¿Volverán este sábado los okupas al Patio Maravillas?

Resulta extraño que mi profesor de Economía de la Universidad y el cantante de un grupo que vi tocar en casas okupas puedan estar a punto de gobernar juntos la ciudad en la que vivo. Pero mucho más extraño resulta que hoy desalojen una de esas okupas -el Patio Maravillas- tan solo 48 horas antes de la previsible proclamación de Manuela Carmena como alcaldesa, al frente de una candidatura ciudadana en la que se integran personas de diferentes colectivos. Uno de ellos es Javier Barbero que ¿lo adivinan? es miembro del propio Patio Maravillas y al que la líder de Ahora Madrid ya halagaba en esta entrevista que nos concedió hace un par de meses. Si llega al Ayuntamiento será el encargado de coordinar a la Policía Municipal, bomberos y servicios de emergencia. Si no fuese porque este desalojo no nos hace ninguna gracia, todo esto sería muy gracioso.

Desde febrero, y tras una denuncia presentada por la empresa propietaria del edificio (Nivel 29), pesaba una orden de desalojo sobre este espacio autogestionado de la calle Pez de Madrid. Finalmente, los agentes se han presentado en el inmueble esta lluviosa mañana con un dispositivo policial que se mantuvo hasta el mediodía en la zona de Malasaña, en pleno centro de la ciudad. Lo han tapiado tras asegurarse de que estaba vacío, mientras integrantes del colectivo pedían permiso para entrar y recuperar sus materiales, enseres y equipos. Estos han convocado una concentración esta misma tarde a las 19h de la tarde en la Plaza Dos de Mayo para reclamar la legitimidad de su proyecto y recordar su eterna demanda de que les cedan un espacio municipal para realizar sus actividades.

El Patio lleva cinco años activo en esta localización, tras haber sido desalojado de su anterior ubicación en el número 8 de la calle Acuerdo, y siempre ha reivindicado el uso social de los espacio públicos. Nos da penita que cierre sus puertas. Que se las cierren, vaya. Por las amigas que iban allí a cantar en el coro y porque justo han decidido hacerlo el penúltimo día del gobierno en funciones de Ana Botella, cuyo partido podría haber elegido otras medidas más dignas y amables para abandonar el despacho que le fue asignado por Gallardón.