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Según Aggrawa, es relativamente común que, con el tiempo, un necrófilo vaya avanzando en esta escala. En su libro cita numerosos casos de personas que habían tenido fantasías necrófilas y que acabaron buscando trabajos en los que pudieran estar en contacto con cadáveres con el fin de poder hacer realidad sus deseos.Hayden, de hecho, me dijo que un día tiene intención de dedicarse a una profesión que le permita estar cerca de los muertos con frecuencia. «Soy consciente de que no puedo consumar mi deseo, al menos no sin acabar arrestado», afirma. Sin embargo, también confiesa que no le preocupa que sus fantasías se traduzcan en algo más tangible. En su caso, «con poder tocar me basta».Ponte a hablar de un asesinato violento durante una cena y todo el mundo participará en la conversación; menciona la necrofilia y la mesa entera se quedará en silencio.
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La pregunta, sin embargo, es si esta es una forma saludable de desahogarse para un necrófilo o si es algo que solo agrava e intensifica el deseo de interactuar sexualmente con un cadáver de verdad.«La necrofilia puede pasar de un primer grado a otro más avanzado, por lo que los sectores que se dedican a satisfacer las fantasías de los necrófilos muy posiblemente están contribuyendo a que ese hábito se acentúe», me explicó Aggrawal. «Creo que la mejor manera [de lidiar con los impulsos necrófilos] es ponerse en contacto con un psiquiatra o un psicoterapeuta. Hay una serie de estrategias que se pueden emplear para ayudarlos».El terapeuta de Hayden inicialmente sugirió que asistiera a un grupo de ayuda para diversas parafilias, pero Hayden me aseguró que aquello solo agravaba la ansiedad y la incomodidad que sentía por sus deseos y dejó de ir. La mayor fuente de apoyo para conciliar sus deseos tabú, añadió, ha sido su novia.«Ella lee todos los poemas y las historias sobre necrofilia que escribo; incluso me envía canciones o textos que encuentra sobre el tema», dijo. «Siempre me ha dicho que no es anormal, que la gente se siente atraída por diferentes cosas y a mí me atraen los cadáveres».En Psychopathia Sexualis, Krafft-Ebing sugirió que el hecho de que una mente sana demuestre o no tendencias necrófilas era una cuestión todavía por resolver y un tema que requería una investigación más exhaustiva. En los cerca de 150 años que han pasado desde su publicación, da la sensación de que la comunidad psiquiátrica hubiera declarado esta pregunta resuelta, con un rotundo «no».Tiene sentido: la historia está plagada de historias salvajes sobre actos necrófilos, y la mera idea de fornicar con un cadáver es suficiente para hacer que la mayoría de la gente sienta náuseas. Pero, como Valentine y otros están dispuestos a demostrar, puede haber otra cara de la historia, en la que la necrofilia no es algo que deba ser temido e ignorado, sino algo que muy bien podría abrir un debate fructífero y proporcionar información valiosa sobre la verdadera naturaleza de nuestras actitudes culturales hacia el sexo, el amor, la vida y la muerte.Sigue a Daniel Oberhaus en Twitter.Traducción por Mario Abad.La gente se siente atraída por diferentes cosas y a mí me atraen los cadáveres.