El Bronx según un huésped

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El Bronx según un huésped

Me metí a una cuenta de ask.fm cuyo titular es alguien que se hace llamar El Samber. Desde hace más o menos dos años responde las inquietudes que la gente tenía sobre El Bronx. Su relato coincide con lo que encontraron el fin de semana.

El Distrito entró de nuevo al Bronx y salió, otra vez, sorprendido, como si ese pedazo de la ciudad no fuera un hijo suyo. Hace ya 18 años, el hoy de nuevo alcalde Enrique Peñalosa había hecho lo mismo: puso su puño sobre El Cartucho y cubrió la herida con el Parque Tercer Milenio. No obstante, porque el Cartucho era más que las ruinas del viejo barrio Santa Inés, aparecieron dos nuevos escenarios para heredar sus dinámicas, justo al lado, en el costado occidental y en el sur del parque: El Bronx y el San Bernardo, dos de sus nuevas cabezas. En el Bronx hay drogas. Hay fiestas. Hay comercio ilegal. Hay casas derruidas y cambuches y gente violenta. Hay sistemas de crimen organizado que se benefician de todo lo demás. Hay, sobre todo, oscuridad: todos saben que existía y que ahí pasaban cosas que no deberían suceder a dos cuadras de donde se decide el destino institucional del país. A veces hay videos, otras hay análisis reposados. @EL_SAMBER sabe otras cosas: esta cuenta de ask.fm está activa y responde, al parecer por parte de un hombre que vive en la zona desde 2008, las preguntas que los curiosos tienen acerca de ella. La última entrada visible, de hace unos dos meses, está encabezada por la pregunta de dónde conseguir perico y farrear. La respuesta, acompañada por la foto de Millos, un sitio de rumba, responde con tres "chuzos para comprar perez". Si le preguntan si hay túneles por debajo, responde algo de este tenor: "hay cosas que es mejor no saber". Cuando le preguntan por la venta de éxtasis, se ríe y dice que de eso en las ollas del norte, que en El Bronx "se consigue desde un cigarrillo hasta un corazón". Y así.Las preguntas por música, por modos de vida, sitios a dónde rumbear y precio de algunas drogas, abundan. Las curiosidades también. Las respuestas son puntuales, acompañadas siempre de un poco de humor. El Bronx fue definido el sábado 28 de mayo como"la república independiente del crimen", por parte del alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa a través de su cuenta en Twitter. El exalcalde Gustavo Petro sostuvo en su momento que "primero el CAMAD y no el ESMAD, se parecen pero no es lo mismo (…) la solución al Bronx son los centros regulados de consumo de drogas". Para "El Samber", en cambio, "nunca para la fiesta en el roto". Una vida digna de vivir, según él, la hace la música. [(Lea también: Lo de El Bronx: el remedio resultó peor que la enfermedad). ](http://www.vice.com/es_co/read/intervencion-bronx-bogota-balance-opinion-analisis)Leerlo es un viaje virtual a las entrañas del Bronx y al San Bernardo. Si bien éste no da su nombre, la cadena de episodios del primer semestre de este año confirman la mayoría de las cosas que allí posteaba. Todo se puede verificar: desde las fiestas con menores de edad ––"sikas", responde El Samber, si le preguntan si dejan entrar menores de edad–– hasta la participación de algunos policías en el microtráfico de la zona: 15 fueron capturados, según la prensa. En el relato de El Samber, la cosa era así: "socio aquí los tombos solos sirven para dar pantalla y extorsion (sic)". Los episodios que nos han sorprendido este tiempo ya estaban contados ahí, desde hace más de dos años. Con base en sus respuestas, uno podría decir que el Bronx no era un macroexpendio sino varios, denominados "taquillas". Había seis hasta hace un año. Cada una tenía un "Cacique" que es el narco, dueño de la droga; varios "taquilleros", que venden el producto a los consumidores internos y a los microdistribuidores externos; algunos "sayayines", que son ex sicarios o exparamilitares, preferiblemente de la banda la Cordillera, que tienen como función cuidar el expendio; y varios campañeros compuestos por adictos a quienes les pagan con droga ––habitantes de calle y niños, que todavía vivían en el lugar––. Cada uno de estos sistemas son un "gancho". "Los caciques son los dueños de la olla, los paramilitares son los q mandan y los sayas son los que mantienen todo el orden en la zona", sostiene @el_samber. A principios de este siglo, cuando el alcalde Enrique Peñalosa propuso acabar con el Cartucho, los narcoparamilitares ya eran dueños del lugar, por lo que se dieron a la tarea de reinventar el mercado así como de reinventarse de cara a la desmovilización. La bacrim la Cordillera, subordinada al entonces encarcelado Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, tomó el control del centro de Bogotá. Alias Rigo, jefe de la banda en ese tiempo, instauró el novedoso sistema de "caciques", que se parece más a una sociedad de inversores que a un monopolio. Para tener un lugar hay que pactar y tener plata, no matar. Era "menos boleta" pactar que entrar en diferentes guerras que llamarían la atención del Estado. Así, en silencio y sin mucha sangre, se consolidó un sistema de "ganchos". Esto es una red de estructuras criminales articuladas que se autoabastece. Los diferentes "caciques" tomaron el control de los lugares por medio del pacto. Según cuenta El Samber, los "caciques" –– que "van cada tres días para arreglar sus cuentas"–– no se disputan por las clientelas internas, porque las ventas importantes se hacen a los microexpendedores de la ciudad. Con la captura de alias Rigo en 2013 el "orden" del Bronx pasó a la cabeza de alias Mosco y de Homero, quienes se convirtieron en Caciques y pasaron a controlar el lugar. En eso coinciden @el_samber y una historia de Semana fechada en 2013. Estos, a su vez, fueron capturados en 2014. Era tal el equilibrio entre ellos que la captura en 2013 de alias Homero, dueño de una taquilla, apenas "calentó" la cosa, como nos cuenta El Samber. Los medios entonces afirmaron que con su captura había caído el "dueño" del Bronx por 10 años. No obstante, como bien lo señala en su página, alguien subió en su taquilla y las demás continuaron igual sin que nada cambiara demasiado. Cada taquilla está ubicada en un viejo edificio. Éste tiene un bar "24 horas" ––con el nombre de un equipo de fútbol o el apodo del cacique–– en donde los rumberos esporádicos van a divertirse cualquier día de la semana, frecuentados por gente de todos los estratos y rincones de Bogotá. "Entran hasta encorbatados", dice. Allí se vendía la droga a los clientes como cerveza en un bar. Los menores de edad de toda la ciudad se contactaban por grupos de Facebook para ir a las fiestas. La cosa era muy fácil: si usted quería irse de farra al lugar escribía en el muro del grupo y alguien le respondía. En muchos casos las personas simplemente decían que se iban de fiesta, especificando la estación de Transmilenio de encuentro y, eventualmente, otro miembro del grupo jalaba la pita. Incluso, se podrían encontrar ofertas tipo "busco niña linda que parche hoy. Invito a trago, drogas, etc.". [Precisamente, hace menos de un mes, los medios advertían que los habitantes del sector estaban preocupados por los niños que pasaban para irse de fiesta. ](http://caracol.com.co/emisora/2016/05/11/bogota/1462993109593442.html)El último mensaje de uno de estos grupos de Facebook dice: "Hoy 28 de Mayo… Se nos van a entrar a la Letra… a la L. Nuestro Bronx Pilas. :´c … Ya Desde Las Nueve Hay Tanketas Del ESMAD. (cara enojada)_ !!! Difundan." (las mayúsculas, errores y demás son del original) De otro lado, tiene un cuarto de interrogatorios para "saldar las cuentas de la olla", con una licuadora industrial para realizar torturas y desapariciones así como perros para comerse los restos. El Espectador contó que el CTI, en efecto, encontró estos cuartos de tortura y salas "de pique" el lunes 31 de mayo por la mañana. Tanto el orden como la "justicia" está a cargo de los "sayayines". Si bien los medios a principio de año afirmaron que "los sayayines" era una banda que fue "desmantelada", el @el_samber es claro que es apenas un rol. Estos tienen que probar que son asesinos expertos para obtener su cargo, con experiencia, como paramilitares o sicarios y preferiblemente de la banda La Cordillera. Nadie sale de allí a no ser que un "saya" interceda por él, lo que es poco probable, porque ellos mismos son quienes eligen a las personas. "Los sayas pueden hacer de todo menos robar las taquillas", asegura. Requisan a la entrada para que no entren armas y para verificar que no sean "rayas", como les llaman a los policías de la SIJIN. Se aseguran de que nadie tome fotos e interrogan, en esos cuartos, a cualquier sospechoso. Cuenta, además, que si una niña le gusta a uno de estos personajes, hay tres destinos posibles e inevitables: ser violadas, prostituidas o asesinadas. A la final, cuenta @el_samber, todo depende del sayayín y de su genio del día. La adicción es el puente entre ambos mundos que tienen lugar en el mismo espacio. Cuenta @el_samber que tanto los niños como los habitantes de calle son utilizados, por ejemplo, como campaneros a cambio de droga. Además, de acuerdo a testimonios recogidos por El Espectador los jíbaros les decían a los habitantes de calle "nosotros ponemos la merca y ustedes cuidan el negocio". Por amor al lugar, porque no tienen donde ir, por mero vicio o por todas las anteriores, la criminalidad organizada tiene un ejército de adictos que defendía el negocio y las ruinas y la basura para esconderse. No es gratuito: el 20% de la droga que se procesa en todo el país se queda para consumo interno, aseguró Semana. Esto equivale a 70 toneladas de cocaína, según datos de la Dijin, que se traducen en ingresos entre 500.000 y 3 billones de pesos. Ciento treinta millones diarios en tráfico de estupefacientes, según la [Alcaldía. ](http://www.bogota.gov.co/content/temas-de-ciudad/seguridad/la-alcaldia-lidera-operativo-sin-precedentes-en-la-zona-del-bronx)Quienes vivían en la "ele" sabían que el lugar es "seguro" si usted solo iba a consumir y no a "robar" ––el peligro de que lo roben está a la salida, porque la regulación interna la imponen los "duros" a través de los sayayines––, no consume la droga de una taquilla en el bar de otra "por puro respeto", "no se echa un dick", "vende lo que quiera pero no vicio", entra con tapabocas, capucha o gafas oscuras o lleva armas de fuego. La regla es "el que se duerme pierde y más ahí donde la droga te hace hacer cualquier cosa". Ahí, en esas decenas de preguntas estaban las respuestas de las que el país se dio cuenta en medio de la exposición mediática de esta zona y sus modos de operar. Entender el fenómeno podría haber servido de algo. "Cuando acaben el Bronx, aparecerá otro. El negocio es muy lucrativo", sentenció @el_samber hace un tiempo.

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Foto de portada vía.