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Cultură

Sobreviví a hipotermias y planeadoras de narcos en el rodaje de ‘El Niño’

Zodiacs a 60 millas por hora, fardos de mentira requisados por la Guardia Civil y patines de helicópteros a la altura de la oreja. Un miembro de producción nos presta su diario de rodaje.

Un compañero de oficina al que no delataremos, ha fundado la religión SAC (Salud, Acción y Comedia). Nuestro compañero Gonzalo pasa ahora los días entre circuitos termales y películas de mamporros. Siguiendo su filosofía, nuestro último estreno favorito es El Niño, que lleva una semana de número uno con mejor entrada taquilla que Ocho apellidos vascos. A otro compañero de oficina que también mantendremos en el anonimato le gusta mucho el protagonista, Jesús Castro. Iván dice que el actor tiene “una mirada profunda”. Detrás de las cámaras no fue todo tan simple. Un miembro del equipo de producción -aquí sí que no mencionarrmos nombre- nos cuenta cómo sobrevivió al peor/mejor rodaje de su vida:

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“Son las 08:16h, hora canaria. Acabo de llegar a casa tras ¿15? horas de jornada de rodaje nocturno y estoy sentado en el salón con mis compañeros de departamento, los mismos con los que hice El Niño. Cosas buenas y malas de gremio: cambias mucho de compañeros, por lo que no te da tiempo a odiar a nadie, pero también sufres y palmas horas como nadie, así que cuando encuentras un buen equipo se te caen las lágrimas cuando no puedes trabajar con ellos.

Llevo toda la semana intentando rememorar mi trabajo en aquel thriller de narcos en el Estrecho. Me lo piden de VICE para publicar anécdotas de making of, pero a estas horas no tengo fuerzas para ser elocuente (menuda palabra de mierda) así que iré al grano: El Niño fue uno de los rodajes más acojonantes, duros y divertidos en los que he trabajado en mi vida y, creedme, llevo unos cuantos. Los he hecho más grandes, más pequeños, pero aquí todo encajó. Un equipo técnico y artístico superpro, supercanalla y superdivertido. Trabajar y divertirte hasta las últimas consecuencias, dejándote la piel (día y noche).

Vamos allá. Algunas cosas que sucedieron. Unos chavales de barrio haciendo de actores y pilotando las zodiacs mejor que los propios especialistas. Recorrer la bahía de Genoveses en tres zodiacs "del narco" (cortesía del Plan Nacional sobre drogas) a 60 millas por hora (una velocidad absurda, os lo aseguro). Sentir 1.000 cv debajo del culo mientras un helicóptero nos pone el patín detrás de las orejas y se nos meten los huevos en el bolsillo de la camisa. Ver a Tosar (con un par) colgado de un helicóptero, disparando y cagándose hasta en ***** como si llevara toda la vida haciéndolo (no, no son efectos).

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Después de ver llegar a puerto a un actor hipotérmico perdido en moto de agua y técnicos azules con las piernas en alto, ya nada te sorprende. Ni siquiera encontrarnos con 30 pasaportes en la mano en una caseta de la frontera de Ceuta, dos billetes de 20 euros en el bolsillo pequeño del vaquero, un pasaporte de refugiado saharaui en medio de estos y tres policías de aduana marroquíes jugando a Colombo. Tampoco estar encima del escenario en un concierto de Los Chichos y al día siguiente currando en las Bajadillas de Algeciras, con todos los quinquis como si fuéramos hermanos.

Al final te quedas con lo bonito. Con acabar descojonados de la risa con señores policías superpilotos (7.000 horas dan para controlar mucho) y haciendo un master de vuelo. Pero hay mil cosas más. Cosas incluso más punkis y peligrosas que estas, porque esas putas persecuciones no se ruedan solas. En los flashbacks de aquellos días aparezco en un polígono fronterizo viendo a quinientas mujeres cargando cajas mientras los moros les dan palos en la espalda como si fueran ganado. Policías con pulseras de espino y yo con cara de hostiaputa. Al día siguiente despierto, abro la ventana y contemplo ese puerto hijoputa y maravilla de Algeciras y La Línea. Viva su gente y su arquitectura.

Qué placer subir El Higuerón al amanecer cansado como una mona. Entrar y salir de Gibraltar como quien sube al baño un momento y que un mono te muerda y te roben. Y que lo encuentres y seguir corriendo follado con las lanchas de cuatro motores y ver tíos con las encías chorreando agua (imagínate los calzoncillos) después de una jornada nocturna haciendo el bruto por el mar y que llegue la Guardia Civil pensando que eres "de los malos de verdad". Tú con una "goma" llena de fardos (de mentira, claro, pero a ver como se lo explicas. Y, oye, lo bien que nos ha quedado.”

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