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Cultură

‘Westworld’ es cada vez más brutal, oscura y adictiva

Westworld se guía por el planteamiento de temas: ¿qué es la conciencia? ¿en qué medida nos define ese gusto por los espectáculos violentos? ¿Es capaz el ser humano de dispensar un trato inhumano a las máquinas?

Son cada vez más los que señalan a Westworld como la sucesora de Juego de tronos en la categoría de producciones de HBO de gran presupuesto con abundantes dosis de violencia y desnudos. Sin embargo, después de cuatro episodios, se perfilan más claramente los paralelismos de esta serie, que se desarrolla en un parque temático futurista del oeste americano, con un modelo de tintes más misteriosos: Perdidos.

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Pese a ello, Westworld no puede ser ni lo uno ni lo otro. Perdidos se articulaba en torno a un elenco de personajes relativamente reducido y con una extensa historia personal que lograban centrar toda nuestra atención y hacernos olvidar la falta de continuidad o lo absurdo de algunos de los misterios en los que se veían envueltos. Juego de tronos, en cambio, se sustenta sobre un casting y un mundo mucho más extensos y presenta giros argumentales con consecuencias reales: se libran batallas, mueren héroes y se erigen y aniquilan reinos enteros. En Westworld, por el contrario, los protagonistas son robots cuyas personalidades y trasfondos se reprograman con solo pulsar un botón, y los tiroteos y las torturas están perfectamente coreografiados y se limpian y reinician a diario.

Más que por los personajes o la trama, Westworld se guía por el planteamiento de temas: ¿qué es la conciencia? ¿en qué medida nos define ese gusto por los espectáculos violentos? ¿Es capaz el ser humano de dispensar un trato inhumano a las máquinas?

El título del cuarto episodio de la serie, "Dissonance Theory", hace referencia al concepto psicológico que define la tensión mental a la que se ve sometida una persona que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto. Si dos ideas contrarias pueden causar un poco de estrés, ¿qué efectos pueden provocar en una mente cien personalidades e historias distintas?

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Algo oculto bajo la superficie

La disonancia cognitiva constituye la realidad de los robots de Westworld. El episodio homónimo arranca cuando Dolores (Evan Rachel Wood) confiesa a Bernard (Jeffrey Wright) que las contradicciones están empezando a afectarle: "Creo que hay algo que está mal en este mundo, algo oculto bajo la superficie". Es eso, o "Me estoy volviendo loca".

De vuelta en el parque, Dolores se une a Logan (Ben Barnes) y William (Jimmi Simpson), dos de los clientes, en la caza del criminal Slim. Muestra numerosos fallos de funcionamiento, habla a personas que desaparecen y sufre visiones de figuras rojas y blancas con máscaras iluminadas en los laterales que les dan un aspecto de seres alienígenas.

La madama del burdel, Maeve, acusa aun más los efectos de la disonancia. Su mente androide fluctúa entre el pasado y el presente, entre la certeza de que está viva y de que también muerta. Sabe que le dispararon en el vientre y, sin embargo, no tiene ni un rasguño en la piel, y también ella ve las mismas figuras rojas y blancas. Incluso dibuja un esbozo de una de ellas y, cuando se dispone a esconderlo en su habitación, descubre horrorizada decenas de dibujos similares, en una escena que recuerda a la mítica de El resplandor.

Los espectadores sabemos que esas extrañas criaturas no son más que el equipo de humanos encargados de recoger los robots muertos del día, reparar los daños que hayan sufrido y reiniciarlos para el día siguiente. Para los habitantes sintéticos del parque, sin embargo, podrían ser espíritus de los mismísimos dioses. Maeve, de hecho, ve caer una figura con la forma de una de esas criaturas de las manos de un nativo americano. Cuando exige explicaciones, la única respuesta que recibe es que "es parte de lo que ellos llaman su religión".

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Posteriormente, cuando el grupo de bandidos de Héctor (Rodrigo Santoro) ataca el burdel, Maeve vuelve a pedir explicaciones, esta vez a punta de pistola. Hector le cuenta que la figura es una "sombra" que "camina entre mundos, enviada desde el infierno para supervisar el nuestro". Acuciada por la necesidad de resolver su disonancia, Maeve consigue convencer a Hector para que le abra el vientre y compruebe si hay una bala en su interior. "¿qué significa esto?", se pregunta él, observando las vísceras sangrientas. "Que no estoy loca, al fin y al cabo", responde ella. "Y que nada de esto importa".

"Todo este mundo es una historia"

Bernard indica a Dolores que debe jugar al juego del "laberinto" y que, si encuentra el centro, será libre. ¿Se trata del mismo laberinto que con tanto ahínco busca el hombre de negro interpretado por Ed Harris? ¿O es Westworld un laberinto de laberintos en el que cada personaje se pierde?

El hombre de negro le dice a Lawrence (Clifton Collins, Jr.) que está buscando el laberinto porque ha "leído todas las páginas [de la historia del parque] menos la última. Quiero saber cómo acaba". Hace alusión a Arnold, "el primer colonizador de estas tierras", y asegura que el compañero de Ford ha creado una historia secreta, con "desafíos y violencia reales", en la seguridad del parque temático. La siguiente clave para desvelar esta historia es, al parecer, una misteriosa mujer que se está bañando desnuda en el río y tiene una enorme serpiente tatuada alrededor del cuerpo. Le promete sacar a su jefe de la cárcel si accede a hablar con él.

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Entre los bandidos que lidera la mujer hay varios visitantes del parque, uno de los cuales queda deslumbrado por la presencia del hombre de negro. "Soy un gran admirador suyo", le confiesa. "Gracias a su fundación, mi hermana ha salvado la vida". Por lo visto, el asesino más depravado del parque se dedica a causas humanitarias fuera del recinto. "Una palabra más y te rajo el cuello, ¿entendido? ¡Estas son mis putas vacaciones!", fue la respuesta de esta especie de Bill Gates despiadado.

En la prisión, el hombre de negro saca a relucir sus juguetes, como unos cigarros explosivos que con el beneplácito de la central hacen saltar por los aires toda la celda y la cabeza del sheriff. La siguiente pista le llega de la mujer del tatuaje de la serpiente a través de una historia sobre los malvados hombres que asesinaron a todos los habitantes de su pueblo, liderados por Wyatt. (Wyatt es el nuevo villano que Ford introdujo en el cuarto episodio, por lo que resulta curioso que esté vinculado con el difunto Arnold a través de una historia secreta).

"¿Eso es lo único que se me da bien?"

Es la pregunta que Bernard le hace a su supervisora, Theresa (Sidse Babett Knudsen Wood) después de un revolcón. Esa misma pregunta podría plantearse sobre todos los personajes humanos de la central. Todos los habitantes del parque sintéticos o reales están más vivos que los personajes que pueblan las frías instalaciones corporativas del mismo. La única excepción la constituye el Dr. Ford, a quien Theresa quería conocer.

Ford es consciente de que a Theresa no le gusta nada el parque y la provoca con sus palabras y con la escalofriante visión de los robots en pausa. Ford se ve a sí mismo como un dios, y recuerda a la mujer que él y Arnold diseñaron "cada centímetro del parque, cada brizna de hierba" y que se debatieron entre si dejar o no participar a los que tienen el dinero. Theresa cree que ella lleva la voz cantante sobre esos que tienen el dinero y señala que la junta va a enviar a un representante para apoyarla. "Pero si ya lo han hecho", afirma Ford con una sonrisa. "Pensaba que ya te lo habían dicho".

Otra ración de misterio sobre la que debatir. ¿Será el hombre de negro un invitado de tal importancia que incluso se le considera un representante? De las otras personas reales que conocemos, William no parece una opción, si bien Logan podría ser un heredero malcriado al que su padre rico ha enviado como representante.

Pero la gran pregunta es cuánto tiempo podrá la serie mantener el interés sin caer en el modelo de Perdidos, asentando su peso en los personajes, o el de Juego de tronos, basando la trama en giros argumentales de gran impacto. Mientras tanto, Westworld sigue avanzando hacia un destino todavía incierto.

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Traducción por Mario Abad.