Vincent Cassel habla sobre 'La Haine', el sexo y el hip-hop

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Vincent Cassel habla sobre 'La Haine', el sexo y el hip-hop

Hablamos con la estrella de Irreversible, El cuento de los cuentos y la película de culto La Haine (El Odio) sobre crecer en los 80 en París.

Ilustración por Dan Evans

Sin camisa, con pelo largo y en plena orgía: así es como se hace una buena entrada en una película. El problema es que no cualquier actor puede hacerlo, pero Vincent Cassel puede, como demuestra en El cuento de los cuentos (Tale of Tales), la nueva épica loca y hermosa de Matteo Garrone.

Cassel es libertino, atractivo y francés; muy francés. Ha envejecido como un buen vino disfrazado de león andrajoso, con barba de tres días y picardía gala. No cabe duda de que el tipo se lo ha pasado bien.

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"Creo que no tomártelo demasiado en serio es una de las claves para no volverte loco en este negocio", dice Cassel por teléfono desde París.

Lo más difícil es aceptar que interpretar es sencillo. Diría que cualquiera puede hacerlo

El actor de 49 años, que logró abrirse camino hace poco más de 20 años gracias a la emblemática cinta de Mathieu Kassovitz, El odio [La Haine], hoy vive en Río, pero ha regresado a su país de origen para sustituir a Gerard Depardieu en una película, cuando el ciudadano ruso, dueño de viñedos y leyenda del cine francés decidió abandonarla. Depardieu, al parecer, está en ese momento de su vida en el que realmente todo se la trae al pairo.

A Cassel siempre le ha gustado el concepto de diversión de Depardieu. De joven, Cassel fue un estudiante serio y aprendió todo tipo de técnicas de interpretación, desde el Método, en Nueva York, hasta "clases de interpretación muy a la francesa, en las que solo se habla de la pronunciación".

Se tomó muy en serio su trayectoria, anotándolo todo, agonizando durante todo el proceso, intentando convencerse de que lo que estaba haciendo era un trabajo.

Es más fácil estar presente en el momento como actor en una situación ficticia, que en tu propia vida

"Y entonces me di cuenta de algo", me dice. "Lo más difícil es aceptar que interpretar es sencillo. Diría que cualquiera puede hacerlo. Tienes que aceptar que no es nada y luego, con el tiempo, puedes divertirte y tomarla como lo que es, la ciencia del momento."

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El momento es algo que le interesa mucho a Cassel y estar en el presente es un componente clave de su obra. Le dice a los actores jóvenes que se relajen, les señala que al menos ya están trabajando, y comenta que deben respetar lo que sucede mientras están frente a la cámara.

Toma fotos de sus hijos que no puede borrar, incluso si están desenfocadas, ya que, imperfecto o no, el momento tiene valor. Sin embargo, la vida no es el rodaje de una película, y Cassel no es el primer artista consciente de la diferencia entre las caóticas realidades de la vida y las fantasías creadas en su trabajo. "Es más difícil hacerlo en la vida real, porque tienes mucho que perder", afirma.

"Hacerlo delante de una cámara es, de alguna manera, una liberación, es más fácil estar presente en el momento como actor en una situación ficticia, que en tu propia vida".

La búsqueda constante de carne fresca, de una manera absurda, la búsqueda del deseo, con el fin de no sentirnos muertos

Unos días antes de hablar con él, The Telegraph publicó una entrevista a Cassel en la que habla de su separación, hace tres años, de la actriz italiana Monica Bellucci, la madre de sus dos hijas. El entrevistador desentierra citas que aluden a la naturaleza "europea" más abierta de la relación de Cassel y Bellucci.

Con motivo de su papel en El cuento de los cuentos, el actor francés reflexiona sobre el deseo masculino. Le describo la película como un cuento gótico, uno que me recordó a los Hermanos Grimm o Gormenghast, de Mervyn Peake, pero Cassel piensa que es más una "referencia al cine de terror italiano de los años 70… hay algo nostálgico en ello, que es lo que me gusta, por cierto".

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Cassel interpreta al rey de Strongcliff, un hombre obsesionado con el sexo y la belleza, que debe poseer todo lo que desea. De ahí las orgías de las escenas iniciales, en la que se arrastra de mujer desnuda en mujer desnuda. "Es una mofa sobre lo que significa ser un hombre", relata. "La búsqueda constante de carne fresca, de una manera absurda, la búsqueda del deseo, con el fin de no sentirnos muertos. El hecho de que esta situación le vuelve como una bofetada en la cara hace alusión al machismo y de cómo un hombre que quiere controlar a su familia no controla nada".

Le pregunto a Cassel si piensa que los hombres en general son seres más inquietos. "Sí", dice, "es como si estuviera en nuestro ADN. De que podamos tratar, a través de nuestras vidas, de racionalizar el deseo y hacerlo controlable, depende que el mundo siga girando. Esto es de lo que habla la gente todo el tiempo. El otro día estaba leyendo sobre Federico Fellini e Italo Calvino, que eran amigos. Estamos hablando de gente muy inteligente y talentosa. ¿De qué hablaban cuando estaban juntos? hablaban sobre mujeres".

Cassel hace un esbozo de esto en perfecto italiano: "Ella es muy bonita, pero está casada", dice Fellini. "Sí, pero si la contratas para una película, podrás estar un rato con ella", responde Calvino. Cassel se ríe a carcajadas.

Hubo un tiempo en que Vincent Cassel quería formar parte de este mundo de arte y sexo, y también quería las calles. "Asistí a internados caros y horribles, y me pasé media vida huyendo", explica. "Así que, finalmente, cuando me las arreglé para volver a París y tomar las riendas de mi futuro, decidí que quería ser actor y bailarín, y trabajar con mi generación y follar con los demás".

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Actuó en espectáculos callejeros y luego en el teatro. No ganaba mucho dinero, pero juntó más que sus amigos. Podía pagar un apartamento y viajar cuando quería, "no en clase Business, pero podía viajar".

Durante la primera mitad de la década de 1980, cuando regresó a París, Cassel pasaba el tiempo en las calles. "Soñaba con el cine italo-americano de los años 70, donde todo era violento y crudo; eso era lo que buscaba". Este es el París que vemos en El odio. No importaba que Cassel fuera un niño de internado, su hermano era MC, y de todos modos, "íbamos a las mismas fiestas. Había diferencias, pero no es como si yo fuera por ahí conduciendo un Porsche".

Levi's 501, Stan Smiths, chupa de cuero, cabeza rapada… Es curioso cómo de repente la industria de la moda quiere volver a hacerlos nuevos, pero nunca se han ido

En casas okupas del distrito 19 y en clubes como Le Globo y Le Bobino, Cassel fue testigo del nacimiento de hip-hop francés. "Había mucha mezcla", recuerda, en referencia a la gente los lugares. "Era el área de Jean-Paul Goude y Jean-Baptiste Mondino, pero al mismo tiempo era el comienzo del hip-hop, y teníamos a Public Enemy cerca y todos estos niños de la calle tocando música que nadie escuchaba. No se tocaban beats en ningún otro lugar, todo era muy pop y, la verdad, muy blanco. Éramos diferentes, nos vestíamos diferente", añade. "No sé, era muy funky."

Vincent Cassel, Saïd Taghmaoui y Hubert Koundé en 'El odio'

Menciono el estilo de El odio, cómo la ropa que él, Said y Hubert se ha vuelto a poner de moda. "¡Nunca dejó de estarlo!", protesta. "Levi's 501, Stan Smiths, chupa de cuero, cabeza rapada… Es curioso cómo de repente la industria de la moda quiere volver a hacerlos nuevos, pero nunca se han ido. Fíjate en la calle, siempre han estado ahí".

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Hoy en día, Cassel presenta un aspecto más elegante, al menos en las sesiones de fotos. ¿Cuándo dejó de vestirse como Vinz en El odio? "¿La verdad? No sé. Mis pantalones ya no son tan anchos, y mis zapatillas no son tan bastas y llamativas. Me da la sensación de que… la ropa no es tan holgada como antes, pero es más o menos el mismo corte", explica entre risas.

Antes del estreno de El odio, la industria cinematográfica francesa estaba tan desconectada del mundo de las calles de Francia que los distribuidores hasta se plantearon incluir subtítulos para el público francés

Antes del estreno de El odio, la industria cinematográfica francesa estaba tan desconectada del mundo de las calles de Francia que los distribuidores hasta se plantearon incluir subtítulos para el público francés.

Hoy en día, las marcadas divisiones sociales que exploró la película siguen igual de presentes. Construido con la mano de obra barata de sus colonias, Francia fracasó en invertir en los hijos y nietos de aquellos hombres y mujeres que vinieron del norte y oeste de África (entre otros lugares) para trabajar en y para Francia.

Cualquier persona haría lo mismo si la han tratado como a una mierda. Cada nueva generación alberga más odio que la anterior y tiene menos educación

Detrás de los horrendos ataques terroristas que salen en las noticias, el desempleo y la pobreza afectan a los lugares representados en El odio.

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"Cuando tus hijos nacen en un lugar y la gente los señala y les dicen que son diferentes, cuando se dan cuenta de que, a pesar de ser franceses no tienen la misma suerte ni las mismas posibilidades que los demás, su indignación crece", cuenta Cassel. "Cualquier persona haría lo mismo si la han tratado como a una mierda. Cada nueva generación alberga más odio que la anterior y tiene menos educación".

Cassel afirma haber pasado toda su vida votando en contra de alguien. Su voto era para alguien que no fuera tan reprobable como el anterior. Sin embargo, apoya a Bern. "Me gustaría ser estadounidense, solo para votar por Sanders. Esta es la primera vez que me identifico con las cosas que dice un político". ¿Cree que haya alguien como Bernie en Francia en este momento? "No es que lo crea: sé que no hay nadie en Francia como él en este momento".

En Río parece llevar un estilo de vida mucho más tranquilo y alejado de los días de fiesta y hip-hop de los 80 y 90 en París. "Me volví bastante saludable, por lo que ya no bebo ni fumo mucho", explica. "Río es una ciudad muy física, todo el mundo está en forma, corre y va al gimnasio". Cassel dice que todavía puedes salir y "hacer el loco hasta las 5 de la mañana", pero que ahora disfruta más haciendo surf al amanecer y comprar pescado fresco y frutas en el mercado.

Me pregunto si, ahora que ya no está con Monica Bellucci, vivir en Río ha supuesto una válvula de escape para Cassel. Le pregunto si de vez en cuando ve Irreversible, la película que hizo con ella y el director Gaspar Noé, en la que es violada brutalmente. "La mayoría de las veces no vuelvo a ver mis películas, pero esta aun menos, aunque me encanta y creo que Gaspar es uno de los más grandes".

Capaz de intelectualizar de manera cautivadora sus pasiones y deseos, Vincent Cassel sigue siendo uno de los actores más interesantes del cine internacional, un hombre capaz de trasladar la creatividad anárquica de las calles parisinas de los años 80 y 90 a un cuento de hadas sobre un rey obsesionado con el sexo.

El cuento de los cuentos se estrena el 17 de junio.

@oscarricketnow