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Cultură

¿Es suficiente una sola dosis para engancharse a una droga?

Este mito creado por el miedo y la ignorancia no se corresponde para nada con la realidad.

RM de una cabeza humana. Imagen vía Wikipedia

Todos lo hemos oído alguna vez: hay drogas tan insidiosas, tan placenteras, que una sola dosis basta para engancharse a ellas. No es de extrañar que esta sea la creencia, teniendo en cuenta que es una teoría que los medios de comunicación fomentan con empeño. «El peligro en una sola dosis de cocaína», reza el Daily Mail. «La cocaína altera el cerebro y engancha desde la primera dosis», anuncia el ABC.

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Pero, ¿realmente es cierto? ¿Puede alguien engancharse a una sustancia habiéndola consumido una sola vez? Antes de que empecemos a buscar la respuesta, es preciso que entendamos cómo actúan las drogas adictivas, como la heroína y la metanfetamina, en el cerebro.

Aunque los mecanismos difieren, la mayoría de las drogas adictivas actúan liberando un neurotransmisor que nos causa bienestar: la dopamina. Los opiáceos como la heroína, por ejemplo, bloquean la liberación de los neurotransmisores que contrarrestan la producción de dopamina. Las anfetaminas, en cambio (cuya estructura es similar a la de la dopamina), penetran en las neuronas cerebrales difundiéndose directamente a través de las membranas neuronales. Una vez dentro, las anfetaminas liberan dopamina y evitan que esta se elimine.

Cuando una persona consume drogas reiteradamente, sus circuitos de recompensa acaban insensibilizados. Puesto que los niveles de dopamina en el cuerpo son elevados, el organismo deja de producirla y reduce el número de receptores de la dopamina, de forma que, para recuperar los niveles normales de la sustancia, la persona necesita volver a consumir droga. Si no lo hacen, empiezan a sentirse débiles y enfermizos, e incluso pueden experimentar náusea, escalofríos, calambres y sudoración profusa. Son síntomas del síndrome de abstinencia e indican que existe dependencia física.

Pero retomemos la pregunta. Los doctores John Edwards y Peter Connor son especialistas en adicciones en la Clínica Cambridge y el Hospital Abbotsford respectivamente (Australia Occidental). Tuve el privilegio de recibir clases de ambos cuando cursaba el grado de medicina. Ambos coinciden en que, en primer lugar, el término «adicción» no es demasiado afortunado, ya que lleva asociada una fuerte connotación negativa. Al margen de esto, el diagnóstico de una adicción implica la existencia de síntomas físicos de tolerancia (se necesita más sustancia para obtener el efecto deseado) y abstinencia, además de incapacidad de controlarse, dificultad para relacionarse socialmente y conducta arriesgada. Ninguna droga genera estos síntomas después de una sola dosis.

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Las drogas no alteran la química del cerebro tan rápido como para generar una adicción en alguien de forma instantánea. Un estudio británico llevado a cabo en 2002 con 72 heroinómanos reveló que, de media, hacía falta más de un año para que los consumidores se engancharan a la droga; asimismo, ninguno de ellos dijo haberse enganchado de inmediato.

No obstante, algunas investigaciones sugieren que, si bien una sola dosis no basta para causar adicción, sí puede predisponer al cerebro para ello. Según un estudio publicado en la revista Nature en 2001, el consumo de una sola dosis de cocaína puede «abrir de par en par una ventana de vulnerabilidad» durante la cual el cerebro está extremadamente receptivo a dosis posteriores. Sin embargo, tal como el Dr. Antonello Bonci explicó a la Australian Broadcasting Corporation, «eso no quiere decir que si pruebas la cocaína una vez, te enganchas. Millones de personas la han probado solo una vez y nunca la han vuelto a consumir».

Conviene señalar que el hecho de desarrollar dependencia física de una droga no implica necesariamente ser adicto a esta. Las personas que sufren dolor crónico y que consumen cantidades considerables de opiáceos experimentan tolerancia y abstinencia, pero solo se consideran adictos si su actitud hacia las drogas empieza a cambiar y muestran comportamientos significativos, como robar recetas adicionales o intentar conseguir dinero para comprar más dosis.

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Otro de los conceptos más usados cuando se habla de adicciones a sustancias es el de «dependencia psicológica». Este punto se alcanza cuando la droga se convierte en el centro en torno al que giran los pensamientos, los comportamientos y las emociones del consumidor. Aunque entienda que la droga es perjudicial, siente un fuerte impulso de consumirla por el bienestar que le proporciona o por la promesa de evasión que ofrece.

Yo siempre había creído que era posible que una persona desarrollara dependencia psicológica de una droga tras probarla una vez. Pero Connor y Edwards no opinan lo mismo, y lo cierto es que he acabado por compartir su parecer. «Sigues sin ser dependiente en un momento dado. Al día siguiente podrías cambiar de idea», explica Connor. «Es precisamente ese elemento de elección y control que existe al principio el que indica que una persona no es dependiente; cuando lo eres, esa capacidad se pierde».

Johns compara la situación al hecho de comprar un helado: «Pasas por delante de un carrito de helados, te compras uno y te lo comes a gusto. Al día siguiente, vuelves a pasar por allí y piensas Me comería otro helado. Pese a que quieres helado y te encanta comerlo, no tienes ninguna dependencia emocional de él».

Según los expertos, por tanto, no puedes engancharte a las drogas con solo una dosis.

Entonces, ¿por qué hay tantos titulares que afirman lo contrario? Basándome en la conversación que mantuve con Connor y Edwards y en mi propia experiencia médica, seguramente se deba a dos factores. Este tipo de titulares pretende infundir miedo y resultan muy atractivos para el público. La otra causa es la falta de conocimiento generalizada sobre cómo actúan estas drogas, que propicia que la gente acabe creyendo los titulares.

Sea cual sea el motivo, acabaré este artículo con las palabras de Connor, quien dijo que «con una sola dosis no te enganchas, y sin ella, tampoco».

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Traducción por Mario Abad.