FYI.

This story is over 5 years old.

primavera sound

Borrachos de amor con Sharon Van Etten

Mientras trabaja en su nuevo disco 'Are We There', pasamos la noche en el bar con la cantante y compositora e intentamos entender amor y todo lo que conlleva.

Llevamos como una hora de conversación cuando me doy cuenta de que he bebido un poquito más de la cuenta.

“¿Crees que tu música es…?” divago, sin terminar la frase. Sharon Van Etten me mira con sus grandes y profundos ojos marrones. Vuelvo a intentarlo. “¿Crees que tu música es… Bueno, ¿consideras que tu música es…?”

Se produce otro silencio.

“Creo que no entiendo la pregunta”, me contesta, con una sonrisita.

Publicidad

Me disculpo, porque estoy avergonzado, porque es mi trabajo como periodista saber qué tengo que decirle a la gente que entrevisto, pero ya he perdido la cuenta de las cervezas que he bebido. Estoy frustrado por no ser capaz de dar con las palabras adecuadas para preguntarle a Sharon Van Etten de dónde vienen sus maravillosamente trágicas canciones de amor, algo que me he repetido a mí mismo que debo saber para poder entenderla mejor. Aunque tiene cierto sentido que no sea capaz de formularle la pregunta porque es una pregunta que nadie puede contestar. ¿De dónde viene esto? ¿Qué significa? ¿Por qué existe el desamor? La respuesta a estas típicas preguntas que todos nos hacemos siempre es mucho más sencilla de lo que parece, a pesar de que nadie haya sido capaz de concretarla en palabras.

“Una canción como ‘Your Love Is Killing Me’, por ejemplo”, digo mientras pongo las manos sobre la madera que hay frente a mí. “¿De dónde sacas el coraje para escribir algo como ‘Break my legs so I can’t run to you’? Es de una sinceridad aplastante”.

“Your Love is Killing Me”

Estamos a principios de marzo y fuera el frío es terrible. Somos las dos únicas personas del bar, una tranquila coctelería de Greenpoint, Brooklyn. Sharon había llegado unos minutos tarde, disculpándose reiteradamente por haberme hecho esperar. Vestía de negro —abrigo, bufanda y jersey—. Le pide al camarero que le sirva un cóctel de su elección que llevara tequila. Quería beber como si fuera verano para olvidar que en el exterior era como la Antártida.

Publicidad

Sharon se detiene un instante tras formularle la pregunta, organizando sus pensamientos para poder transmitirme su mensaje de forma clara y precisa. Momentos después llega su respuesta.

“No, no. Es bueno. Es bueno. Seamos realistas”, dice entre risas. “Cuando me siento a escribir no es del rollo, vale, me siento a escribir ahora mismo. Es más bien como una terapia para superar toda la mierda que he pasado. La canción que has citado va sobre… como… el amor insano, ¿sabes? Es como intentar visualizar cuando buscas a alguien, aunque te destroce emocionalmente, esperas a esa persona. ¿Quién no ha pasado por eso? ¿Quién no se ha enamorado de alguien aun sabiendo que no estaba bien?”

Crédito de foto: Jessica Lehrman

Esa es la pregunta que la música de Sharon Van Etten siempre ha hecho, y su cuarto álbum, Are We There, publicado el 25 de mayo a través de Jagjaguwar, continúa planteándose las mismas dudas. ¿Quién no ha estado en una horrible relación marcada por una sucesión de malas decisiones? ¿Por qué nos empeñamos tanto en tratar de unirnos a personas que acaban haciéndonos daño? El tema con el que se inicia el disco, “Afraid of Nothing”, marca la tónica de ese anhelo por romper con algo de lo que somos conscientes que debemos escapar, aunque no sabemos muy bien cómo. “I can’t wait / too afraid of nothing”, canta, palabras que se erigen en una declaración de su yo como artista. “I can’t wait / till we hide from nothing”.

Publicidad

Es condición humana buscar constantemente formas diferentes de hacer que las cosas en nuestra vida permanezcan como están, incluso a sabiendas de lo nocivas que puedan ser. A veces ser persona es una puta mierda, y Sharon Van Etten entiende ese sentimiento.

“Escribo canciones muy intensas y que son terapéuticas para la gente”, asegura. Cuando habla de su música y sus emociones, suele usar palabras como “nosotros” o “todos”. Es como si quisiera que el mundo entero supiera que no pasa nada por sentir lo que sientes. A todos nos ha tocado vivir esta vida extraña, independientemente de qué camino tomemos. No debemos avergonzarnos.

“Todos estamos un poco jodidos, ¿sabes?”

“Todos estamos un poco jodidos”, repito.

“Pues sí”, dice categóricamente. “Y no pasa nada.”

Crédito de foto: Jessica Lehrman

Y la verdad es que no pasa nada, pero es algo que olvidamos a menudo. Estamos siempre atrapados en nuestra rutina diaria, intentando averiguar, entender por qué ocurren algunas cosas y por qué otras no ocurren. Y si hay algo de lo que esta artista de 33 años sabe es sobre estar jodido. Su primer disco, Because I Was in Love, publicado en 2009, sirvió no solo para ilustrar su talento como vocalista y compositora —en una muestra extraña y audaz de emociones viscerales—, sino también para poner fin a una tóxica relación de tres años mientras estaba en la universidad en Tennessee, antes de mudarse a Nueva York para empezar una nueva vida. Nunca ha hablado muy abiertamente de ello, pero los que conocen su historia sospechan que la relación era problemática hasta extremos que no conviene revelar a la prensa. Cuando le pregunto por esa época, Sharon habla con autoridad.

Publicidad

“No soy ninguna víctima”, afirma. “Lo he superado y he salido fortalecida. Aunque mis canciones sean densas y oscuras, son inspiradoras. Por eso las escribí. Por eso me siento mejor. Quiero ser capaz de hablar de mi pasado de forma más abierta, pero está el problema del papel de víctima. A mí me interesa mucho más el proceso y cómo la música puede ayudar a la gente, en general. No se trata de la historia que hay detrás.”

La historia detrás de Are We There trata sobre la reafirmación de la individualidad, sobre dejar atrás y a la vez abrazar el pasado y su origen como artista y compositora. “Este disco refleja mejor que ningún otro lo que soy actualmente”, me cuenta. Muchos de los temas hablan de la larga relación, llena de interrupciones, que tuvo durante unos cinco años. “Él me apoya mucho”, apunta quedamente. “Pero está destrozado, porque ahora no podemos llevar una vida normal”.

Desde el punto de vista musical, Are We There representa su mayor esfuerzo en solitario. En sus otros álbumes siempre ha contado con la ayuda de otros, sobre todo de su amigo Aaron Dressner, componente de The National, quien produjo su tercer disco, Tramp. En esta ocasión, Sharon ha tomado las riendas y se ha puesto a cargo de la producción.

“Every Time the Sun Comes Up”

Quizá por eso este álbum, grabado en un periodo de nueve meses, es el que mejor retrata a la artista. Are We There es un álbum centrado. Es más completo que cualquier otro que haya grabado, pero a la vez más hueco. El disco destila su esencia e innegable sinceridad.

Publicidad

“No soy una persona triste y deprimida”, asegura. “Por eso hago esto.”

Me rio de su actitud desenfadada ante todo, pues de nada sirve dar sentido a sus pensamientos. Sharon es divertida, un poco como la vida. Me cuenta que, antes de tocar la guitarra, quería ser cómica. “Me gusta pensar en voz alta”, dice. Se le da bien. Tiene talento para soltar lo que le pasa por la cabeza sin esfuerzo alguno.

“No pasa nada por estar triste”, continúa. “No hay nada malo en sentirse sombrío. Es bueno que te cuestiones lo que está pasando en tu vida. Creo que hay mucha gente cerrada emocionalmente y pienso que, en cierto modo, es normal dada la forma en que vivimos. Pero yo soy muy emocional y me gusta hablar sobre mis sentimientos, sobre todo con mis amigos y familiares”.

Crédito de foto: Jessica Lehrman

Continúa hablándome de la novela Pollyanna, toda una institución en su vida, de la que ha extraído la filosofía de buscar el lado positivo de las cosas en cualquier situación. Yo sonrío y tomo nota del tequila que se pide, para sobrellevar los 10 grados bajo cero que hay fuera.

“Creo que no hay lugar para la negatividad. Las cosas no pasan porque tenían que pasarte. Esa idea es una mierda. Hace poco se suicidó una amiga mía y pensé, vaya mierda. Pero, ¿por qué lo hizo? Pues porque su familia estaba jodida. Ella era el producto de unos padres negligentes y capullos. Si piensas en todo eso y en lo que te conviertes a partir de ahí, todo se reduce a ti.”

Publicidad

Me tambaleo hasta el servicio, pero me dejo la grabadora encendida. El camarero, también músico, con el pelo negro y chaqueta vaquera, se acerca a Sharon y se presenta. Bueno, técnicamente, se vuelve a presentar.

“Nos conocimos hace un rato en un concierto”, dice, supongo que con una sonrisa en la cara. Se llama Mikey.

“Estaba pensando que te conocía de algo”, dice ella, supongo que también con una sonrisa.

Él pregunta cómo va la entrevista, si se siente incómoda con tanta pregunta.

Vuelvo del lavabo y ambos me reciben con una sonrisa. De fondo suena Fleetwood Mac, y de repente me viene a la cabeza ese vídeo de Stevie Nicks que tantas veces he visto. Es de principios de los 80. La están maquillando y lleva un vestido blanco. Después de una melodía de piano, Stevie empieza a tocar una guitarra imaginaria y a cantar el estribillo de “Wild Heart”, una de las canciones más vulnerables de su carrera, llena de canciones vulnerables. Al final del vídeo se ríe y da palmadas, sin ser consciente de lo impresionante que es su voz. Sonríe. Su presencia tiene algo cautivador. Está segura de sí misma, carente de arrogancia.

Crédito de foto: Jessica Lehrman

Vuelvo a sentarme y Sharon me trae de vuelta contándome la aplicación en la que siempre consulta el horóscopo. “Es estúpido, lo sé”, dice, “¡pero siempre acierta!”.

Ella es piscis. Me convence para que me baje la aplicación. Lo hago y leo mi horóscopo, géminis. Antes de leerlo, bromeo diciéndole que no debería confiar en mí porque mi horóscopo dice que tengo dos caras. “Pronto lo veremos”, dice.

“Vaya”, sonrío. Me mira y sonríe, también.

“¿De qué forma estamos todos relacionados? Sé bueno, sé amable”, dice, una vez más refiriéndose a todos nosotros en una sola frase. “No sé lo que significa, tío, yo solo escribo canciones”.