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Simon Ostrovsky habla de su detención en Sloviansk

Simon Ostrovsky, corresponsal de VICE que lleva varias semanas en Ucrania informando sobre el conflicto entre Ucrania y Rusia, fue capturado el martes pasado en Sloviansk. Después de su liberación, nos mandó este texto.

Simon Ostrovsky, corresponsal de VICE que lleva varias semanas en Ucrania informando sobre el conflicto entre Ucrania y Rusia, fue capturado el martes pasado en Sloviansk. Después de su liberación, nos mandó el siguiente texto.

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Los hombres armados que me habían retenido durante tres noches y tres días me liberaron el jueves en las calles de Sloviansk, al este de Ucrania. Mi liberación resultaba tan inexplicable como mi captura.

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La noche del lunes me detuvieron en un control y me sacaron del coche. Tras vendarme los ojos, me golpearon y me ataron las manos a la espalda con cinta. Después me arrojaron a una húmeda celda, todavía maniatado y con una capucha cubriéndome la cabeza. Allí pasé varias horas hasta que me llevaron a una sala, donde me acusaron de trabajar para la CIA, el FBI y para Sector Derecho, el partido ultranacionalista de Ucrania.

Me negué a darles la clave de mi portátil, así que me golpearon en el brazo con una porra. Cuando había logrado dormir en el suelo, unos hombres enmascarados entraron y me amenazaron diciendo que nadie me echaría de menos si muriera. Luego me propinaron varias patadas en las costillas antes de irse.

A pesar de ello, lo tuve muy fácil, porque me liberaron.

Durante las noches que pasé en cautiverio, una docena más de detenidos habían desfilado por la bodega del edificio de seguridad nacional ucraniano que habían ocupado los militantes prorrusos. Algunos de los capturados eran periodistas, otros borrachos, y algunos otros eran activistas ucranianos que había sido tan estúpidos o valientes como para acercarse a lo que ha acabado por convertirse en un verdadero baluarte de los nacionalistas rusos en Ucrania.

Solo llegué a conocer a unos pocos. Muchos de ellos habían estado encerrados en esa bodega más tiempo que yo. Llevaban casi dos semanas cautivos y probablemente todavía sigan ahí.

Sus nombres son Artyom Deyneha, un programador informático al que habían sorprendido instalando una webcam frente al edificio en el que luego le retendrían; Serhiy Lefter, un periodista autónomo al que secuestraron en la plaza principal de Sloviansk a plena luz del día; Vadim Sukhonos, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sloviansk; y Vitaly Kovalchuk, exmiembro del cuerpo de autodefensa del Euromaidán, que acudió a Sloviansk por voluntad propia junto con un grupo de radicales de Sector Derecho para intentar arrebatarles armas a los militantes prorrusos. La operación no tuvo éxito.

Después de mi liberación, me enteré de que el líder de las fuerzas prorrusas en Sloviansk, Vyacheslav Ponomarev, aseguró a los periodistas que estábamos retenidos para ser usados como moneda de cambio en las negociaciones con el gobierno interino de Kiev. Todavía no sé qué consiguió a cambio de mi liberación, pero espero que no fuera mucho. Nadie debería poder tomar rehenes, independientemente de cuáles sean sus exigencias políticas.

Todo aquel que esté retenido ilegalmente en esa húmeda bodega o en cualquiera de los otros edificios controlados por la autoproclamada “República Popular de Donetsk” debería ser liberado o entregado a la policía de inmediato.