FYI.

This story is over 5 years old.

Noticias

Encuesta

JUAN Cuéntame tu experiencia más cercana a la muerte. Fue una noche de Navidad, salí con mi novia y una amiga. Fuimos a una discoteca, entré en el baño y me encontré a un amigo. Le saludé. Había otro chico, iba muy drogado. Le toqué en...

ENTREVISTAS Y FOTOS DE JANIRE M. CABRERA

JUAN

Cuéntame tu experiencia más cercana a la muerte.

Fue una noche de Navidad, salí con mi novia y una amiga. Fuimos a una discoteca, entré en el baño y me encontré a un amigo. Le saludé. Había otro chico, iba muy drogado. Le toqué en el hombro y me dijo que no le tocase. De pronto se giró y me dio un puñetazo en la nariz. Los de seguridad me dijeron que si yo quería lo echaban. Dije que no. Me limpié la sangre y entonces vi que el tío venía otra vez a por mí, así que le devolví el puñetazo. Los seguratas me echaron a mí. Resultó que la gente de la discoteca eran amigos suyos, típicos tiarros de los que van al gimnasio. Me persiguieron y empezaron a romperme botellas en la cabeza. Unas tres botellas. Me puse a correr y a gritar. Apareció un chico con una camioneta, se bajó con un arma y pegó un tiro al aire. Me subí a la camioneta y me llevó a casa de mi abuela, que estaba cerca.

Publicidad

¡Joder! ¿Qué pasó después?

Una amiga vio que subía a una furgoneta con un tío que tenía un arma y pensó que me iban a matar. Se lo contó a mis amigos y empezaron a buscarme. Mis padres también, me buscaron por hospitales y funerarias.

¿Y al final?

Nada, acabé durmiendo borrachísimo en la habitación de mi primo en casa de mi abuela. Al día siguiente me encontraron ahí. Tenía 25 llamadas perdidas. Mi abuela me dijo: “Mira, 25 balas perdidas”.

LEEMOR ¿Cuándo has estado a punto de estirar la pata?
Una vez perdí el control del coche en la autopista, y el coche quedó orientado de cara hacia los coches que venían detrás mío. Yo tenía unos 18 años e iba a casa de un amigo. Un par de coches estuvieron a punto de embestirme pero ni me tocaron. Gracias a Dios. ¿Fue culpa tuya? ¿Ibas demasiado rápido, quizá?
No, qué va. Iba a unos 70 o 80 km por hora como mucho. Mmm… ¿Ibas escuchando música a todo trapo? Eso distrae mucho.
Creo que sí, teníamos la música puesta. Pero no recuerdo que estuviese especialmente fuerte, esto pasó hace como 10 años. Vamos, que más o menos fue culpa tuya. ¿Qué le pasó al coche?
Nada. Fue increíble. Venían coches por dos carriles de cara hacia mí, pero todos se pararon y me dejaron dar la vuelta. Yo estaba como ida, en estado de shock, con la boca abierta y pensando, “No puedo creer que me esté pasando esto”. Seguí mi camino diciendo que “no” con la cabeza todo el rato. Fue surrealista. ¿Dejaste de conducir tras el incidente?
No. Soy así de fuerte. ¿Qué hiciste después?
Seguí hasta casa de mi amigo. Le conté lo que me había pasado y nos fumamos un porro gigante.

Publicidad

TANO

¿Alguna vez has mirado a la Parca directamente a los ojos?

Pues sí. A ver, ¿por dónde empiezo? A los cuatro años me subí a una pared de cal y me caí. Dos años más tarde me atropelló un coche, tengo una cicatriz enorme de recuerdo. Después me fui a Italia con mis padres, vivíamos en una iglesia y con una cerilla prendí fuego a un bidón de disolvente (era una zona industrial). Sufrí un montón de quemaduras, pero también me salvé. Luego tuve una temporada un poco más tranquila…

Vaya con el niño. ¿Y de mayor? ¿Alguna otra experiencia al borde de la muerte?

Una vez, salía yo de casa de mi novia, súper dormido, y caminaba por el barrio de Constitución en Buenos Aires. Había también dos hombres andando, uno joven (de mi edad, más o menos) y otro mucho más mayor, cada uno andando por un lado hasta que de golpe se juntaron. Uno llevaba una bolsa y el otro me sacó un cuchillo con mango de madera y muy oxidado. Me espabilé de golpe, créeme. ¡Casi me muero del susto!

¿Y a qué tienes miedo ahora?

Al dentista, a que me saquen sangre y al avión.

BERTA ¿Cuál ha sido la vez en la que más cerca has estado de irte al otro barrio?
Una noche en el Razzmatazz, hará cinco o seis años. Creo que pinchaba Sideral. Iba para fuera con mis amigas y nos encontramos a un compañero de clase de una amiga. Nos invitó a unas rayas. Al momento, nos pusimos malísimas y tres de nosotras empezamos a deshidratarnos y a vomitar hasta la primera papilla. Parecía el fin del mundo. ¿Y dónde se metió el chico?
El muy cabrón se metió en el Razz y nos dejó ahí. ¿Qué pasó luego?
Estábamos fatal. Nos sentamos en la calle y nos fumamos todos los porros que teníamos. ¿Os auxilió alguien?
Sí, un chico que pasaba por ahí, algo mayor que nosotras. Nos preguntó si estábamos bien. Nosotras sólo pudimos vocalizar que necesitábamos agua y le dimos un billete de 20 euros. Nos trajo cinco botellines de H2O y el cambio. Tuvimos suerte, era muy simpático. Por curiosidad, ¿habéis vuelto a ver al buen samaritano del Razz?
No. Aún no era época de Facebook. Sólo recuerdo que no tenía pelo. Pero nos salvó, nos salvó…

Publicidad

HUGO

¿En alguna ocasión tuviste la certeza de que ibas a espicharla?

Sí. Fue en el colegio, cuando tenía unos 13 o 14 años de edad. Estuve saliendo con una chica durante dos o tres semanas hasta que un buen día me enteré de que era la novia del jefe de una hinchada de fútbol, un tipo malísimo. Total, que el tío me andaba buscando y yo me escondía, hasta que un día, volviendo a casa, me agarraron, él y su panda de matones. Nos pegaron muchísimo, a mí y a mis amigos también. A mis amigos, por eso, los dejaron marchar al cabo de un rato. Pero a mí no, a mí me querían matar de verdad. Así que me llevaron a un puente. Debajo había unas cloacas. Y me tiraron a las cloacas con el uniforme del colegio puesto y todo.

¡Con el uniforme puesto! ¡Cuánta crueldad! ¿Qué pasó?

Al cabo de una semana, cuando pude volver a caminar, fui a buscar a mis amigos para preguntarles por qué me habían dejado solo.

¿Y qué excusa pusieron?

Pues nada, qué iban a decir. Demostraron ser unos cagados, está claro. Y eso que—ahora vas a flipar—¡dos de ellos hacían taekwondo!

Jajajaja.

FERNANDO Explica alguna vez en que estuvieras con un pie en el otro lado.
Estaba en Argentina. Iba circulando en bicicleta, escuchando música tranquilamente con los cascos, y entonces vino un coche rapidísimo por delante y me atropelló. En bici no hay que ir jamás con cascos, recuérdalo. ¿Se bajó a ayudarte?
Sí, se bajó porque también estaban por ahí mis padres y lo querían matar. Resultó que los que conducían eran dos abuelitos de 80 años, así que al final no pasó nada. Pero estuve en primeros auxilios más de una semana, eso sí. ¿Cuántos años tenías por aquel entonces?
¡Buah! Unos 11 o 12 años. ¿Y esa es la única vez que te has visto casi muerto?
¡Buffff! No, de hecho hubo otra, en una de las fiestas del Nasty Mondays. Está muy relacionada con los tripis… Ay, las drogas… Cuenta, cuenta.
No, mejor no. Venga, hombre…
¡Que no!

Publicidad

URKO

¿Cuántas veces has estado a punto de diñarla?

Más de una, eso seguro. Pero recuerdo una con especial terror…

¿Qué pasó?

Creo que estaba en un Ibilaldi (típica fiesta vasca) e iba bastante pedo… Me subí a un castillo hinchable de esos que tienes que bajar resbalando el culo por una cuestita. Pero me pasé esa bajada y me tiré por la siguiente cuesta, ¡que era una caída en picado! Con toda mi borrachera no veas lo aturdido que me quedé.

Tranquilo, esas cosas pasan. ¿Pudiste levantarte?

Después de un rato. Por un momento creí que me quedaba tieso ahí. Mis amigos estaban flipando.

¿Te has vuelto a subir a algún castillo de esos?

No, ni loco me vuelvo a subir a nada con la borrachera. Además, desde entonces tengo un vértigo que flipas… Imagínate, mientras caía vi La Luz.

¿Oíste una voz de pito que te decía “Ven hacia la luz, ven hacia la luz” con música de Jerry Goldsmith de fondo?

No, sólo alcancé a oír un “¡hostia!” que soltó alguien.

SANDRA ¿Estirar la pata ha sido para ti una seria posibilidad?
Sí. Este verano. Fui a estudiar a Nueva York y estaba en un campus enorme, con mucho jardín y esas cosas. Una noche estábamos bebiendo y fumando despidiendo a un amigo que volvía a Chile y, entre todos había un chico francés por el estábamos todas colgadísimas. Yo me llevaba genial con él. Bueno, pues me comentó si le quería acompañar a la habitación. Me puse nerviosísima y le pedí a una amiga que me acompañase a la mía, a él le dije que volvía enseguida. El corazón se me puso a mil revoluciones, desde el otro lado del pasillo se oían los latidos. Según abrí la puerta me tiré en un colchón que teníamos en el suelo. Lo pasé fatal. Creía que me moría ahí mismo de un ataque al corazón. Sólo podía pensar en cómo le explicarían a mi familia y amigos lo que me había pasado. ¿Cómo terminó la cosa?
Pues nada, no me pude despedir del chico que se iba a Chile. Me despertaron temprano mis compañeros porque nos íbamos a Washington. Me levanté amarilla y con dolor en el pecho. ¿Y qué pasó con el francés? ¿Hubo más oportunidades?
Muchas, pero me alejaba de él porque me daba miedo. Aquí en España tenía un chico que me encantaba y no estaba preparada para estar con nadie más. Vaya, una chica decente. ¿Se te ha vuelto a poner el corazón a mil por hora alguna vez?
Sí, cada vez que alguien me da el típico susto tonto. También si bebo o fumo mucho. El médico dice que tengo los bronquios cansados y el corazón débil.