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Cultură

Un minuto de silencio por la droja en el Cola Cao: #tojeirovive

José Tojeiro, el gallego más viral de los noventa, se convierte tras su muerte en un mito del humor involuntario. Su relato denunciando a dos "prespitutas" que le drogaron para robarle es historia de la televisión.

"Xosé Toxeiro Díaz, non era conselleiro pero algúns cartos tiña. Catro millóns da jubilación, debaixo da boneca e da televisión. Sentía necesidá de practica-lo coito e con dúas 'marías' practicábalo moito". El grupo Def Con Dos rapeaba, en su disco 'Alzheimer', este homenaje a uno de los gallegos más queridos de todos los tiempos. El primer youtuber. El Salvador Raya de los noventa. El Cañita Brava de los sucesos. José Tojeiro. DEP.

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No sabíamos ni qué aspecto tenía la droga, pero en 1993 todos los niños decíamos "me echaron 'droja' en el Cola Cao". Lo sacamos de un programa de la tele -que muchos ni habíamos visto porque era 'de mayores'- en el que un señor recorría su casa denunciando a unas prostitutas que se llevaron sus ahorros (francos suizos). El presentador, Arturo Pérez-Reverte, bromeaba: "le robaron pero se lo pasó muy bien, cómo él explica muy gráficamente".

No tan gráficamente, porque la magia de su testimonio era precisamente que los hechos no aparecían nada claros. En su deficiente expresión se colaba cierto misterio. El acento era suyo propio y no el de la gente de su pueblo (Cariño), donde se le consideraba el típico señor raro rodeado de habladurías. Un incomprendido Norman Bates rural. Su aspecto desaliñado, ropa anacrónica y oratoria indignada, le acercaban más a un predicador que a la víctima de lo que él llamaba "compló".

La viralidad de los tiempos pre-internet, el boca-oreja de toda la vida, hizo que ese y otros palabros como "prespiputas" se incorporaran rápidamente a nuestro vocabulario. El personaje de Tojeiro fascinaba por descubrirnos el nuevo idioma de un inframundo desconocido pero geográficamente cercano, que nos hacía fantasear con aldeas subterráneas pobladas por viejos que se mueven en motocicleta y barnizan de literatura romántica sus encuentros con prostitutas a domicilio.

"En cuanto entraron, el saludo ya amoroso porque ya había confianza de ya antes de esos días, no fue que tuve que hacer ninguna… ningún 'secrificio' ni 'eceso', que se ponían voluntarias, para darle cualquier cosa, cualquier palabra amorosa". En trámites de separación de su mujer, con la que estuvo emigrado en Suiza, Tojeiro "hacía el amor" con estas supuestas ladronas a las que "naturalmente yo pagaba por ello, eh, sin ser una cifra de dinero excesivo, les pagaba una cosa corriente, normal."

Uno de los detalles más espeluznantes del caso, es que el fallecido mito televisivo aportó pruebas en forma de fotos. En ellas las jóvenes ("una delgadita pelo largo de 26, la segunda una rubia de 32 años") aparecían desnudas en varios sitios de la casa. Un hogar con cuchillo de monte en la mesilla de noche, 'caja fuerte' con muñeca sobre falda de ganchillo, estanterías con retratos familiares y fregona junto al retrete. El plano con el que él mismo ilustra lo sucedido en el lugar del crimen (su "avitación"), es estremecedor.

José Tojeiro nos deja a los 80 años de edad. Vivía en la residencia Hermanas de los Ancianos Desamparados de Piñeiros (Narón) y murió en Ferrol, la tierra en la que quieren ser enterrados Los Limones. Sus restos fueron recogidos por su única hija pero las otras cenizas, las que le hacen eterno, son hashtags como #hazteuncolacaoportojeiro o #tojeirovive y el respeto a un gallego universal que las últimas dos décadas nos ha hecho reír por no llorar.