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Esto es ganar

El director y autor Ben Anderson fue a Afganistán en 2007 y se quedó seis años. "Esto es ganar" es su documental sobre la ineptitud, el abuso de drogas, los abusos sexuales, y la corrupción de las fuerzas de seguridad afganas y el papel de los marines...

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El director y autor Ben Anderson fue a Afganistán en 2007 y se quedó seis años. "Esto es ganar" es su documental sobre la ineptitud, el abuso de drogas, los abusos sexuales, y la corrupción de las fuerzas de seguridad afganas y el papel de los marines estadounidenses durante el despliegue de tropas.

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Nunca pensé que pasaría seis años cubriendo la guerra en Afganistán. Fui ahí en 2007 para grabar un documental sobre la brutal lucha entre las mal equipadas fuerzas británicas y los Talibán en Helmand, la provincia más violenta del país. Pero quedé obsesionado con las cosas que vi; era muy diferente el conflicto presentado por los medios y los gobiernos, y lo que realmente estaba pasando.

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Sólo tenía que salir de una de las múltiples y diminutas bases rodeadas por el desierto, y pasar un rato con las tropas de infantería británicas para presenciar la verdadera naturaleza caótica de la guerra: enfrentamientos que duraban días completos, terroristas suicidas que saltaban desde un puesto en el mercado sobre vehículos no blindados, explosivos improvisados (IED) enterrados por todos lados, y bombas que caían sobre casas afganas, en ocasiones con familias enteras de inocentes aún dentro.

En 2006, cuando se enviaron tropas a Helmand, el mando militar británico no pensó que tendrían demasiados problemas. La misión era muy simple: “Facilitar la reconstrucción y el desarrollo”. El entonces Secretario de Defensa del Reino Unido, John Reid, incluso dijo que esperaba que el ejército cumpliera con su misión “sin disparar un solo tiro”.

Pero con cada año que pasaba, el número de muertos y heridos crecía constantemente, a la par que los cultivos de opio en el lugar. Se desplegaron miles de tropas británicas, y más tarde llegaron decenas de miles de soldados estadounidenses, por petición del general Stanley McChrystal, tras una evaluación de seis meses de la guerra después de que el presidente Obama llegara a la Casa Blanca. Aun así, la masacre y la confusión seguían sin disminuir. Los ataques suicidas se multiplicaron por siete. Cada paso que dabas, corrías el riesgo de descubrir otro IED.

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En febrero de 2013, durante su último día al frente de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, el general John R. Allen describió lo que a su juicio sería el legado de esta guerra: “Las fuerzas afganas defendiendo al pueblo afgano y apoyando al gobierno de este país para que pueda servir a sus ciudadanos. Esto es la victoria. Esto es ganar y no deberíamos evitar usar estas palabras”.

Las fuerzas estadounidenses y británicas se preparan para salir de Afganistán (a finales de 2014, oficialmente), y mi estancia en el país durante los últimos seis años me ha convencido de que nuestro legado será algo completamente opuesto a lo que planteaba Allen: no habrá un Afganistán estable, sino un Afganistán en guerra consigo mismo una vez más. Estas son algunas historias que me tocó presenciar, y creo que de alguna forma ilustran lo que estamos dejando en ese país.

Podéis comprar el libro de Ben, No Worse Enemy, y escribirle en Twitter @BenJohnAnderson.

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