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Cultură

Vendía preferentes por la mañana y por la tarde hacía porno

Prosperó en su carrera oficial (la banca) al mismo tiempo que en su carrera oficiosa (el cine para adultos). Llegó a la cima cuando rodó una escena para Private. Todo su entorno lo sabe: salvo su madre y su cuñado.
Fotograma de la película Boogie Nights

"¿Por dónde quieres empezar?", me pregunta R mientras nos acomodamos en la barra de un bar, de esos de toda la vida, y que ahora regentan ciudadanos chinos, de esos chinos de toda la vida. Por las circunstancias excepcionales de su caso, R prefiere no revelar su identidad. Trabaja, sigue trabajando en banca, y aunque es cierto que hace varios años que dejó de actuar en películas porno, no le parece conveniente, ni relevante tampoco, decirnos su nombre. "Los actos nos definen. El nombre sólo es una máscara más", dice R mientras da un trago de su cerveza. De fondo, la televisión propaga las jugadas de un partido de la Champions. Unos cuantos ancianos, de esos de toda la vida, miran la pantalla y contienen la respiración cada vez que un equipo pisa el área contraria. Todo parece muy castizo, muy cómico, pero también puede que no lo sea.

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En el entorno de R casi todos conocemos su doble faceta laboral. Salvo su madre y su cuñado. Su mujer lo supo desde el principio, y de hecho fue su principal apoyo. Sus amigos lo sabemos ("¿Cómo no iba a contárselo?"). Su padre lo sabe. Pero su jefe en la sucursal donde ahora trabaja llevando las cuentas de más de 60.000 euros, no. Prosperó en su carrera oficial al mismo tiempo que prosperaba en su carrera oficiosa. "Llegué a la cima de mi carrera como actor porno cuando hice una escena para Private. El fotógrafo me dijo que era el mejor actor que había visto en su vida. Al mes siguiente Private dejó de producir películas en Europa. Se me cayó el mundo encima y pensé que ya había tenido bastante". Internet hizo el resto. "El negocio del porno se ha ido a la mierda. Yo mismo soy el mayor consumidor de porno gratis, así que de qué me voy a quejar."

En el instituto nos lo decía. Nos decía: "Voy a ser actor porno por mis santos cojones". Cuando estudiaba económicas removió el cielo y la tierra para conseguirlo. Al final consiguió su oportunidad gracias a Max Cortés, una de las personas que más ha hecho por relanzar la industria del porno en España. "Además, es una grandísima persona", me cuenta R. "De lo mejor que me ha pasado en los años que he hecho porno". ¿En serio eso ha sido lo mejor? , le preguntó sorprendido. "Hombre, follar con dos actrices a la vez también tiene sus recompensas. Pero no es tan placentero como parece. Es un trabajo. Tienes que estar pendiente de la cámara, de la luz. Tienes que estar empalmado durante cuatro o cinco horas, aguantar mucho tiempo en la misma postura. El placer llega con el orgasmo, o cuando termina la escena y follas tranquilamente con la misma actriz porque has conectado con ella", dice R con la tranquilidad de haber conseguido su sueño.

"Sueño, no. Yo no diría que era mi sueño. Era mi objetivo. Quería hacerlo y lo hice. Varias veces, además, y con algunas de las actrices españolas más conocidas y hermosas del porno. Pero apenas me daba dinero. Tampoco a ellas." En el mundo del porno, al parecer, no se cobra bien. Las mujeres ganan más que los hombres, lo que no parece para nada injusto puesto que son ellas el principal reclamo para los espectadores."Muchas lo dejan y se hacen putas de lujo porque así ganan mucho más dinero", me cuenta R, quien, como hemos dicho, ha mantenido relaciones sexuales con ellas fuera del trabajo. "Eso tampoco le molestaba a mi mujer. Estoy con mi pareja desde que tenía 20 años. Ahora tengo 36 y seguimos teniendo relaciones extramatrimoniales. Pero, sin lugar a dudas, el sexo nunca ha sido tan bueno como lo es con ella".

De su trabajo en el banco prefiere no hablar mucho, "más que nada porque es una mierda. Mi jefe me tiene asfixiado. Trabajar de cara el público es agotador. Y sí, vendí preferentes, como todos. Pero, como todos, no sabíamos lo que estábamos vendiendo. Las primeras víctimas fueron los clientes, eso está claro, pero después nosotros. Muchos vendimos preferentes a nuestras propias familias. Fue una estafa para todos." R no está tan contento con su vida como podría pensarse. A pesar de que tiene un trabajo estable, gana casi 2.000 euros al mes y ha logrado cumplir el sueño, o el objetivo, de miles de adolescentes pajilleros. "He pensado intentarlo una última vez. Pedir una excedencia en el curro y largarme a Los Ángeles y probar suerte una vez más. Allí sí hay oportunidades, allí valoran a los actores latinos. Ya tengo una edad y me queda poco tiempo de vida útil", dice entre carcajadas. Todavía hay tiempo para que R desmonte un mito más. "El tamaño no importa tanto como la gente cree. Yo la tengo grande, no te voy a mentir, pero lo importante es estar empalmado y aguantar. Estar en forma. Sí, he probado la Viagra pero es horrible, no te puedes correr, es como tener un tapón en el capullo." ¿Drogas también? "No he visto nada que no ocurra en cualquier otra profesión. Pero en mi experiencia apenas he visto a gente que se drogue para trabajar. En las fiestas no lo sé porque yo tenía que volver a casa y seguir con mi otro trabajo".

Resulta difícil imaginar que uno de los tipos que nos atiende con diligencia en el banco tiene una doble vida. "Por extraño que parezca, me llevo muy bien con los clientes a los que vendí preferentes. Les traté muy bien y les recomendé denunciar cuando se destapó todo. Lo mismo me pasó en el porno. Me porté como un señor con las actrices, tenía detalles con ellas, he seguido manteniendo el contacto. Eso es lo que más valoro de todo esto", dice R mientras el Madrid marca su segundo gol de la noche. Pedimos una cerveza más y seguimos charlando de otros asuntos.De fútbol, de política y de algunos viejos amigos a los que hace tiempo que no vemos. No sabría decir si yo también quise ser actor porno cuando era adolescente. Si tuve ganas de hacerlo alguna vez, jamás habría pensado que fuera a ser así.

¿Por qué lo hizo R y lo siguió haciendo una y otra vez si no era tan placentero como todos podríamos imaginar? "Bueno, si te digo la verdad, yo quería tener un buen currículum. Para seguir trabajando pero también para mí mismo. Para echar la vista atrás y decir: joder, mira cuántas tías te has follado. Como si tuviera el síndrome de Julio Iglesias. Es triste reconocerlo pero es así. Supongo que no tengo alma", dice R apurando su cerveza. ¿Y quién la tiene?, me pregunto mientras nos despedimos con un abrazo. Es hora de marcharse.Es hora de recuperar la normalidad de nuestras vidas y de nuestros hogares. Hasta de los mejores sueños tiene que uno que despertar. Pero ¿qué ocurre cuando lo que parecía un sueño se convierte en realidad? ¿Qué ocurre cuando lo que parecía un sueño se convierte en una pesadilla normalizada? Cuando llego a casa me resisto en vano a buscar las escenas pornográficas que pululan en internet donde aún puede verse a R en acción. Él mismo me dijo que nadie le había reconocido en el banco, que su experiencia no era para tanto, que nada más era un profesional. Alguien escribió: "todo lo que empieza como comedia acaba como monólogo cómico, pero ya no nos reímos". Borro el historial de visitas y apago el ordenador. Me parece que no le falta razón.