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Cultură

Y ahora, esto

La escritora Elizabeth Wurtzel acepta su cáncer de mama.

Tengo cáncer de mama lo que, como otras muchas de las cosas que le pasan a las mujeres, es una putada, pero comparado con tener 26 años, estar loca y esperando a que un tío te llame, no está tan mal. Si puedo superar 39 rupturas en 21 días, puedo superar el cáncer. No estoy diciendo esto porque sea una persona fuerte o porque tenga una buena actitud ni nada de eso, dios lo sabe. Soy de tomarme las cosas de mala manera y montar escenas por cualquier chorrada, pero esto no es malo. Todos los genios del mundo están buscando la cura contra el cáncer y el cáncer de mama detectado en una fase temprana es algo que ya tienen resuelto.

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Además, todo el mundo se preocupa. ¡La gente ama el cáncer! Me encantaría poder deciros que la gente me quiere a mí, pero no es el caso. Sigo recibiendo llamadas de amantes del pasado y amigos perdidos que me asaltan con expresiones exageradas de preocupación, y yo estoy bien.

Todo el mundo quiere que hables con su primo segundo el radio-oncólogo que vive a mil kilómetros. El cáncer es popular y yo no tenía ni idea. Durante al menos los últimos diez años, no podía parar de llorar, lo cual es terrible, porque para eso si que no hay cura. Toda mi vida he tenido problemas, un huevo de ellos. Problemas sin solución, pero finalmente tengo un problema que tiene solución. Comparado con lo que he pasado esto no es nada. Es decir, ¿qué puede ser lo que me espera en comparación con lo que ya he pasado? Nada. Tengo 47 años y me ha pasado de todo. Esto es tan solo una cosa más. Una prueba más, un aro por el que hay que pasar.

Siempre queda algo por demostrar.

Tengo la mutación del gen BRCA, la maldición de los judíos Asquenazís y de Angelina Jolie. Esto supone que es muy probable que siga padeciendo cáncer si no hago nada por evitarlo. En vez de que me extirpen el tumor, me voy a someter a una doble mastectomía y a una reconstrucción. Es asombroso. Hacen las dos cosas a la vez: entras con cáncer de mama y sales con tetas de stripper. Además, por ley, el seguro paga al mejor cirujano plástico de Park Avenue. ¡Dios! Incluso la sanidad pública tiene que pagar la reconstrucción a sea con un cirujano u otro. Hemos avanzado mucho. Todos esos lazos rosas y las medias maratones han servido para algo. ¡Vivimos en un mundo increíble! Siempre me he sentido como una tía con una 90E atrapada en el cuerpo de una con 90C, por fin se hace real.

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Los cirujanos tratan de minimizar el dolor que para ellos no supone más que un riesgo profesional. Ellos no consideran una decapitación nada demasiado grave. Estoy en desacuerdo. Supongo que recuperarse de una doble mastectomía debe de ser bastante desagradable. Sin embargo, ellos van del plan: "con el Tylenol será suficiente, y la segunda semana ya estarás bailando el Lago de los Cisnes como siempre". Yo, por otra parte, supongo que lo único que consumiré durante algún tiempo será Vicodin.

La mutación del gen BRCA tiene una incidencia del 0,25% en el total de la población y del 2,5% en los judíos Ashkenazi,así que es diez veces más posible que afecte al 2,2% de la gente que compone el 25% de los estudiantes de Harvard. Seguramente a ello se debe que hayan sido precisamente ellos los que han descubierto qué hacer con el cáncer de mama. Si esta mutación afectara a los Presbiteranios, lo solucionarían con unos cuantos Martinis y las mujeres seguirían muriendo de cáncer de mama. Por suerte, ese no es el caso.

Me doy cuenta de que estoy lidiando con nada menos que el cáncer, que es complicado y mata gente. De hecho, todavía puede matarme a mí. Aún no sé si la enfermedad se ha extendido, hay muchas cosas que no sé. Desde que me dieron el diagnóstico he tenido que lidiar con información desagradable y aterradora de cuando en cuando, pero he pasado por muchas cosas, y con esto no refiero a que viviera al lado del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001, que también. Nada es comparable a aviones estrellándose contra rascacielos; pero muchas de las cosas que han acontecido en mi vida han sido extremas y repentinas. Podría pasarme los días consumiéndome en mis sentimientos, llorando, hablando de lo que me molesta, buscando a gente nueva a la que escuchar, buscando nuevas formas de expresar todo aquello que me supera. Estoy acostumbrada a hacer un drama de cualquier cosa. Incluso se me da bien. Experimenté una apoteosis emocional en julio de 1987 cuando estoy segura de que sentí más de lo que cualquier ser humano ha sentido jamás. Podría llenar habitaciones con mis sentimientos. Podría vaciar habitaciones con mis sentimientos. Es más, no sé cómo había lugar en el mundo para algo que no fuesen mis sentimientos.

Pero según pasaba el tiempo la intensidad ha ido disminuyendo y ahora me encuentro en equilibrio.

Cuando tenía 31 me recuperé de una adicción a las drogas bastante seria, la cosa más dura que he experimentado. Si hubiera sabido lo difícil que es dejar una sustancia que ya forma parte de tu organismo, me hubiera dado por muerta. Durante el primer año que estuve limpia, creía en Dios con la seguridad de un niño, porque cada día que pasaba sin meterme un gramo de cocaína era un milagro. Nunca hubiera tratado de convencer a nadie para que tuviera fe, pero nadie podía quitarme la mía y nada podía hacerme dudar. Sufría constantemente, pero sentía a Dios en todas partes. Y luego, finalmente, la vida volvió a ser la cosa cotidiana que realmente es y debe ser. Ahora creo en la ciencia y no en la magia. Desde entonces, he estado buscando esa sensación.

Quizá estas situaciones desesperadas se produzcan porque solo damos lo mejor de nosotros mismos cuando no nos quedan opciones. Nunca somos tan libres como cuando corremos para salvar nuestras vidas.

"Creatocracy: How the Constitution Invented Hollywood" es el nuevo libro de Elizabeth Wurtzel. Puedes comprarlo aquí.