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El extraño caso del joven con rayos X en los ojos

Un libro desvela uno de los casos más misteriosos y bizarros del siglo pasado. La protagonizan un hombre con poderes, una reina, Valle-Inclán y el mago Harry Houdini.

Este mundo está lleno de propuestas de ocio cansinas y por eso sabemos apreciar los planes divertidos que invitan de verdad a despegar el culo del sofá. Cada semana, AXE te descubre la cultura, viajes, tendencias y arte que hacen que valga la pena vivir. Soñemos con un planeta mejor.

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Parece el guión de una película, pero no: sucedió en España, durante los años veinte del siglo pasado, y sus protagonistas se embarcaron en una cruzada y gran duelo intelectual y científico que dividió la vida intelectual del país entre partidarios y detractores de Argamasilla, un joven que aseguraba poseer un extraño don: la visión de rayos x, gracias a la cual podía «desdoblar» la mirada hasta introducirla por los escondrijos y aberturas más inverosímiles hasta lograr averiguar el contenido. Valle-Inclán y el insólito caso del hombre con rayos x en los ojos , publicado por La Felguera Editores, narra este episodio y, de paso, cartografía como era la España de entonces. Como toda gran superproducción, esta historia contó con «actores» de lujo: el propio Argamasilla, la reina María Cristina, el ilustre y gran Valle-Inclán y hasta el mismísimo legendario mago Harry Houdini, entre muchos otros.

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Argamasilla (familia)

Joaquín Argamasilla de la Cerda y Bayona (padre del prodigio y, al mismo tiempo, su promotor) pertenecía a la aristocracia y, de hecho, ostentaba el título de marqués de Santa Cara. Inclinado al esoterismo y la teosofía, presentó a Argamasilla (su hijo, cuyo nombre era el de Joaquín Argamasilla de la Cerda y Elio) como un chico prodigioso, pero no sólo él: contaba también con una hija, de la cual aseguraba que poseía facultades telepáticas. Era buen amigo de Valle-Inclán, con el que le unían dos afinidades: el carlismo y el ocultismo. Las sesiones en las que su hijo, siempre en presencia de este, realizaba sus demostraciones, se producían en su palacete. Los invitados se sentían honrados al asistir a estas. No había un móvil económico: el aristócrata poseía una fortuna. Argamasilla colocaba una caja cerrada a la altura de la cabeza. La movía hasta ajustar la distancia exacta, el enfoque, para que su vista penetrease en el interior. De repente, veía el escrito y empezaba a leerlo, sin dejar de efectuar movimientos transversales o perpendiculares, para poder abarcarlo en su totalidad.

Ramón y Cajal

La estrella científica del momento. Ante la polémica y el debate generado por las facultades de Argamasilla, numerosas voces exigen una opinión de peso, una personalidad que certifique la existencia de engaño o su veracidad. El nombre de Ramón y Cajal aparece de inmediato.

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La reina María Cristina

Las noticias llegan hasta las instancias más altas. La reina, interesada por el fenómeno, ordena la constitución de una comisión de expertos en la que, entre otros, estaría el propio Ramón y Cajal. Sin embargo, lejos de palacio, las dotes sobrenaturales de Argamasilla parecen menguar: Argamasilla los dejó plantados y no compareció. Sin embargo, el interés por el caso, lejos de desaparecer ante tal desplante, aumentó más aún.

Charles Robert Richet

Prestigioso médico francés y Premio Nobel de Medicina en 1913. Examinó a Argamasilla y, asombrado, afirmó que poseía poderes cuya existencia no podía demostrarse científicamente. Argamasilla salió con su fama por las nubes. Nadie podía contradecir al eminente Richet, que lo catapultó al estrellato.

Gonzalo Rodríguez Lafora

Neurólogo y psiquiatra español, discípulo de Santiago Ramón y Cajal y de Luis Simarro, descubridor de la enfermedad que lleva su nombre. Lafora fue uno de los principales impugnadores de las supuestas habilidades psíquicas del «hombre con rayos X en los ojos» y protagonizó un enfrentamiento con Valle–Inclán. Sin embargo, Lafora se sintió solo, sobre todo cuando Valle-Inclán terció a favor del mundo oculto. Desesperado, escribió interminables cartas a diferentes periódicos en las que intentaba demostrar el fraude.

Don Ramón Vallé-Inclán

Llevado por su amistad con Argamasilla y su interés en lo oculto, no dudó en dar su apoyo a Argamasilla. Al hacer aparición su portentosa figura, muchos enmudecieron. Valle-Inclán, lo que vino a decir hasta en dos ocasiones, fue algo por otro lado muy sensato. Es cierto que no puede probar científicamente el prodigio, pero no por ello debe restársele credibilidad. El gran Valle-Inclán era un adalid de lo invisible. En un par de cartas, resumió toda la filosofía de aquello que no puede tocarse ni verse, pero que igualmente existe.

Harry Houdini

Retó a Argamasilla a viajar hasta Estados Unidos y hacerle una demostración. Argamasilla aceptó el reto y fue paseado como un heraldo español, el chico que poseía visión de rayos x en los ojos. Fue un error: en cada acto, Houdini se dedicó a fijarse atentamente en todos y cada uno de sus movimientos, colocándose en distintas posiciones. Finalmente, logró desenmascarar sus habilidades. Argamasilla volvió a casa derrotado, pero el periódico ABC negó la evidencia: según el diario, había salido victorioso. La historia terminaba.

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