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Mala Mierda

Fui el fotógrafo personal del general boliviano Hugo Banzer durante su campaña presidencial de 1997. Después de que ganara, le pedí que me enviara a algún sitio a documentar algo interesante. Eligió la provincia de Chapare, en el departamento de...

Fui el fotógrafo personal del general boliviano Hugo Banzer durante su campaña presidencial de 1997. Después de que ganara, le pedí que me enviara a algún sitio a documentar algo interesante. Eligió la provincia de Chapare, en el departamento de Cochabamba, donde me integré con la Unidad Móvil Policial para Áreas Rurales (UMOPAR) desde 1997 hasta 2001. En su día fue una unidad subsidiaria de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico de Bolivia altamente especializada y financiada por la DEA, y mi tarea era documentar su eficiencia y éxitos.

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Por aquel entonces, la región producía más hojas de coca que prácticamente cualquier otro lugar del mundo. Hoy en día esos tiempos se conocen como “la época negra” por su peligro y por la sangre que derramaron los dos bandos. Yo sentía un gran respeto por aquellos hombres que se encargaban de limpiar la jungla. Compartimos sudor, sangre y disparos, y perdí allí a unos cuantos amigos.

Quiero aclarar que estas fotos no tienen nada que ver con la realidad de las fuerzas antinarcóticos de Bolivia en la actualidad. Los fondos para este tipo de operaciones se han reducido enormemente desde que Evo Morales –un antiguo activista pro-cocaína– llegó al poder. Por supuesto, la otra cara de la moneda es que el aumento de producción ha abaratado el producto final, y parece que la situación actual está llegando a un punto peligroso. Basándome en mi experiencia, creo que es muy posible que haya un aumento de violencia en la zona en los próximos años. Dejaremos que estas fotos sirvan como recordatorio de la destrucción que esto puede conllevar.

Una de las muchas operaciones de búsqueda y destrucción llevadas a cabo por UMOPAR y el ejército boliviano cerca del río Ichilo, en la región de Chapare, Cochabamba. Con el tiempo, esta cooperación antinarcóticos generó tres grupos: los Diablos Rojos se encargaban de las operaciones aéreas, los Diablos Azules trabajaban en los ríos, y los Diablos Verdes proporcionaban apoyo logístico.

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Cuando estábamos recogiendo, un soldado de UMOPAR me dijo, “¡Te has olvidado la bolsa de la cámara!” Le contesté, “No he traído ninguna bolsa.” La abrimos y encontramos una bola de un kilo de sulfato de cocaína. La debía haber abandonado ahí una mula al ver que había un puesto de control más adelante.

Unos “Leopardos,” como se conoce a los miembros de UMOPAR, destruyendo un laboratorio de procesamiento de pasta de cocaína. El propietario y sus trabajadores consiguieron escapar durante un tiroteo con las tropas.

Un laboratorio de procesamiento de pasta de cocaína arde mientras un Leopardo protege la zona. Muchas veces los traficantes regresaban al lugar de la redada para recuperar materiales y matar a las tropas que protegían la zona.

Un soldado de UMOPAR protege un terreno en Chimoré donde se destruyeron toneladas de hojas de coca y pasta base de cocaína. Los traficantes que tienen la suerte de escapar a veces vuelven para matar a las fuerzas antinarcóticos.

Estos fardos de pasta de cocaína se encontraron en unos compartimentos secretos de un autobús civil. Cada uno contenía más o menos medio kilo.

Grandes cantidades de productos químicos (como acetona y éter) para fabricar cocaína y otras drogas solían llevarse desde la región de Chapare a las afueras de la ciudad de Oruro, donde a menudo se destruían con C-4.