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Drogas

Hamilton Morris y la piedra filosofal

En los bucólicos prados de Hazerswoude-Dorp, cobijada entre verdes campos de rumiantes vacas Holstein, molinos perezosos y pizpiretos tulipanes, se halla una pintoresca granja holandesa que funciona como la mayor fábrica del mundo de trufas con...

En los bucólicos prados de Hazerswoude-Dorp, cobijada entre verdes campos de rumiantes vacas Holstein, molinos perezosos y pizpiretos tulipanes, se halla una pintoresca granja holandesa que funciona como la mayor fábrica del mundo de trufas con contenido de psilocibina. Siendo claros, las trufas que produce esta granja, llamadas a menudo “piedras del filósofo”, no son técnicamente trufas (ni piedras), sino más bien un propágulo fungal con funciones biológicas distintas a la de las setas. La seta constituye el cuerpo reproductor, o “fruto”, del hongo desde el que se dispersan las esporas; al germinar, estas esporas se combinan para crear una esponjosa red de filamentos llamada micelio. Si las condiciones no son las correctas para que el micelio se organice en forma de setas, ciertas especies forman una madeja de tejido micelial llamado esclerocia. En 2008, el gobierno holandés virtualmente prohibió toda especie conocida de seta con psilocibina, pero dejó sin proscribir las humildes esclerocias del hipogeo. De un día para otro, estas humildes pepitas de escleroide carne fungal—trufas—se convirtieron en la única fuente legal de psilocibina en los Países Bajos, así que volé a Ámsterdam para saber más de su historia y su propagación.

Lee el artículo completo aquí: El veto a las setas implica que en los Países Bajos habrá más trufas mágicas