La última manifestación españolista en Barcelona fue una verbena tensa y triste

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La última manifestación españolista en Barcelona fue una verbena tensa y triste

Para los organizadores la manifestación fue un éxito, para el resto de los barceloneses solo fue una mañana de domingo más.

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Ayer, mientras iba a la manifestación anti-independentista de Barcelona que Somatemps, D'Espanya i Catalans y otras organizaciones civiles habían convocado en la Plaza de España (¡como no!) solo podía pensar en que ojalá la convocatoria hubiese sido un absoluto fracaso y pudiese volverme tranquilamente por donde había venido y aprovechar la mañana del domingo como a mí me gusta: no haciendo nada. Desgraciadamente para mí, aunque el acto no desbordó la plaza, el tráfico no se colapsó y al president Puigdemont no se le pusieron los huevos de corbata viendo la fuerza del españolismo en la capital catalana, a eso de las 12 menos cuarto los organizadores ya habían conseguido congregar debajo de una de las torres venecianas que presiden la Avenida María Cristina a bastantes manifestantes envueltos en banderas y levantando los carteles que un simpático anciano había ido repartiendo y que se devolvieron una vez acabó el evento (ser unionista en Cataluña parece que no sale rentable) y todo ello sin contar con el apoyo de los dos grandes partidos unionistas (el Partido Popular y Ciudadanos) y sin la participación de Sociedad Civil Catalana, la principal organización civil anti-independentista.

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Yo la verdad es que no tenía ni idea de cómo iba a ser "el evento". Es decir, cuando a uno le dicen que vaya a una manifestación españolista ya se imagina un poco el perfil de los asistentes, su estética, la sobreabundancia de banderas de España y demás, pero lo que nunca me hubiese podido imaginar es que lo primero que iba a escuchar por megafonía era "Al vent" de Raimon, seguida de la mítica "Amigos para siempre" de Los Manolos (esta no me sorprendió tanto) y una canción de Chenoa, junto a otros hits del pop español de los últimos 30 años para acabar por todo lo alto con un final tan impredecible como apoteósico: "Barcelona", de Freddie Mercury y Montserrat Caballé. Está claro que no hay que dejarse llevar por los prejuicios.

A pesar de que la banda sonora era prácticamente la playlist de cualquier verbena de verano en el 2003, el ambiente era tenso. Barcelona no es una ciudad precisamente abierta a este tipo de manifestaciones y oyendo las conversaciones uno ya se daba cuenta de que la gente que se había desplazado hasta allí sentía que estaba viviendo en territorio enemigo.

El perro con la bandera no puede faltar en ninguna manifestación nacionalista que se precie

Pero cuando el sitio empezó a llenarse la cosa cambió, se fue animando y el humor general empezó a mejorar. Por suerte (y a pesar de que había algún que otro personajillo turbio rondando por la zona) solo una persona iba dando vueltas con la bandera franquista y solo un tipo levantó la zarpa, al fin y al cabo, la mayoría de los asistentes eran personas mayores, algunos eran ex-militares y otros (los que más) simplemente "civiles", principalmente inmigrantes del resto del estado sin más ideología política que la unidad de España. Por sorprendente que pueda parecer, también había muchos ex-votantes del PSOE decepcionados con lo que para ellos fue la "deriva nacionalista" de los socialistas catalanes durante el tripartito.

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Con los discursos la cosa se siguió animando. Más vivas a España, más fotos y más aplausos, mientras uno tras otro, repetían la misma cantinela belicista, bastante agresiva, sobre no rendirse jamás, no permitir que los independentistas consigan sus objetivos, resistir el adoctrinamiento y, paradójicamente, luchar contra el nacionalismo. Los turistas, que no entendían nada, aprovechaban para acercarse a echarse fotos rodeados de banderas, que parece ser que es algo que les gusta mucho.

Después de unas cuantas vivas más y un intento fallido por parte de uno de los dirigentes de la manifestación de que la gente se pusiese a cantar eso de "Yo soy español, español, español", la mani salió a dar una vuelta a la plaza (algo que molestó a algunos conductores), una vuelta que los más envalentonados se animaron a repetir mientras los pocos que quedaban de la organización recogían el chiringuito, los grupos de manifestantes confraternizaban entre ellos y otro grupo posaba ante el cámara que habían contratado para grabar el evento mientras un hombre realmente cabreado se quedaba a gusto despachando contra todo lo que (según el) iba mal en nuestro país.

Un chico con chandal del ejercito haciéndole una foto a una pareja de turistas

A la una y media todo había acabado ya y a pesar de que para los organizadores la manifestación fue un éxito, para el resto de los barceloneses solo fue una mañana de domingo más.