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Fotos

​Una cuenta de Instagram te muestra lo que tienes delante pero no ves

Escenas callejeras en las que varios elementos se juntan casualmente y forman bodegones imposibles. Mario Moros nos explica cómo caza sus Historias Mínimas

Montaditos en la calle Montera, Madrid.

"Se suelen componer de un elemento fijo que adquiere un significado diferente cuando pasa delante de él un elemento móvil. Se juntan por un segundo y salta una magia, a veces pura poesía, que un instante después desaparece. Suelen tener mucha ironía, mucha crítica social, mucha ternura hacia el desfavorecido". Así describe Mario Moros las imágenes de su Instagram Historias Mínimas. En él conviven un oso de peluche tirado en el suelo frente a una clínica veterinaria, un técnico municipal con chaleco de "Limpieza de Zonas Verdes" haciendo desaparecer un graffiti (verde) o un ejemplar de la revista 'Micasa' en primer plano y al fondo un indigente durmiendo en la calle. Hemos preguntado a este periodista aficionado a la fotografía cómo consigue cazar estas piezas.

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VICE: ¿Cuándo empezaste a hacer estas fotos con historia?

Mario: Después en un viaje a París con mi mujer, la pintora Rebeca Khamlichi, empecé a "ver" la calle, además de mirarla. Allí empezó todo. La primera historia mínima la tomé con mi móvil cuando todavía ni sabía lo que era Instagram: un grupo de niños juega al balón en una plaza justo delante de un cartel (quien quiera ver lo que dice el cartel, que la busque en Instagram). Ya hace seis mil setecientos seguidores de aquello.

¿Ya eras aficionado a la fotografía antes de abrirte un Instagram?

No, no… No hacía fotos antes. El "proyecto" (por llamarlo de una forma cursi) nació para Instagram. Esa primera foto que te he dicho me sirvió algo así como de "acta fundacional". Esa foto recoge lo que son mis historias mínimas. Yo siempre he llegado tarde a las redes sociales. Cuando aterricé en Twitter hasta el más inocente había traspasado ya las fronteras del humor. Cuando me topé con Instagram ya se habían fotografiado todas las comidas, todos los pies, todos los gatitos y todos los cielos de Madrid. Había que hacer algo diferente.

Calle de la Bolsa, Madrid.

Fumar mata, en la calle de San Andrés, Madrid.

Únete a la alegría, en la calle de Alcalá, Madrid.

Calle de Embajadores, Madrid.

¿Cómo describirías el tipo de imagen de tus historias mínimas?

Se suelen componer de un elemento fijo que adquiere un significado diferente cuando pasa delante de él un elemento móvil. Se juntan por un segundo y salta una magia, a veces pura poesía, que un instante después desaparece. Suelen tener mucha ironía, mucha crítica social, mucha ternura hacia el desfavorecido, mucho tópico desmontado. A veces son sólo una especie de chiste sin palabras, como los que había en los tebeos cuando era pequeño. Me gustaría pensar que tienen algo de greguería visual, algo de El Roto, algo de Norman Rockwell, algo de Chema Madoz, algo de Quino (el otro, no del de Mafalda), quizá algo de Brossa…

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¿El propio medio influye en tu forma de trabajar y en tus obras?

No me ha influido tanto Instagram como el uso exclusivo del iPhone. Para cazar una historia hay que ser el más rápido al oeste del Manzanares. Y eso te lo da un móvil mejor que una cámara. No importa tanto el encuadre o las luces como el conseguir "la chispa". Hay fotos que, la verdad, ni yo mismo me las creo. Las veo y pienso: "¿Será posible?" Siempre que me preguntan cómo consigo cazar las fotos, digo que se trata simplemente de caminar con los ojos abiertos y el móvil encendido. Así de sencillo. Ya hay gente que me etiqueta en fotos que hace y que son fantásticas historias mínimas. Yo les contesto "elhistoriaminimalismovaallegaaaaar" (voz de Fernando Arrabal).

Juventud rebelde en la calle Lavapiés, Madrid.

Cien mil lámparas, en la calle Augusto Figueroa de Madrid.

No dejes de soñar, en la calle Huertas, Madrid.

Aparcamiento oficial, en la calle de la Aduana, Madrid.

¿Y cómo consigues cazar tus piezas?

A veces sólo consigo un disparo. Otras tres o cuatro. En muchas ocasiones la emoción de haber cazado la pieza y la prisa por subirla me lleva a no elegir la mejor de ellas. Otras veces no soy lo suficientemente rápido: las veo, pero cuando disparo el móvil ya se han escapado. Algunas llegan cuando ya no tengo batería. Otras cuando ya he agotado la capacidad de almacenaje de mi móvil. Todas esas las guardo en la nube de mi memoria. En los dos años que llevo historiaminimalizando la vida he agudizado el ojo. Las veo más rápido que antes.

¿Manipulas en ocasiones a los protagonistas de tus bodegones?

La casualidad es una bella dama que te espera tras una esquina dispuesta a tropezarse contigo. Pero muchas veces vamos con la cabeza baja, le hacemos un regate y conseguimos evitarla. ¡Y no sabemos lo que nos perdemos! Modificar un escenario sería como si le pagases a la bella Casualidad por tener una cita contigo! ¡Lo bonito es que surja! ¡No hay técnica! Sólo "ver", ser rápido y confiar en la casualidad. Suelo decir que el Dios de la Casualidad y el Demonio de la Ironía caminan diez metros delante de mí preparándome las fotos. Por eso a veces digo que yo no tengo ningún mérito: me limito a apretar el botón de la cámara de mi iPhone. Si miras bien no hace falta modificar la realidad. Tal y como es, ya es bastante interesante.

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Bronceado ultrarrápido en la calle de Embajadores, Madrid.

Prohibido en la calle de la Libertad, Madrid.

Plaza de Tirso de Molina, Madrid.

Frágil, en Cuesta Capuchinos, Madrid

Muchas de tus instantáneas combinan crudeza y humor.

La vida nos parece muchas veces un lugar triste y duro. Pero la vida es una comedia. El problema es que la vemos con el volumen apagado. Algo así como ir al cine a una película de Woody Allen sin sonido: no tiene ninguna gracia. Pero si subimos la voz, lo entendemos todo y entonces nos parece divertida. Mis historias mínimas son eso: algo así como subir el volumen a la vida. Porque la Vida es una señora con mucho sentido del humor: llena el mundo de chistes, de ironía y de crítica social pero nosotros no cogemos sus mensajes y sus bromas porque no estamos atentos, porque para nosotros la calle es sólo una obligación que tenemos que cumplir para ir de un sitio a otro. Y eso a la señora Vida le sabe mal y, claro, monta las que monta. Mis historias mínimas quieren rendir homenaje a todo eso que nos brinda y dejamos pasar: son "fotos que se leen". Son "cosas que ves en la calle si miras bien".

Eres un poco paparazzi. ¿Cómo reaccionan los transeúntes a los que retratas?

Aunque lo intento, no siempre consigo ser una sombra y los protagonistas me ven hacer la foto. Eso no me importa. Tampoco nadie se ha enfadado. Como mucho se sorprenden de que un desconocido les haga una foto. A veces finjo que estoy haciendo un selfie, aunque la cámara esté enfocando hacia afuera. La mayor parte de los protagonistas ni se enteran.

Hotel Madrid en la calle Carretas.

Plaza de Lavapiés, Madrid.

Alfred Hitchcock en la Plaza del Carmen, Madrid.

La búsqueda del Tesoro en la plaza de Tirso de Molina, Madrid.

Antes hacías referencia al número de seguidores de tu cuenta. ¿Le das importancia a eso?

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No tengo ni idea de redes sociales. Yo subo mis fotos cuando las cazo. No sé qué horario sería el mejor para subirlas ni qué hashtag me daría más audiencia. Tengo seguidores que son muy fieles y que disfrutan con las fotos. Y yo me lo paso muy bien cada vez que cazo una. Con eso me vale. Los seguidores, en cualquier caso, ¡son muy exigentes! Ayer subí una foto y alguien consideró que no era demasiado buena y escribió un comentario que decía: "Te estás relajando, majo".

¿Y tenía razón?

Digamos que no era de las más increíbles. De hecho, a la vez que ésa, en el mismo escenario, hice otra. Con la emoción de la caza colgué la primera. Hoy pienso que era mejor la segunda. Nunca borro una foto después de publicarla. Fui jugador de ajedrez: la ficha movida se queda en el tablero.

Además de exajedrecista, ¿cuál es tu formación y profesión?

Soy reportero de cultura de Noticias Cuatro. Antes trabajé en CNNplus, Canal Plus e informativos Telecinco. Soy economista y he sido dibujante de periódicos, camarero, bailarín de tango… Y tengo dos galgos y una gata callejera.

¿Has descubierto a alguien que haga lo mismo que tú o algo parecido en Internet?

Como te decía, hay gente que me nombra o me etiqueta. Y yo lo agradezco mucho. Pero sólo puntualmente. Yo no conozco ninguna cuenta que haga algo parecido. Pero sigo a mucha gente en Instagram, por motivos diferentes, y hay gente extraordinaria que demuestra que la creatividad está en la cabeza y no en lo grande y cara que sea tu cámara.

Danos algún ejemplo.

Sandro Giordano tiene unos retratos magníficos en los que la caída es la parte más bella del vuelo. Fotografía con mucha teatralidad gente que finge que se ha estampado, literalmente, contra el suelo… También Cagador Vengador es extraordinario enseñando una España profunda y neorrealista, en blanco y negro, que camina por la vida en zapatillas de andar por casa. Si te gusta la pintura (y perdón por el nepotismo) la pintora Rebeca Khamlichi cuelga los procesos de realización de sus trabajos y la siguen 27.000 personas.