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Travelos Y Mazmorras

El mundo de la moda, acusado de superficial, tiene como epicentro ese exceso de estupidez que normalmente define a los jugadores de videojuegos en red. Puede que no te interese mucho saber quién diseñó los zapatos que tal modelo lució en ese

TEXTO DE PAUL-SIMON GEDDIS, FOTOS DE CHUS ANTÓN

El mundo de la moda, acusado de superficial, tiene como epicentro ese exceso de estupidez que normalmente define a los jugadores de videojuegos en red. Puede que no te interese mucho saber quién diseñó los zapatos que tal modelo lució en ese desfile de 1986 pero la industria está llena de datos de ese tipo. En realidad, sería mejor comparar este mundo con los nerds de Internet (personas que construyen Internet, no como nosotros que sólo nos limitamos a usarlo). Saber cómo funciona algo te hace especial. Y también te aísla. La industria de la moda es como una cultura que piratea el poder de lo fabuloso. Tiene su propio sentido del humor, su propia actitud y, lo más importante, sus propios mitos.

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La imagen es el asesino de la industria de la moda, es el punto de intersección entre la industria y el mundo salvaje. Y Luis Venegas se ha dedicado toda la vida a estudiar la imagen. Desde el 2004 autoedita una brillante revista semestral llamada

Fanzine137

que resume quién es quién de los últimos 40 años de moda. Ha publicado entrevistas con todo del mundo. Por ejemplo: Ryan McGinley, Terry Richardson, Jack Pierson y David Armstrong. ¿Sabes ese callejero de 300 páginas que los taxistas londinenses deben memorizar al dedillo para poder trabajar de forma eficaz? Pues el interior del cerebro de Luis Venegas funciona un poco así. Pero con lentejuelas.

Todo esto sale del apartamento de una habitación que tiene Luis en el madrileño barrio de Malasaña, piso que comparte con su gran colección de revistas de moda (ya tiene 10.000, y subiendo), y una colección bastante guay de fotografía contemporánea. Realizamos esta entrevista en su sofá. Le llevé unos croissants pero no comimos ninguno porque él estaba a dieta.

Vice: ¿Estarías de acuerdo si te definiese como un nerd de las revistas de moda?

Luis Venegas:

Sí, supongo que sí. Sin duda soy coleccionista de cualquier cosa. Colecciono revistas desde que tenía 12 años. La primera revista extranjera que tuve era el número de febrero del 92 de

Vanity Fair

. En la portada salía Goldie Hawn subida en la trompa de un elefante, la fotografía la había tomado Annie Leibovitz. En esa época yo no leía los artículos, pero me encantaban las fotos. Para mí, las revistas eran para leer y guardar con cariño, eran como objetos preciosos que me permitían soñar con otros mundos, y también descubrir nuevos artistas. Pero no es que estuviera todo el día en casa leyendo revistas, también tenía amigos.

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¿Las revistas fueron lo primero que coleccionaste? Los niños suelen coleccionar cromos o pegatinas…

No, nunca me gustaron las pegatinas pero cuando tenía 9 ó 10 años, me atraía el mundo del cómic. Sobre todo los de Marvel, los cómics de superhéroes. Ah, y los He-Man, Skeletor y Master del Universo, esas cosas.

A mí también me gustaban. En realidad creo que eso era lo único que he coleccionado. ¿Cómo se produjo el salto de los cómics a la moda? ¿Te compraste ese número de Vanity Fair porque conocías a Goldie Hawn por sus películas?

Cuando tenía 10 años más o menos tuvimos nuestro primer tocadiscos en casa. Mi tío nos compró a mi hermana y a mí tres discos. Bueno, realmente se los compró para él mismo porque, ya sabes… Uno de los discos era de The Communards, otro era de Leonard Cohen, que para un crío de 10 años es algo así como “bueeeeno, vaaaale”. Y el último era

Géminis

, de Ana Belén. Me encantaba la portada, así que busqué en los créditos quién la había hecho. La foto era de Javier Vallhonrat y el diseño gráfico, de Juan Gatti. A partir de ese momento comencé a interesarme por quién había hecho qué en las fotografías que me gustaban.

¿Te leías todo de niño? ¿También las cajas de cereales y esas cosas?

Sí, sí que lo hacía, pero no me obsesionaba. Hacía las cosas que sigo haciendo, como sumar los números de las matrículas de los coches… Bueno, así que empecé a unir factores. Por ejemplo, descubrí que Juan Gatti también había hecho los carteles de las películas de Pedro Almodóvar, quien utilizaba en sus rodajes vestuario de Sybilla [diseñadora con la que trabajaría Luis Venegas durante cinco años]. Las fotografías de Sybilla las tomaba el propio Javier Vallhonrat, el mismo que había hecho la portada del disco de Ana Belén. En esa época [principios de los 90] hacía fotografías para

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Vogue España

y

Vogue Paris

. Descubrí a Annie Leibovitz a través de esas revistas y de

El País Semanal

. Lo que está haciendo ahora no me gusta demasiado—todo eso del retoque digital—pero en esa época las instantáneas eran muy directas. Como la foto de Whoopi Goldberg en la bañera llena de leche. Se trata de tener buenas ideas antes de disparar, y no tratar de arreglarlo después.

Así que en esa época me compré la revista ese mes, el mes siguiente y el siguiente, después empecé a conseguir números atrasados. Así empecé. Siento haberme alargado tanto en la explicación, pero es algo sobre lo que nunca había reflexionado antes.

Una de las cosas que más me gustan de Fanzine137 es que destacas el trabajo de gente que se mueve entre bastidores, y no sólo el de los grandes fotógrafos.

Hay personas que me gustan y que han tenido, y siguen teniendo, mucho éxito y también están los artistas que me gustan mucho pero no han tenido tanto éxito o reconocimiento. Es decir, una cosa es el talento creativo de una persona y otra muy distinta es saber gestionar ese talento. Hay personas que no son tan buenas a la hora de venderse a sí mismas pero eso no quiere decir que tengan menos talento.

En

Fanzine137

me interesan todas las partes del proceso que llevan a la instantánea final. Y, en cierta medida,

Fanzine137

trata un poco sobre mí, sobre lo que me gusta en un determinado momento. Aunque parece un poco estúpido decir esto, creo que estoy contando mi vida a través del trabajo de las personas que me han influido. Creo que podría ser una exposición, pero prefiero el formato revista.

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¿Y lo de “fanzine”?

La gente empieza fanzines porque hay algo que les inspira y quieren rendirle homenaje. Pues bien, mi homenaje es a todo color y tiene más páginas pero aún es un ‘zine donde publico las cosas de las que soy fan.

Al fin y al cabo, ambas son cosas impresas. Me encantó esa entrevista que le hiciste a Ruth Ansel.

Pues mira, el otro día pensé que esa era mi entrevista favorita.

Ella es, en muchos aspectos, la última superviviente de la vieja escuela de directores de arte. Antes de que llegase la autoedición.

Sí, aunque aún sigue en activo. Para mí es como Elizabeth Taylor, la última diva de Hollywood…

La industria de la moda siempre ha tenido ese halo de misterio. Pero contando las historias que hay detrás de las fotografías, ¿no corres el riesgo de destruir el mito?

No creo. Pienso que algo se mantiene vivo si lo recuperas del pasado y hablas de eso. Hace que la gente siga hablando de ello. Por supuesto, no puedes contarlo como ya lo habían contado antes. Lo interesante es encontrar nuevas formas de contar la vieja historia de forma que siga resultando interesante. Me encanta guardar algunos secretos e intento no contarlo todo. El misterio que rodea esas historias es lo que las sigue manteniendo interesantes. Lo que me gustaría hacer es volver a contar lo mismo de forma que un chico de 20 años pueda comprenderlo. Es una forma de contemporizar el pasado.

¿Te consideras un nostálgico?

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Es importante saber qué ha sucedido en el pasado y la nostalgia es desear algo que ya se ha ido para siempre. Eso no me interesa. En todo caso yo miro hacia el futuro—lo que va a suceder—y no hacia lo que hemos dejado atrás.

Con Electric Youth Magateen! parece que estás resucitando el concepto de supermodelo y fotógrafo estrella, pero eso ya no molaba tanto en los 2000.

¡No pensaba que eso hubiera pasado de moda! Quizás no salgo tanto por ahí como tú piensas. Si hablas de personas interesantes, la gente seguirá interesándose por ellas. Aunque es cierto que si antes había 10 fotógrafos fabulosos y después 300 que no eran tan buenos, hoy en día todo el mundo es fotógrafo. Todo el mundo saca fotografías y algunas de esas fotos son geniales y otras no destacan en absoluto. La verdad es que no pienso mucho en eso, sólo me centro en lo que me gusta.

Alguien, cuyo nombre no voy a decir, dijo que

EY!

le recordaba a la época de Warhol con

Interview

. Ya sabes, hacían una entrevista a un camarero en Studio 54 y después le sacaban una fotografía, y eso es a lo máximo que podían aspirar. Algunas de las entrevistas son con gente así, otras son con modelos profesionales. Estas revistas [

EY!

e

Interview

] tratan de descubrir lo que le interesa a la gente. Supongo que si le preguntas a los jóvenes de entre 17 y 21 años en qué andan metidos, podrás saber qué habrá en el futuro.

Teniendo en cuenta lo que has dicho de homenajear a los mitos del pasado en Fanzine137, casi sucede lo mismo con EY! Tienes la capacidad de crear tus propios mitos.

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¿Sabes qué? Nunca estudié nada de edición, no soy periodista ni he estudiado periodismo, así que todo lo que sé del mundo de las revistas lo he aprendido leyéndolas. He crecido intimidado por la capacidad de los editores de unir grandes talentos y grandes nombres. Creo que eso es lo que estoy haciendo ahora. Cuando era niño veía cómo hacían eso en las revistas y me gustaba mucho. Me di cuenta de que eso era lo que quería hacer. Poder hacerlo ahora es un sueño hecho realidad. Alguien me dijo hace poco, y estoy muy orgulloso, que la portada de

Candy

era “una de las mejores portadas de nuestra generación”. No es que me lo crea pero me anima a la hora de preparar el siguiente número. Y sí, me gusta que pueda producir ese tipo de reacciones.

Hace dos años no existían revistas como

EY!

en las que sólo salieran fotos de chicos guapos y preguntas cortas. Ahora hay unas cuantas. No me importa si me copian, pero en cierta manera fui pionero y quiero que la gente lo sepa. Mis colaboradores también marcan la diferencia de mi proyecto. Las revistas suelen usar nuevos fotógrafos que algún día serán importantes, pero ninguna publica a Steven Klein o Terry Richardson.

¿Cómo surgió la colaboración con Terry? [Hará las fotos del número de Nueva York de EY! a finales de año]

Bueno, ha colaborado en varios números del

Fanzine137

y cuando le comenté mi idea, dijo que lo haría en cuanto se lo dijera. También le pedí que hiciera fotos para

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Candy

, y lo hizo. Creo que

Fanzine137

me ha ayudado a tener cierta credibilidad ante quienes admiro. Obviamente, estoy enormemente agradecido así como sorprendido.

Algo que me intriga es que utilizas tanto instantáneas de gente como Terry como las superproducciones de alguien como Irving Penn.

No veo por qué hay que separar artistas. Lo importante es el talento de cada fotógrafo. Me gusta que puedas identificar rápidamente la obra de un artista, que tu ojo te diga quién ha tomado la fotografía. Eso pasa a veces con una megaproducción de Annie Leibovitz o con una de las fotos de flores de Daniel Riera. Ambas reflejan la personalidad de quien tomó la instantánea, y eso es lo que me interesa. No las fotografías sino el conjunto al que pertenece la imagen. De la misma forma, me interesa el mundo y la vida privada de todos y cada uno de esos artistas.

El postmodernismo nos ha animado a observar la imagen como un reflejo de cómo la vemos, más que cómo la ve el artista. Se ve desde un punto de vista completamente diferente.

Sin duda. Cuando alguien critica, pongamos, una foto de Terry Richardson, y dice que cualquiera podría haberla hecho, me cabrea bastante. Es un mundo que él ha creado y que no le pertenece a nadie más que a él. El hecho de que alguien, cuando estamos siendo bombardeados permanentemente por imágenes, tenga la capacidad de sacar fotos diferentes y, en cierta manera, lo representen como creador, es merecedor de toda la admiración y respeto.

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High School Musical

me puede gustar tanto como las películas de Michael Haneke. Todo tiene su lugar si está bien hecho, y eso no significa que sean cosas incompatibles.

Lo que me da rabia es cuando alguien copia el estilo de

High School Musical

o de Haneke. Si alguien ya lo está haciendo, ¿por qué no haces algo distinto? Lo mismo sucede con las revistas—todas tienen el mismo formato, el mismo diseño. Cuando veo algo que me gusta, pienso cómo puedo crear algo igual de creativo sin copiarlo.

Con Candy, tu nueva revista, parece que estás celebrando una nueva estética. No es como en la época de los 80, cuando todo era andrógino, o en los 90 cuando era lo masculino frente a lo femenino. Esta estética habla de chicos que se visten como chicas, y viceversa.

Cuando uso el término “transversal” quiero hablar de… El hecho es que hay revistas para hombres y revistas para mujeres y las líneas están muy separadas. Las mujeres son muy guapas, con el pelo largo, que me parece bien, y están las revistas de hombres donde los modelos están también muy bien y las revistas como

GQ

son el prototipo de “Fantastic Man”. Pero hay mucha gente que no entra en ninguna de esas categorías.

Candy

no es sólo una revista de travestis. También me interesa el tipo al que le gusta vestirse de mujer y convertirse en su actriz favorita, así como el tipo que no quiere operarse para cambiarse de sexo pero le encanta salir a comprar leche vestido con falda y tacones. Se trata de todo esto y del chico que ve una blusa e igual no es gay pero quiere vestirla porque le gusta, de la misma forma que una mujer puede llevar una americana. La idea es celebrar, con todos esos cambios, la posibilidad de ser lo que realmente quieres ser. Si lo piensas, si consigues romper un estereotipo, te enriqueces. Por supuesto que hay travestis y transexuales en la revista. La idea es celebrar esas transformaciones como algo que enriquece el día a día de las personas.

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Candy

no reivindica los derechos de nadie, pero creo que sólo por el hecho de existir, ya reivindica todos los derechos. Es como… como…

Sigue, sigue.

Obama no está en la Casa Blanca para reivindicar los derechos de los afroamericanos. Pero por el hecho de estar ahí, ha conseguido cosas.

Yes we Candy?

Yes we

Candy

! Siempre digo eso. Otra cosa que me gusta es el número de transexuales y travestis que ocupan puestos de poder, me encanta. Hay una mujer estadounidense en la Casa Blanca, Amanda Simpson, que es la primera mujer transexual en trabajar ahí. Es algo que está presente en la calle. Lo veo todos los días, y existe desde que el hombre era hombre. Me sorprendía que no hubiera una revista sobre este tema.

La gente suele relacionar el travestismo con lo kitsch.

Sí, supongo que sí.

Es como que el entretenimiento es la cara socialmente aceptada del travestismo. De esa forma se puede ganar dinero y es seguro.

Estoy de acuerdo. Y supongo que es lo que pasaba por la cabeza de mucha gente pero yo pensaba que justo al revés. Para mí es alta cultura. Incluso la persona que decide disfrazarse de Bette Davis al final es alguien que conoce muy bien Hollywood. Aquí sólo hablamos de travestismo pero, incluso en este caso, hay mucha inteligencia. Tienes que desempeñar un papel, hablar ante desconocidos, tener la lengua afilada y saber dar las respuestas apropiadas. Para mí eso es pura inteligencia. Tener la cultura necesaria para homenajear estos mitos, es lo que hago yo con mis revistas, de alguna manera. Además, en

Candy

no todo vale. Muchas veces se ha puesto en contacto conmigo gente diciendo “soy travesti desde hace 10 años y quiero salir en tu revista” y yo les digo: “Bueno, me alegro por ti. ¿Y qué?”. Al igual que en las revistas de moda normales, los modelos son especiales, en

Candy

, el hecho de que seas travesti no basta. Quiero dar voz a las personas y las cosas que merecen ser contadas y enseñadas al mundo, como hacen las mejores revistas de moda. Al fin y al cabo,

Candy

es una revista de moda y estilo. Pero lo que intento hacer en todas mis revistas es mostrar al mundo… no, no mostrar al mundo, enseñar a todo el mundo que el mundo en el que vivimos es especial y lleno de diversidad.