles por la noche. También hay una lista de reglas obvias que incluye cosas como nunca tocar la chica de otro miembro o no robar del club. Como en muchos MC’s (obviamente de ‘Motorcycle Club’ y no ‘Maestro de Ceremonias’) se llaman hermanos entre ellos, y no pude librarme de la impresión de que el club significa más para algunos de ellos que sus propias familias. Si a uno de estos tíos lo meten en la cárcel –como un 1%ero está ahora mismo–, le apoyan económicamente durante y después de su encarcelación.

Cuando hablé con el Presidente Schlaffer, fue muy abierto en cuanto a su propio pasado neo nazi. Era el dueño de dos tiendas de ropa y accesorios derechistas en Wismar, llamadas Werwolfshop y H8 Delivery Store. En 2005 estableció el “Werwolf Club”, una alianza de jóvenes skins, conocidos por el constante y violento acojonamiento que ejercían sobre los ciudadanos más tranquilos del pueblo. “Ahora siempre sonrío cuando pienso en ello”, admitió, “pero lo que tenemos aquí nunca hubiera existido sin ese club.  Por eso no condenamos a ese periodo. No vamos a taparnos los tatuajes”.

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Y, consciente de que cualquiera puede buscar sus nombres en google, añadió retóricamente: “¿Por qué deberíamos pretender que todos tenemos buenas intenciones o explicarles a todos lo que son los 1%eros?  No queremos ser parte de la sociedad, queremos hacer nuestras propias leyes y vivir bajo ellas. Tenemos algunos recuerdos muy buenos de esos días, pero perdimos el aspecto político y al final no hacíamos mucho más que beber. Todo culminó un día por año nuevo, cuando alguien de extrema derecha fue asesinado por uno de dentro. No tuvimos nada que ver con eso, pero esa sensación de caos y anarquía era muy preocupante y nos dimos cuenta de que las cosas no podían seguir así”.

Hace dos años, fundaron Schwarze Schar (también conocidos como los Black Brunswickers), que toma su nombre de un cuerpo de voluntarios reunidos para luchar por Napoleón. Las iniciales ‘SS’ también han llegado a representar la discutible reputación del grupo. Entre los miembros del club ahora hay gente con un pasado neo nazi y otros que no lo comparten para nada. Hacen barbacoas enormes abiertas al público con espectáculo de fuego, camareras en topless y un saludo a cada invitado. Pero no intentan convertir a otros a su propia ideología, sea la que sea ahora, sino que están orgullosos de ser una comunidad pequeña en la que cuesta infiltrarse.

“La comunidad de 1%eros es una sociedad que hace sus propias leyes y se maneja bajo su propio reglamento. Eso no quiere decir que todos los 1%eros sean criminales que infrinjan la ley, sino que forman una sociedad paralela—y lo voy a decir, aunque suena muy radical—no les importa una mierda las reglas o las leyes de los otros”, explicó el vicepresidente del grupo. Carlo, el sargento de armas que está a cargo de la disciplina dentro y fuera del club, añadió: “Nosotros seguimos las leyes del país, pero las del club nos importan mucho más. Si se tiene que infringir alguna ley para el bien del club, se infringe”.