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Willy Uribe lleva dos semanas en huelga de hambre

Y seguirá con ella hasta que indulten al ex toxicómano David Reboredo.

¿Hasta dónde somos capaces de llegar obedeciendo a nuestras convicciones? ¿Poseen los ideales que cada uno lleva en su interior, sean del tenor que sean, la suficiente solidez como para, llegado el momento, tener los arrestos de hacerlos visibles vehiculándolos a través de una acción significativa y drástica? Bien es cierto que drástica es hoy en día cualquier postura que se aparte unos centímetros de nuestra morigerada realidad, pero declararse en huelga de hambre es una medida contundente en cualquier lugar y situación, tanto más si su objetivo es lograr el bien de alguien a quien ni siquiera se conoce en persona. Este es el caso del escritor y fotógrafo vasco Willy Uribe.

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Autor de Crónicas del salitre –una semblanza de sus experiencias como surfista– y de novelas como Nanga, Sé que mi padre decía –premiada en la XXII Semana Negra de Gijón–, Revancha, Cuadrante Las Planas –finalista del V premio Tusquets Editores de Novela– y Los que hemos amado, algo se removió en el interior de Uribe cuando se enteró de que alguien que para él era un perfecto desconocido, David Reboredo, un ex toxicómano gallego ya rehabilitado, había recibido orden de ingreso en prisión, con seria posibilidad de siete años tras las rejas, por habérsele encontrado sendas papelinas de heroína, menos de medio gramo en total… en 2006 y 2009. Suele decirse que la justicia avanza despacio. En esta ocasión, además de despacio, avanza obnubilada como una descomunal tortuga con venda en los ojos y ningún sentido de la perspectiva.

Willy Uribe lleva dos semanas en huelga de hambre para reclamar para Reboredo un indulto que ya se le ha negado dos veces, además de una explicación del actual Ejecutivo del por qué del perdón concedido a cuatro Mossos d’Esquadra condenados en firme por un delito de torturas a un detenido (de “decisión política indigna”, la calificaron nada menos que 200 jueces) y otra de los responsables del Ejecutivo anterior de la razón del perdón al banquero Alfredo Sáenz. Willy viajó de Bilbao a Barcelona y, en el piso que funciona como sede de la editorial digital sigueleyendo, inició su ayuno. Allí íbamos a visitarle el sábado pasado cuando nos avisaron por teléfono de que el día anterior se había encontrado mal por primera vez desde el inicio de la huelga y que le habían llevado a un piso particular. Allí se desarrolló la conversación que sigue, que un servidor ha optado por transcribir de forma íntegra y prácticamente sin editar.

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VICE: Iniciar una huelga de hambre no es algo que se haga todos los días. Tú lo has hecho para reclamar el indulto de David Reboredo. ¿Ha sido el suyo el caso que ha hecho rebosar el vaso? ¿Se ha dado una acumulación de cosas y la de Reboredo ha sido el punto de ruptura?
Willy Uribe: Exacto, lo has definido muy bien. Acumulación desde hace años ya, porque esto yo lo veía venir desde comienzos de 2000. El gobierno de Zapatero, por muchas reformas sociales –la ley del matrimonio gay y todas estas cosas– ha legislado muy a favor de la banca, muy en contra de la regulación del sistema de trabajo, entre otras muchas luchas, y Zapatero además puso una guinda de mierda en su legislatura, como fue el indulto a Alfredo Sáenz, condenado cuando estaba en Banesto. Le indultó porque le obligaría el Banco de Santander o quien fuera. Y como el PSOE está endeudado hasta las cachas, pues lo firmó. Eso ya me jodió mucho. El indulto a los GAL [Grupos Antiterroristas de Liberación] también me jodió muchísimo, como a todo el mundo allí en Euskadi. Y bueno, con esta legislatura, pues desde el principio ha sido suma y sigue.

El caso de los Mossos d’Esquadra que torturaron a este hombre rumano, que ya cuando salió el caso me quedé alucinado. En comisaría, indefenso… Vamos, abuso de poder total, tortura en contra las leyes internacionales de La Haya y contra todo. Y ves que los indultan. Luego repasas la lista de indultos: los condenados por el YAK-42 en Turquía están indultados. Hoy día están en la calle.

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Y también los responsables políticos en el hundimiento del Prestige, que hasta se siguen presentando a elecciones.
También están por ahí. Nadie les ha juzgado ni les juzgará nunca. El mismo Rajoy, ¿no? Lo de los “hilillos de plastilina” y todo eso. Todo esto colmó el vaso, que ya estaba así [hace un gesto con la mano: hasta el borde] y lo que tú dices: llegó la negación del indulto a este chaval, que yo escuché en una radio gallega por internet, y aquello me jodió bastante. Yo venía un tiempo saliendo a la calle en las últimas huelgas generales, a las manifestaciones, a concentraciones antideshaucios; a alguna he ido intentando parar algo, haciendo masa, un poquito, y ahí te quedas. Entonces llegó esto.

Yo tenía muchos amigos yonquis. Algunos ya no están. Y a otros les ha costado la hostia salir. Me dije, “Hostia. Siete años por dos papelinas”. En media hora me lo pensé, me hice un brainstorming conmigo mismo y, medio llorando de rabia, me dije: se acabó.

¿Sopesaste en esa media hora los pros y los contras que esto podría tener?
Sí. Pensé encadenarme a algún sitio, a un banco. Ya estaba eligiendo el banco, en Bilbao, pero un encadenamiento no tiene repercusión, no tiene recorrido. Me habrían puesto una multa, no tengo un duro y habría salido trasquilado.

Y un encadenamiento termina en el preciso instante en que viene alguien con una cizalla.
Entonces me dije, “coño, una huelga de hambre tiene recorrido”. Tuve muy en mente la huelga de hambre de Bobby Sands, el militante del IRA, y muchas otras que se han hecho. Me pareció que podía ser una postura. Lo pensé cinco minutos más y dije, adelante. Por lo menos se mantiene candente. Aunque los medios hagan caso o no hagan caso, se mantiene candente un mes. Y me lancé.

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Se lo comuniqué a mi mujer y a mi hija y después llamé a Cristina Fallarás, porque allí en Bilbao hay activismo social pero no tengo un grupo tan fuerte como aquí en Sigueleyendo. Le pedí permiso a Cristina para irme alí a Sigueleyendo y así empezó todo. Cogí un autobús y me vine.

Esto fue el día 11, ¿no?
Salí de Bilbao el día 10 por la noche y llegué a Barcelona el 11 por la mañana.

Las huelgas de hambre se perciben en España como algo que sucede en “otros sitios”. No se concibe que esto pueda pasar aquí. Sin embargo se han dado varios casos en los últimos meses. El mes pasado se pusieron en huelga de hambre cinco trabajadores de Telefónica por el despido de un compañero, y en marzo lo estuvo un hombre en protesta por los recortes sanitarios. Esto es sintomático de algo. De que no estamos viviendo en el mejor de los mundos, quizá.
Pues no. Tenemos un gobierno elegido democráticamente –yo cuestiono mucho el sistema de elección y el sistema de partidos políticos, tan corruptos que están–, pero vivimos una situación radical. Y ante situaciones fuertes, respuestas fuertes. En España, la ciudadanía está dando muestras de gran comportamiento. Yo no soy violento. En otras circunstancias no sé si lo sería, pero en estas no hay que serlo. Y una huelga de hambre es una respuesta radical.

David Reboredo

Lo que yo veo como ciudadano de a pie es que las respuestas se están polarizando. Por un lado hay un sector de la población que está saliendo a las calles y protestando en la medida de sus posibilidades, y por el otro lado un amplio sector que opta por ocultar la cabeza debajo del ala como si aquí no pasara nada.
Yo también lo veo así. España va camino de convertirse, social, educativa y sanitariamente en un país tercermundista. También lo pensé: demostrar que España es un país tercermundista, porque las huelgas de hambre se hacen en países subdesarrollados. Y España va en camino de convertirse en un país subdesarrollado, sanitaria, cultural y socialmente.

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Esa táctica del avestruz yo la he vivido muy de cerca en Euskadi durante el problema de ETA: mientras a mí no me toque, yo no muevo ficha. Mientras a mí no me roce, yo me quedo aquí. Solo se mueven unos pocos. Y ha habido una gran agitación social, el 15M, las acampadas de mayo aquí en Barcelona, pero en el fondo todavía es una parte minoritaria de la población; una parte que chapeau por ella, que está concienciada política y socialmente. Pero sí hay una gran mayoría de este país enganchada a las mierdas de programas de televisión, a la mierda de la publicidad, que se le meten por el culo. Todos a entrar en la rueda de consumir más y, mientras a mí no me toque, yo no muevo ficha, pero a la gente ya le va tocando, y le va tocando, y le va tocando. Las clases medias van a menos y en esas estamos. Y despertará alguno cuando le toque de cerca. Y dirá, ¡joder!, y luchará por su puesto de trabajo porque le han tirado. ¡Pues haber luchado antes por el puesto de trabajo de tu colega! O de ese tío que no conocías de nada.

No entra de lleno en lo que hoy nos ocupa, pero puesto que has conocido la Euskadi de los 80 y has tenido amigos drogadictos, quería pedirte tu opinión acerca de las afirmaciones de que en la plaga de heroína que diezmó Euskadi en los 80 tuvo mucho que ver la policía, que la vio como un método de primera para atajar los movimientos sociales.
Es cierto. Yo no puedo poner pruebas sobre la mesa, no soy periodista, pero hubo condenas. Varios guardias civiles condenados por tráfico de heroína. En aquella época se dormía todo mucho pero lo hubo, y actualmente sigue habiendo policías juzgados por tráfico de drogas. Yo creo que hubo dos vertientes en Euskadi en los 80: la heroína introducida por el Estado y la heroína introducida por capos de la droga. En el pueblo donde yo vivía, Algorta, y en otros pueblos donde se consumía mucho, sobre todo pueblos costeros, venían chavales con mucho dinero, no se sabía lo que era la heroína y se lo fundían en fiestas.

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En mi pueblo, por ejemplo, había gente que eran yonquis, o no lo eran, pero se iban ellos mismos a Tailandia y se hacían sus historias. O sea que habia dos modos. El Estado lo metía y luego lo metía el narcotráfico habitual, ya sea artesanal o profesional. Pero es cierto, las calles de Euskadi estuvieron llenas de pintadas de “Heroína = policía”.

Y quizá recordando todas estas movidas te ha tocado más de cerca lo de David Reboredo.
Sí, claro. Por la comparación odiosa con otros indultos y por muchos amigos que no salieron o que sufrieron para salir. Va por ellos, en solidaridad. Cuesta mucho salir del jaco.

¿Por qué crees que a estas alturas han inculpado a David Reboredo? ¿Podría tratarse de una medida ejemplarizante, algo tipo “aplicaos el cuento, chusma”?
No lo sé, porque era una cantidad mínima lo que le pillaron. Le cogieron dos veces, una con 100 miligramos y otra con 300. En total 400 miligramos. Además la justicia va muy lenta. A tres años y medio de la última detención te llega el juicio, cuando ya está reinsertado. Yo creo que el juez no tuvo eso en consideración, o se remitió a la ley estrictamente, pero este juez se tendría que hacer mirar un poquito su perspectiva social. No puedes mandar a la cárcel a un tío que ha triunfado sobre la heroína y que está ayudando a otros yonquis a salir, porque le estás castigando. Y la cárcel debe ser otra cosa.

En otra entrevista hablabas de esto, de que la cárcel –entendiendo su existencia como un mal necesario, ahí ya no entraré– debería servir para reinsertar, no para castigar.
Para aprender oficios en todos esos talleres que se hacen en las cárceles, claro. Pues coño, a un tío que ya lo ha hecho fuera, ¿qué va a ganar en la cárcel? Nada. Una desmoralización de la hostia.

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Y en las cárceles la droga está perfectamente presente.
A tope. Porque interesa. Interesa que la droga esté en la cárcel para que los presos no lean demasiado, no se conciencien demasiado de su clase de presidiario, y no hagan movidas. El Estado permite que la droga esté en la cárcel, no me cabe ninguna duda. Si no, no entraría tan fácil. Si el Estado quisiera que la droga no entrara, la droga no entra. Pero le conviene que los presos se harten a canutos, se harten a farlopa y se harten a jaco. Por lo tanto, a este hombre, si lo meten ahora ahí cuando ya había hecho fuera su trayectoria de reinserción por sus propios medios, con una fuerza de voluntad de la hostia, pues lo están castigando. Por eso digo que ese juez que ha dictado sentencia, pues igual no vale como juez.

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¿Mantienes contacto regular con su familia? ¿Te informan de cómo lo está llevando él?
Sí. Les escribí un mail a los pocos días de empezar, ellos me respondieron; al principio les costó entenderlo, porque parte de la familia forma parte de un grupo llamado Imán-CEDRO allí, en Vigo, que protege a ex-toxicómanos, toxicómanos que quieren reinsertarse y enfermos del virus VIH. Les costó entenderlo y me esforcé por explicárselo. Que yo no me iba a hacer daño, que tengo una hija de diez años a la que no quiero dejar sola en este mundo… El padre de Reboredo me llamó, hablé con él y con el hermano, y al padre le dije que tenía una hija de diez años que valía para mí más que su hijo. No voy a cambiar a mi hija por David Reboredo, claro.

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¿Intentaron hacerte cambiar de opinión?
No, no. En ese primer mail me pidieron que reconsiderara mi postura, pero luego vieron lo convencido que estaba y dijeron que adelante. Somos compañeros y, vamos, tengo unas ganas de ir allí y conocerles a todos que… Por lo que hemos hablado y los mails que hemos cruzado, me parece una familia admirable.

El concepto “medida de gracia”, ¿a ti qué te sugiere?
Medieval. Como decir que el Estado es omnipotente. Como esos indultos que se dan cuando la Pasión en Semana Santa en Sevilla, que indultan a un preso y el preso se fustiga, y va en la procesión y lleva la cruz y todas esas cosas. El sur de España es muy diferente al norte de España; lo podemos ver de otra manera y ellos tendrán otra óptica sobre ello pero la medida de gracia es medieval, el Estado omnipotente que a este pobre muerto de hambre le saca de la cárcel. Si el sistema judicial funcionara como debiera funcionar, ateniéndose a las leyes y al sentido común –porque las leyes están bien, pero luego está el sentido común– pues igual no hacían falta indultos.

Lo de la medida de gracia es como al toro al que indultan en la plaza porque se ha portado bien. A este preso lo sacamos y el Estado demuestra su “magnanimidad” y se lava las manos. No estas demostrando que eres bueno; estás demostrando que eres ruín.

¿Has pensado, a lo largo de estos días, que si esto se alargara perfectamente podría aparecer la policía acompañada por un médico y llevársete por la fuerza para poner fin a tu huelga arguyendo cualquier razón humanitaria o ley de la protección de la persona?
Si viene aquí la policía a llevarme por la fuerza, yo, con toda mi fuerza, me opondré a ello. No es quién la policía para hacerme desistir de mi huelga de hambre. Sí admitiría que mis amigos me llevaran por la fuerza. Mis amigos sí. La policía no son mis amigos. Sí que podrían sacarse muchas leyes, pero yo me resistiría a la aplicación de esa ley. Si lo intentan, me tendrán de frente.

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Nunca he pensado que pueda llegar ese momento. Desde que me planteé esto siempre he pensado que el final va a ser el indulto de David.

¿Se ha puesto en contacto contigo algún representante político?
No, nada. Hubo un tuit de solidaridad de Llamazares y otro de Uralde, el de Equo. Son los únicos que por vía virtual han mostrado un poco de solidaridad. Pero por otro lado, nada. Pero no lo espero. Ninguna llamada ni nada de eso. De ellos lo único que espero es el indulto.

¿Te da la impresión de que se está intentando obviar el asunto, dejar que te canses?
Sí. De todos modos, la huelga de hambre casi acaba de empezar. Llevo doce días pero todavía le queda recorrido.

Willy Uribe en las calles de Barcelona

¿Has estado estudiando los efectos de un ayuno prolongado en el cuerpo humano? ¿Los límites de la resistencia?
No lo he mirado mucho. Raúl Argemí, que estuvo casi diez años en la cárcel durante la dictadura argentina, hizo una huelga de hambre de casi 30 días. Él me está aconsejando y diciendo todas las etapas por las que voy a pasar. Y por ahora se van cumpliendo todas. Ahora estoy en el proceso de empezar a ponérseme todo cuesta arriba, pero aún me queda. Vine aquí en muy buen estado de forma y de salud. No soy muy fiestero; ni bebo mucho ni me meto drogas ni nada de eso. Hago deporte.

¿Qué hay de fuera de España? ¿Sabes si los medios extranjeros se están haciendo eco de tu huelga?
Desde fuera de España cuesta. En Francia, sobre todo entre escritores, ya empieza a correr un poco la noticia. Y sobre todo vía twitter estoy intentando llegar a los periódicos de cabecera de Alemania, Inglaterra, Estados Unidos… Pero es muy difícil, porque hay muchas noticias de lucha social que vienen de España y en el fondo a los medios extranjeros sólo les interesa el fuego. Una foto con fuego y un policía dando porrazos, piedras… Fotos que empalmen con la situación de Grecia. Una portada con una foto de una barricada ardiendo tiene más impacto mediático que un tío que no sabe nadie quién es en huelga de hambre.

Una vez termine tu huelga, ¿cuáles son tus planes? Lo pregunto porque algo tan serio como esto tiene que ser una especie de punto de inflexión. Debe marcar un antes y un después en tu vida.
Por ahora no estoy reflexionando mucho sobre eso. La reflexión la quiero a posteriori. Ahora estoy aprendiendo. Además de leer, aprendo comportamiento humano. Y yo creo que me voy a reafirmar en mis ideales y en la solidaridad de mucha gente. El punto de inflexión es que voy a ir hacia arriba en mi compromiso. Ahora, que luego me tengo que buscar las alubias. Seguiré escribiendo, por supuesto, y seguiré sacando fotos.

Como ya te digo, me reafirmo en que hay gente de puta madre y gente que está dormida. Y que la educación en valores y cultural es básica. En este país se está desmantelando la educación, que ahora va enfocada a la productividad y no a la calidad de valores humanos. Que los estudiantes piensen poco, y trabajen y produzcan mucho. Y barato, claro.

¿Ha tenido alguna respuesta la petición de tres puntos que redactásteis?
No. El principal objetivo es el primero, sacar a David de la cárcel. Los dos últimos son bastante más difíciles, casi imposibles; pero bueno, yo quería meter los ojos tanto a esta legislatura como a la otra. Que nadie me acuse de que soy un agente o un topo de la izquierda contra Rajoy. No, no.

Carme Chacón, por ejemplo, que ahora es la esperanza blanca del PSOE, pues estaba en el consejo de ministros que indultó a Alfredo Sáenz. Amiga, ¿y tú quieres ser la esperanza? Y el PSOE se está metiendo en una política de primarias y, al final, se están asegurando la silla y el sueldo.

Willy, este tramo final es tuyo para que digas lo que quieras.
Pues compromiso social de cada uno. Y que la gente siga saliendo a las calles evitando siempre la violencia. Para mí, poner una barricada en una calle no es violencia. Cortar una calle o una carretera no es violencia. Es respuesta social. Y manifestaciones, apoyar a la gente que van a deshauciar y que cada cual mire dentro de sí mismo y vea qué puede hacer. Yo no animo a nadie a que haga una huelga de hambre, porque eso es personal y es una medida radical en la que pones en juego tu salud. Pero tampoco le niego a nadie el derecho a tomar estas opciones.

Es el derecho soberano de cada uno.
Eso es. Cada persona es soberana, como soberano es el pueblo. Que no se nos olvide. El pueblo es el soberano.