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Noisey

Sónar en femenino

¿Dónde están las mujeres en los festivales? HJ Darger responde a esta pregunta hablando sólo de las mujeres que vio en el pasado Sónar.

Kelela en el Sónar. Foto de Ariel Martini

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Hay varios topics literarios en la agenda festivalera que se parecen bastante a las previas publicitarias aparecidas en medios antes de estos. Temas reiterativos pero olvidadizos a la hora de encarar la experiencia presencial. Cuando la presencia física deviene mercancía con la que trabajar dejamos a un lado ciertas miradas. Por ejemplo, escribes antes del festival un par de cientos de palabras sobre los grupos menos mainstream que conforman el festival o sobre las corrientes de música postcoloniales y luego cubres los cabezas de cartel. En realidad, ahora que acabo de meterme en Google para echar un vistazo a las previas, sólo son tres topics: innovación, rarezas y FEMINISMO. En ocasiones, el tándem innovación y género van de la mano porque todos sabéis que el clítoris es algo todavía por descubrir.

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Mucho hemos apuntado con el dedito ;), sobre todo en redes sociales este año, la brecha de género existente en la programación española, pero pocas han sido las acciones y prácticamente nula la respuesta de dichos festivales a emprender actos de responsabilidad. Gracias a activistas de colectivos como Territorios de Nabos Sevilla, asiduas al festival homónimo y preocupadas por el bajón de calidad en los últimos años (cuyas acciones podéis seguir e incluso participar en su cuenta de Facebook o Twitter) se comenzaron a mapear carteles calculando las mujeres integrantes en ellos y contando todos los miembros de las bandas: los datos de visibilidad no alcanzan en su gran mayoría el 10%. DEAL WITH THAT! El porcentaje del Sónar en mujeres supera e incluso dobla al de la mayoría de los festivales, un 11,1% que aprueba raspado el 10% que debería ser obligatorio.

¿Dónde están las mujeres en los festivales? Estamos entre el público, estamos poniendo las cervezas, estamos currando como prensa, estamos en los stands de info, marketing, publicidad o producción, estamos haciendo que los festivales funcionen pero no estamos sobre los escenarios, del mismo modo que no somos editoras de medios para los que trabajamos o CEOS o curadoras de contenido en la inmensa mayoría de ellos.

Y después de estas reclamaciones en redes te dan una acreditación, entras al festival y tienes que ir a cubrir a pollasblancasviejas como Richie Hawtin o New Order como si te fuera la vida en ello, o en el mejor de los casos si tu jefe es muy moderno, igual te deja cubrir algunos pollasnegras que están bastante de moda :). PUES MIRA, YA VALIÓ. Para todas esas mujeres con las que me he cruzado currando en festivales y, porque lo de visibilizar no se quede tan sólo en un tuit o un estado de facebook, este año que voy al Sónar sólo pienso cubrir y hablar de mujeres.

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Comencé el festival en la conferencia de Kate Crawford, investigadora del centro Microsoft en NY, escritora para el Times con un libro publicado en la Yale Press, un disco en el horno y el copón bendito entre las piernas + una pelirroja cabellera en algo titulado: "Vigilancia, arte y la nueva ética de datos". Esto refuta aquella hipótesis que dice que: las mujeres no son lo suficientemente buenas para estar en festivales, con otra iluminación injusta: no basta con ser suficientemente buena, has de ser LA MEJOR para estar, como Kate. Hay que ser mujer platónica cuasi irreal.

Me pregunto si estas charlas del Sónar+D llevarán un manual de estilo. Todas van cortadas por el mismo patrón: Un poco de tecnología, un poco de memes y un poco de ironía. Crawford exponía con ejemplos los tropos algorítmicos de una inteligencia artificial todavía en pañales como el error de Facebook en la sugerencia de etiquetar a negros como gorilas o por qué la acumulación y experimentación con big data ha derivado en una de sus miles aplicaciones en un programa que intenta elaborar una lista de refugiados con firme potencialidad de llegar a convertirse en terroristas en sus nuevos países de acogida. :____ Kate también repetiría en varias ocasiones que son los hombres blancos, ricos y de mediana edad aquellos que más temen a la tecnología, o las huellas trackeables en ella. Los mismos hombres que montan los congresos sobre I.A. LOL.

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La charla de Kate anticipaba un poco la dinámica de todo el Sónar, como unos títulos de crédito minimalistas: Mucho hype, pocos momentos de disfrute y la sensación de estar asistiendo a algo tan obvio que no le encuentras la gracia. ¿Esto es todo? Sí. ¿Y qué hace la peña poniendo cara de experiencia mariana? No lo sé muy bien, todavía sigo preguntándome.

A continuación y antes de bajar al primer concierto, me di una vuelta por la expo del Sónar Planta en la que Ruth Jarman artista del dúo Semiconductor convierte movimientos sísmicos y geográficos en vídeo + imagen en pantallas de cinco metros. <3 La sensación es parecida a la de estar ante un Sigmar Polke o una carpeta de papel desteñido que hacías en los campamentos.

Es paradójico que las mujeres más esperadas del Sónar tengan bastante menos que ver con la electrónica que con el erotismo y la sensualidad que despierta el revival r&b con Kelela, Svedaliza y La Fawandah al frente. Hay un espacio para propuestas femeninas sí, pero que sea sexy. XD Empoderadas puede, hipersexualizadas un poco también. Svedaliza para mí fue la sorpresa del festival, llevándose por delante la actuación de Kelela que se quedó algo corta por falta de voz, abusando del playback en los primeros diez minutos. No quiero pensar que habría podido hacer Svedaliza entre las cortinas lynchianas de otro escenario y con un horario más adecuado. Comenzando la actuación por el tema "Marilyn Monroe" y seguido de "Haunted" fue desgranando un setlist bastante generoso. El público le hizo los coros en "That Other Girl" o "Haunted". Bailando en chándal, soltándose el pelazo como una diosa persa o paseando y enamorando a los asistentes en una versión algo más libre y descargada del instrumental en la canción "The Inside" parecía que le sobraban músicos y le sobraba voz para el Dome. Quizá le faltó algo de amor en la parte visual con esas visuales maravillosas a las que nos tiene acostumbrados y algún guiño rapero como el tema en colaboración con Rome Fortune.

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Tras superar la primera mitad de actuación con un speech "cumple y persigue tus sueños, yo era teleoperadora hace tres años" al más puro estilo coaching libro de auto-ayuda, (lo que al público del Sónar nos viene que ni pintado…) durante el cual, no vamos a ponernos duros, casi se me saltan las lágrimas, Kelela conseguía meterse la audiencia en el bolsillo tirando de viejo repertorio. Más sobria, poco habladora y en una pose que todavía no corresponde a la madurez escénica de la artista dejó caer "Rewind", "Bank Head" o "Do it Again" sin pausa alguna, marchándose cuando más disfrutábamos la actuación y sin dejar lugar a duda de que fuese a haber algún bis .

Al salir de Kelela y encontrarnos con otra maravillosa mujer de las que no pueden faltar en festivales, caí en la cuenta de haberme perdido la exhibición de Lady Lesshur. Por suerte A. que había estado allí nos comentó que más alejada del rollito sexy, Queen Leshurr había irrumpido en el Sónar con exactamente treinta minutos de agresividad, freestyle o covers de Rihanna o Skepta sin necesidad de reclamar ningún puesto en una escena de rap que lleva su nombre a fuerza de mixtapes.

Durante esos minutos Black Madonna hacía lo propio en el village, una playlist bastante cansina de house con algún tema queer donde la música era casi lo de menos. Qué sé yo tronco, en verdad por lo menos había un espacio mínimamente politizado, hacía sol y podías llegar a imaginarte lo que hubieran sido los buenos y pasados años del sonar.

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Gazelle Twin es una movida bastante guapa, cantan a las mil maravillas y mientras tanto hacen una performance sobre cintas de gimnasio con visuales en autopistas y centros comerciales. Las referencias curatoriales a la deriva, el situacionismo y el tránsito entre no-lugares como realidad angustiante puede que esté muy vista para el hall del MACBA, pero oye, en el SONAR todavía cuela de lujo. Aplausos.

No llegué a los conciertos de Sobrenadar y Awwz (mil perdones al talento patrio) pero programar a la una y a las dos de la tarde a las pocas mujeres que conforman el cartel es de malas personas. De las 18 mujeres que existen en el cartel del Sónar, 11 tocaban antes de las seis y media de la tarde, el Sónar noche era literalmente un campo de nabos. Cruzando el village con un Guincho sin apenas sonido llegué justo a tiempo para ver a Sappire Shows sufriendo por sacar adelante un set con problemas técnicos en el que las atmósferas más orgánicas que llevaba en la librería, selvas, cascadas, piar de pájaros y demás sensaciones envolventes quedaron subordinadas a un par de samples y un nerviosismo en la voz bastante traicionero a la hora de entonar.

De aquí en adelante el cartel en materia femenina comienza a flaquear, de tal manera que has de enfrentarte a horas y horas de destierro vaginal. Sólo una superheroína podría mejorarlo y así fue la alcaldérrima Ada Colau. Sí, vamos a decirlo, Ada Colau fue una de las actuaciones estelares del Sónar, se hizo fotos con todo Cristo, se paseó sonriendo mientras Ata Kak sonaba de fondo. Foto con el Guincho, foto con media prensa, foto con nosotras… ella sonreía ahí con su outfit normcore contenta de estar no se sabe bien donde junto a un futbolín de seis metros en la gilipollez más grande creada para entretenimiento, hablo de la zona profesional, no del futbolín.

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Tras el mindfuck Colau llegué algo tarde a la propuesta de Myriam Bleau en el Auditori, un espectáculo de luz, sonido y movimiento a través de una especie de trompos que contienen distintos samples y paisajes sonoros. Ella va haciendo girar unos y otros como maestra derviche componiendo sesiones y micronarrativas muy interesantes <3 Love Myriam.

Ya en la sala de prensa sin batería, tras sortear la puta feria de estructuras geométricas con formas de crisálidas leñosas y con las fuerzas y las ganas mínimas de escuchar a Santigold el destino me reservaba la última sorpresa del festival. Ahí mismo, en mitad de la sala presentada por lo que parecía una empresa de licencias y royalties chunga, aparece NoirÊve. Jovencísima italiana protegida de Redbull que interpretando con guitarra, Ableton y voz un par de temas que había sacado tan sólo un día antes del Sónar, entre el trip-hop y el pop puso el broche final a mi tarde, permitiendo escapar viva de Underground Resistance.

En cualquier caso como está claro que las mujeres en el Sonar apenas están presentes o sólo lo están de tarde, una servidora se va a ir despidiendo de esta crónica, antes de que me den las doce y me convierta en defensora de una sesión de siete horas cualquiera. Gracias por los pequeños intervalos de visibilidad, gracias a las camareras del Sonar eran en su mayoría mujeres, gracias a las chicas de info que también eran dos mujeres y a todas esas barcelonesas empoderadas vestidas de negro que no se dejaban achantar en la pista.

HJ Darger es mamá de Visual 404. Puedes seguirla en twitter.