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Cultură

Un ‘tour’ por los monumentos a políticos corruptos

Estatuas, pabellones y avenidas dedicados a Sonia Castedo, Francisco Granados, Jaume Matas o los Duques de Palma. La versión cañí de la ruta de las estrellas de Hollywood.

Dejando a un lado a la gente de la Logse y demás sopas de letras educativas, a quien esta referencia le pilla de lejos, vivir en una de las calles que aparecían en el tablero del Monopoly era un honor. Salvo que fueran las azules, a la sazón las más pobres. La Castellana, Paseo del Prado o Bailén lucían con orgullo sus placas identificativas. Un distintivo reconocido en toda España como sinónimo de prosperidad, lujo y distinción.

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En algunos casos, para bautizar estos espacios, se han utilizado nombres y apellidos de personas ilustres. Pero la megalomanía de la clase política no ha dudado en aprovechar esa senda para perpetuar sus aires de grandeza dedicándose espacios públicos los unos a los otros en forma de estatuas, pabellones, calles y avenidas.

La lista de merecimientos que antiguamente se tenían que conquistar durante décadas, se redujo a figurar en un cargo. Bueno, a figurar y a realizar ciertos favores ya que, según está demostrando la Justicia española, ser generoso a la hora de partir y repartir sobresueldos y comisiones varias es un denominador común en políticos de ascensos meteóricos. Así se colaron nombres que poco tienen que ver con Tierno Galván en Madrid o Lluis Companys en Barcelona, entre otros, cuya trayectoria les valió plazas y parques.

Hablamos de casos como los de Sonia Castedo, Francisco Granados, Jaume Matas, José Luis Baltar o los mismísimos Duques de Palma. Todos ellos, y algunos más, comparten el honor de haber dado nombre a un espacio urbano. Y alguna cosa más. Corrieron la cortinilla el día de la inauguración, es cierto. Pero también lo es el hecho de que todos ellos se han sentado en algún momento ante la Justicia. Son tantos los ejemplos que -si hay algún emprendedor en la sala que abra bien los ojos- podrían plasmarse en un mapa a modo de reclamo turístico.

En Verdegás se puede disfrutar de la estatua de Sonia Castedo, exalcaldesa de Alicante doblemente imputada por corrupción urbanística. Imagen vía

Al más puro estilo del autobús que enseña a los turistas dónde viven las estrellas de Hollywood, en España se podría hacer la ruta kitsch de los monumentos a corruptos. Una especie de Bassibus. Ese viaje a medio camino entre el periodismo y el espectáculo, con el que el artista Leo Bassi trató de acercar al público al corazón de los escándalos inmobiliarios y políticos perpetrados durante los años previos a la crisis.

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Así, mientras en Hollywood el turista se asoma a la casa de Madonna, en la localidad alicantina de Verdegás se puede disfrutar de la estatua erigida en honor de Sonia Castedo, la exalcaldesa de Alicante doblemente imputada por corrupción urbanística. Si la ambición rubia es famosa por los versos de "Like a Prayer" o "Papa don't preach", la otra rubia -a secas- puede presumir de un busto bajo el que luce este poema: "Valiente mujer naciste, / correcta tú te portaste, / luchando por Alicante / entre todos destacaste. / Sonia Castedo amiga, / las partidas rurales te lo agradecen, / esto pasará a la historia, / a todos nos orgullece". ¿Cuáles fueron sus méritos? Simplemente haber sido concejala de Urbanismo en Alicante entre 2007 y 2008. Poco tiempo, sí. Pero al frente de una cartera importante en la que se han cocido las recalificaciones que han agujereado el país hasta desplomarse con la crisis.

La escultura "El hombre avión" se puede visitar en el aeropuerto de Castellón. Imagen vía Wikimedia Commons

Sin salir de la Comunidad Valenciana se podría visitar el aeropuerto de Castellón. Semejante oda al despilfarro de dinero público eclipsa lo que hay dentro, pero conviene destacar el monumento erigido para glorificar al expresidente de la diputación, Carlos Fabra. "Me encanta ser fuente de inspiración para los artistas", llegó a señalar con cierta socarronería. Pero el ídolo, ahora ha caído del pedestal y previo paso por prisión, ha visto cómo se le revocaba tanto el honor de poseer una calle en Benlloch y cómo el monumento que lleva su nombre en el citado aeródromo ha pasado a un segundo plano.

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El día de la retirada de la placa Rambla dels Ducs de Palma de Mallorca. Imagen vía

Dando por hecho que semejante ejercicio de exhibicionismo no ha hecho más que abrir el apetito de los lectores, habría que trasladarse a Palma de Mallorca. Allí hubo una época en donde una de sus Ramblas fue propiedad de Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón. Hablamos metafóricamente, pero así lo atestiguaban las imponentes, y pesadas, placas de mármol que rezaban de esta manera: 'Rambla dels Ducs de Palma de Mallorca'. Lo mismo ocurre con el pabellón polideportivo de Villanueva del Pardillo o el de Roquetas del Mar, o incluso el Palacio de los Deportes de Torrevieja. Todos ellos lucen irremediablemente el nombre de la hermana del Rey a pesar de que esta haya sido apartada de la Familia Real por sus actividades poco edificantes.

Francisco Granados inaugurando la reforma del casco histórico de Valdemorillo. Imagen vía Flickr

Volviendo a Madrid, Valdemoro dedicó una calle a su exalcalde Francisco Granados. Sin embargo nadie quiere pasear por ella desde que se destapara que el exnúmero dos de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid era el cerebro de una de las mayores tramas corruptas perpetradas en España.

La calle JL Baltar en el municipio de Os Blancos

Donde más difícil va a estar la cosa es en Ourense. José Luis Baltar, expresidente de la Diputación y conocido como 'el cacique Baltar', acumuló innumerables reconocimientos en sus 23 años al frente de la institución. Sin embargo la condena que pesa sobre él por prevaricaciónha convertido su nombre en tabú. Los bustos que hay en su honor son fácilmente reemplazables, pero ¿qué se va a hacer con las calles, polideportivo, piscina y puente que hay en su nombre? De momento, no vaya a ser que la oposición decida derruirlos como castigo, todos ellos tienen sitio en la ruta kitsch de los monumentos a corruptos.

En definitiva, se han dedicado plazas y monumentos a la ligera, sin calibrar ni conocer con detenimiento la trayectoria de los homenajeados que, a la postre, han acabado siendo presuntos delincuentes.

Antiguamente este tipo de homenajes se realizaban con el homenajeado ya fallecido. Muchas veces se ha criticado que esto impedía que el agasajado pudiera disfrutar del reconocimiento en vida, pero a la larga la cautela que no se ha aplicado en los casos detallados en párrafos anteriores se ha demostrado como necesaria para el futuro. Moraleja: mejor hacerse un tatuaje de Jimmy Hendrix o Kurt Cobain cuya obra es la que es, que hacérselo de un guitarrista en vida como Slash. ¿Quién le iba a decir a uno de sus fans de principios de los 90 que el ídolo que tiene tatuado en su bíceps acabaría grabando un single con Marta Sánchez? Seguro que más de uno se ha arrepentido del tatuaje… y de la cinta que cortó para la inauguración de turno.