Así fue desde dentro el último concierto de Los Nikis

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Música

Así fue desde dentro el último concierto de Los Nikis

El mítico grupo de los ochenta jamás anuncia sus contados regresos, pero los prosélitos del punk siempre desbordan la sala.

Cuánto honor verme junto a David Summers en la lista de puerta. Mi primer disco y mi primer concierto fueron de Hombres G. Podría excusarme diciendo que por aquel entonces tenía solo siete años, pero no. Por mucho que las adolescentes y pijos intentaran llevárselos a su terreno, nadie duda que son un grupo con grandes canciones. Igual que Los Nikis, que hoy tocan por última vez (esto ya lo han dicho antes) -como invitado sorpresa antes de Aerolíneas Federales- y aún tienen que soportar que les pregunten por la letra de El imperio contraataca, su gran hit acusado de himno facha que se corea con fuerza en bares del Barrio de Salamanca, entre El canto del Loco y Modestia Aparte. En el público vimos también al cantante de Un Pingüino en mi ascensor, otra víctima de este extraño fenómeno de apropiación indebida por parte de las clases acomodadas.

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Porque Los Nikis pueden sonar en el club de golf o cantar Enrique el ultrasur, que siempre serán punks. Y de los de verdad. De esos que no necesitan cresta ni uniforme para ir a la contra y provocar a talibanes de ambas orillas. "¡Ten cuidado con Ernesto te abrirá la cabeza con un tiesto!", "Comeremos carne y beberemos vino y las camareras pesarán noventa kilos", "Alex no lo intentes de nuevo deja a los mendigos vivir en paz"… chistes idiotas que retumban con la misma guasa que desprendían Siniestro Total en ¿Cuándo se come aquí? o Bailaré sobre tu tumba, disco del que sale precisamente Rock en Samil, la destartalada versión del Rockaway Beach de los Ramones que en esta cita histórica adaptaron en directo con nuevo giro: "no sé nadar, ni bucear, soy de Algete y me voy a ahogar".

Se confirma que Los Nikis, pioneros del normcore o estética de lo corriente, esquivan mejor que nunca la pose (su inaudita proporción de pilotos de Iberia lo constata), colgando sin despeinarse ni anunciarse el cartel de aforo completo, gracias a un reencuentro único y fugaz que eclipsó a la formación de Miguel Costas, teóricamente cabeza de cartel. Señores mayores, madres saltando desde el escenario con sus hijos y prosélitos del punk rock, el punk pop o cómo lo quieras llamar, todos pogueando juntos durante media hora sin pausa de La Hormigonera Asesina a Diez Años en Sing-Sing, y merendándose sin pedirlo un cameo de Mario Vaquerizo brazo en alto, que algunos abuchearon. Porque estos señores, ya lo hemos dicho, siempre serán punks. Y de los de verdad.

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