El actor de 49 años, que logró abrirse camino hace poco más de 20 años gracias a la emblemática cinta de Mathieu Kassovitz, El odio [La Haine], hoy vive en Río, pero ha regresado a su país de origen para sustituir a Gerard Depardieu en una película, cuando el ciudadano ruso, dueño de viñedos y leyenda del cine francés decidió abandonarla. Depardieu, al parecer, está en ese momento de su vida en el que realmente todo se la trae al pairo.A Cassel siempre le ha gustado el concepto de diversión de Depardieu. De joven, Cassel fue un estudiante serio y aprendió todo tipo de técnicas de interpretación, desde el Método, en Nueva York, hasta "clases de interpretación muy a la francesa, en las que solo se habla de la pronunciación".Se tomó muy en serio su trayectoria, anotándolo todo, agonizando durante todo el proceso, intentando convencerse de que lo que estaba haciendo era un trabajo.Lo más difícil es aceptar que interpretar es sencillo. Diría que cualquiera puede hacerlo
"Y entonces me di cuenta de algo", me dice. "Lo más difícil es aceptar que interpretar es sencillo. Diría que cualquiera puede hacerlo. Tienes que aceptar que no es nada y luego, con el tiempo, puedes divertirte y tomarla como lo que es, la ciencia del momento."Es más fácil estar presente en el momento como actor en una situación ficticia, que en tu propia vida
Unos días antes de hablar con él, The Telegraph publicó una entrevista a Cassel en la que habla de su separación, hace tres años, de la actriz italiana Monica Bellucci, la madre de sus dos hijas. El entrevistador desentierra citas que aluden a la naturaleza "europea" más abierta de la relación de Cassel y Bellucci.Con motivo de su papel en El cuento de los cuentos, el actor francés reflexiona sobre el deseo masculino. Le describo la película como un cuento gótico, uno que me recordó a los Hermanos Grimm o Gormenghast, de Mervyn Peake, pero Cassel piensa que es más una "referencia al cine de terror italiano de los años 70… hay algo nostálgico en ello, que es lo que me gusta, por cierto".La búsqueda constante de carne fresca, de una manera absurda, la búsqueda del deseo, con el fin de no sentirnos muertos
En casas okupas del distrito 19 y en clubes como Le Globo y Le Bobino, Cassel fue testigo del nacimiento de hip-hop francés. "Había mucha mezcla", recuerda, en referencia a la gente los lugares. "Era el área de Jean-Paul Goude y Jean-Baptiste Mondino, pero al mismo tiempo era el comienzo del hip-hop, y teníamos a Public Enemy cerca y todos estos niños de la calle tocando música que nadie escuchaba. No se tocaban beats en ningún otro lugar, todo era muy pop y, la verdad, muy blanco. Éramos diferentes, nos vestíamos diferente", añade. "No sé, era muy funky."Levi's 501, Stan Smiths, chupa de cuero, cabeza rapada… Es curioso cómo de repente la industria de la moda quiere volver a hacerlos nuevos, pero nunca se han ido
Antes del estreno de El odio, la industria cinematográfica francesa estaba tan desconectada del mundo de las calles de Francia que los distribuidores hasta se plantearon incluir subtítulos para el público francés.Hoy en día, las marcadas divisiones sociales que exploró la película siguen igual de presentes. Construido con la mano de obra barata de sus colonias, Francia fracasó en invertir en los hijos y nietos de aquellos hombres y mujeres que vinieron del norte y oeste de África (entre otros lugares) para trabajar en y para Francia.Antes del estreno de El odio, la industria cinematográfica francesa estaba tan desconectada del mundo de las calles de Francia que los distribuidores hasta se plantearon incluir subtítulos para el público francés
Detrás de los horrendos ataques terroristas que salen en las noticias, el desempleo y la pobreza afectan a los lugares representados en El odio.Cualquier persona haría lo mismo si la han tratado como a una mierda. Cada nueva generación alberga más odio que la anterior y tiene menos educación