Historias desesperadas de personas despechadas

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Identidad

Historias desesperadas de personas despechadas

"Apenas me levantaba de la cama, buscaba en su signo y mi signo alguna señal de que íbamos a volver juntos".
María Villasmil
fotografías de María Villasmil

Si hay algo con lo que casi todos podemos estar de acuerdo es que, en algún momento de nuestras vidas, hemos estado despechados. El despecho es un sentimiento universal, motor de la mayoría de las canciones, libros, películas u otras expresiones artísticas que disfrutamos diariamente. Se podría describir como un vacío absoluto y profundo dentro de nosotros, el cual muchas veces nos lleva a la impotencia, frustración y también a cometer actos estúpidos. Es similar a una herida que naturalmente sabemos que cicatrizará, con la diferencia de que para algunos el proceso de recuperación es mucho más doloroso y tardío que para otros.

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No hay una fórmula para superarlo exitosamente, algunas personas van a un bar para ahogarse en alcohol hasta que se les olvide su nombre, otros se sumergen en las canciones con las que más empatía hagan o les recuerden a su relación. También están casos extremos como el de Sam Smith que, despechado, va y compone una canción basada en su ex que luego le hace ganar un Grammy.

Sabemos que no todos ganamos un Grammy gracias a nuestro despecho, así que le preguntamos a algunas personas sobre las cosas más raras que han hecho para superar un despecho.

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Consumí tanta ketamina que me desmayé por cinco horas

Estuve saliendo con un chico por un rato, pero comenzando la relación él decide terminar ya que, según él nos iba mucho mejor como amigos. Al poco tiempo, me llegó una de sus ex novias en la universidad a decirme que mientras él estuvo conmigo, también estaba teniendo sexo con ella y en uno de esos encuentros, la dejó embarazada.

Exploté de una manera bastante dramática obviamente, pero sin dudas, no fue lo único que su ex tenía que decirme. Me confesó que era segunda vez que la embarazaba, y que para la primera la había hecho abortar. También me contó que se vivía burlando de mi depresión con ella, que hacía bromas constantes sobre esto.

Terriblemente despechada, decidí humillarlo en todas las redes sociales y, a toda persona que veía en la calle que sabía que lo conocía, le contaba para que no se le acercaran. Incluso en la universidad, él terminó escondiéndose de mí. Me agarró miedo.

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Como a los seis meses, me enteré que todo lo que ella me había contado era mentira. Me sentí terrible, tuve que tragarme todas las palabras, acciones y pedirle perdón. Él no lo acepto, y ese día consumí muchísimas drogas debido a la humillación.

Consumí tanta ketamina que estuve desmayada por cinco horas y cuando por fin pude levantarme, juro que me quería morir. La cruda me duró quince días, aún los recuerdo.

Dejé de salir de mi casa, renuncié a mi trabajo, dejé de hablar con los amigos que teníamos en común, abandoné la universidad y quemé todas las pertenencias de él que tenía en mi casa. —Fabiana, 21 años

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Visité a una bruja para encontrar respuestas y le envié el video a mi ex por snapchat

Nunca he sido de enamorarme fácil. He tenido pocas relaciones debido a lo selectiva que puedo llegar a ser. Cuando lo conocí a él todo encajó perfectamente. Recuerdo que había una conexión que hacía que nos comunicáramos casi que con la mirada. Todo fue avanzando muy rápido e inevitablemente caí profundamente enamorada, incluso recuerdo que yo fui la que le dijo a él para ser novios, a lo cual él aceptó para luego a los quince días decirme que no podía seguir, debido a que aún seguía enamorado de su ex novia.

Lo entendí en parte, ya que su relación antigua duró seis años, pero eso no hizo que mi despecho fuese menor. Fue algo gigante que duró por casi un año, y este me llevó a acciones y lugares bastante raros.

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Me deprimí profundamente, perdí varios kilogramos de peso, y las pastillas ansiolíticas que me recetó el psiquiatra se convirtieron en mi pan de cada día.

En mis momentos más oscuros, visité a una bruja para encontrar alguna respuesta externa, algo que calmara mi ansiedad —incluso le envié por snapchat un video de cuando asistí a la bruja—. La bruja me dijo: "Di su nombre completo, di que lo amas y lo perdonas", mientras me repetía la necesidad de limpiarme espiritualmente, lo cual vino después con unas piedras raras para así estar lo suficientemente "pura" y así él volviera.

El horóscopo se convirtió en mi mejor amigo. Apenas me levantaba de la cama buscaba en su signo y mi signo alguna señal de que íbamos a volver juntos; era algo casi obsesivo.

Cada chica con la que veía que tenía alguna interacción en redes sociales, la agregaba para tenerla cerca y vigilada, pero quizás el punto de quiebre llegó en el momento en el que decidí perseguirlo en lugares donde sabía que él iba a estar: como cuando su novia cumplía años.

Fue en un concierto de una banda, la cual yo sabía que eran muy amigos de él y entonces él iba a asistir sí o sí. Tomé el teléfono, llamé a mi mejor amigo, y le dije que me acompañara al concierto. Al llegar, lo vi con su novia, y ellos obviamente me vieron. Yo me hice la que no sabía nada y los saludé de lo más normal —incluso la felicité por su cumpleaños con un beso y un abrazo—.

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En otro evento, —donde luego me enteré que terminaron— asistí por igual, y me puse a platicar con todos sus amigos de lo mucho que lo quería y extrañaba, hasta me tocó hacer la fila para ir al baño detrás de su novia.

Realmente lo quería; fui muy insistente y me volví un poco loca. No recomiendo que hagan lo que yo hice porque eso de andarlo acosando y persiguiendo no trae nada positivo. Creo que lo bueno del despecho es que definitivamente aprendes, y tarde o temprano sales de ese hueco, lo cual te lleva a una etapa de transformación personal que a la final termina siendo muy valiosa. —María, 22 años.

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Lo llamé ochenta veces sin parar a su teléfono

Mi despecho tuvo más que ver con todo lo que mi ex me había prometido que pasaría en el futuro de nuestra relación, que con el amor en sí que sentía por él. Estuve enamorada del productor de un programa reconocido que se ve en toda Latinoamérica, con sede en Miami. Incluso, él me ayudó para poder hacer mis prácticas profesionales en el canal.

Teníamos un plan. El plan consistía en regresarme a mi país, para así terminar unos asuntos pendientes y luego regresar a EU con él. Hacíamos todo juntos, éramos casi que una pareja casada o en concubinato: le lavaba la ropa, le hacía la comida, jugaba con su hijo, limpiaba la casa, y cosas así.

Cuando terminaron mis prácticas en el canal, nos despedimos y todo había quedado muy bien, hasta que regresé a mi país. Apenas trato de ponerme en contacto con él, no obtengo algún tipo de respuesta: no atiende llamadas, no revisa mi conversación en whatsapp, nada. Es como si hubiese dejado de existir en su vida.

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Un día, gracias a Instagram, me di cuenta que estuvo en la playa con unas de sus amigas del canal —imagínate al clan Kardashian, así eran todas— y bueno, obviamente yo no estaba muy feliz con eso. No tuve otra idea que llamarlo ochenta veces —sí, ochenta veces, no estoy exagerando—. Hasta llamé a su madre y a su hijo para demostrarle todo lo que los quería, para que supiera que yo también me sentía parte de su familia.

Agarré como costumbre algunos viernes emborracharme hasta más no poder y ver sus fotos de Instagram, Facebook, y tratar de decodificar algún mensaje oculto en sus tweets. Incluso llegué a analizar las redes sociales de su ex novia, para tratar de entender por qué había durado con ella más que conmigo.

Sé que esas cosas estuvieron terribles, pero, él me había prometido trabajo en el canal, concubinato, comprarme el pasaje de vuelta a EU, y una relación estable. Recuerdo que hasta me lloró cuando me venía a mi país y me dijo "pero si yo hice todo para que te quedaras". —Fabiola, 23 años.

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Tomé shots de ron por la nariz

Hace cuatro, casi cinco años, terminé con mi ex novia. Hice demasiadas cosas extrañas para pasar el despecho pero, la que sobresale sin dudas es esta historia.

Casualmente para esa época, a mis amigos los dejaron sus respectivas parejas al mismo tiempo que a mí, así que parecíamos un club de despechados, a lo Sgt Pepper's Lonely Hearts Club Band, con la diferencia que no hacíamos música como The Beatles; nosotros solamente tomábamos muchas botellas de ron.

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En casa de uno de mis amigos, ya bastantes pedos, tuvimos la gran idea de tomar shots de ron por la nariz. Sí, por la nariz. Grabamos todo, sabíamos que lo que estábamos haciendo era memorable. Lo gracioso de todo esto era ver las distintas caras que cada uno de nosotros hacía. Recuerdo que cada shot que pasaba por mi nariz hacía que toda mi cara se tornara roja.


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Para pasar el mal sabor de tener licor en mi nariz, la mejor idea que se me ocurrió fue tomar las cervezas heladas que había en la nevera, necesitaba algo frío para calmar mi cara, ya que sentía algo parecido a unas hormigas dentro de ella.

Me terminé una botella entera de ron con estos shots por la nariz y, obviamente al otro día desperté con la peor cruda de mi vida: se me subió la presión, temblaba, sudaba, y tuve que ir de inmediato a emergencias.

Tuvieron que colocarme unas inyecciones, y aprendí a no jugar más nunca con el ron ya que era segunda vez que visitaba un hospital por su culpa. De seguro la tercera es la vencida. —Simón, 24 años.

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Hice que mi mejor amigo y la policía detuvieran a mi ex

Salí con él por poco tiempo, pero ya lo conocía de verlo en varios lugares. Primero me llegó por Instagram, pero yo no lo tomé en serio ya que no lo conocía en persona.

Casualmente, nos encontramos en un bar debido a que tocaba una banda con la cual teníamos amigos en común. Él pregunto por mi varias veces, hasta que me llegó y me ofreció un trago, al cual le dije que no.

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Par de semanas más tarde vuelvo a la universidad y, para mi sorpresa, él estaba en una de mis clases. Al final nos conocimos, nos llevamos bien y bueno, empezamos a salir. Él me comentó que no quería nada serio, que aún estaba enamorado de su ex novia y prefería que todo fuese casual. Me dejé llevar, y caí enamorada de él sabiendo que no podía contárselo.

Mi mejor amigo siempre ha estado enamorada de mí, incluso, me lo ha dicho en reiteradas ocasiones pero yo no lo veo a él para tener una relación amorosa; solo de amistad. Él fue el que escuchó todas mis historias de corazón roto, se caló mis lágrimas, mi ansiedad debido a la inseguridad que sentía al no tener nada oficial con el chico con el que estaba saliendo, y cosas por el estilo. Contarle todas estas cosas a diario hicieron que él desarrollara un odio gigante por él; los celos se volvieron tóxicos y cada aspecto de la vida de mi ex era razón que mi mejor amigo tenía para odiarlo: el coche que manejaba, la casa donde vive, la música que escuchaba, las chicas con las que había salido, su trabajo etcétera. Un día él me preguntó si pensaba que mi ex merecía un castigo, a lo cual yo respondí que sí pensando que él no hablaba tan enserio.

Mi ex trabajaba como encargado de una farmacia, la cual queda ubicada en una zona céntrica y es muy visitada. Mi mejor amigo, cansado de verme llorar y oír las historias que le contaba, fue hasta la farmacia y esperó hasta que mi ex estuviese despistado, compró un chocolate y le colocó su teléfono dentro de la mochila donde llevaba el almuerzo.

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Va a su casa, y denuncia el ´´robo´´ a la policía, luego de esto él llama a un oficial amigo de su familia, para contarle el plan, a lo cual el oficial accedió por algo de dinero.

Luego de pagarle, llegó el oficial a la farmacia con mi amigo, diciendo que habían reportado su teléfono como robado y que la última vez que recordaba tenerlo había sido en la farmacia, y mostró la factura de la compra que había hecho —el chocolate—. Sale el dueño de la farmacia, y lo primero que hacen es revisar a todos los empleados —entre ellos mi ex— y, a lo que revisan su mochila, encuentran el teléfono. Mi mejor amigo me contó que la cara de asombro de mi ex valía la pena, que no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando y, para conveniencia de todos, las cámaras de la farmacia no servían.

Cuando lo llevaron a la comisaría, ya el policía había arreglado todo para que saliera al otro día. El trato era asustarlo y que pasara la noche ahí. Al final nunca se enteró, y hasta el día de hoy no sabe cómo ese teléfono terminó en su mochila. —Laura, 21 años.

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El despecho alimenta más que el Corn Flakes

El despecho es divino. El despecho alimenta más que el Corn Flakes. Siento que los despechos de hoy en día no son como los de antes, ahora duran poco tiempo, me embriago y… ¡Olé! Me olvidé de ella.

Mi último despecho solamente duró una borrachera, la cuestión es que me emborraché por un año y tres meses seguidos, no paré. Y cómo lloré… ¡Auu!

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Me caí de la cama y me rompí la nariz, algo bastante doloroso. Lo curioso es que mi cama, es un colchón en el piso. Recuerdo que estaba muy borracho. Pienso que la nariz es medio escandalosa, apenas te das un golpe ahí, ella sangra y sangra sin parar… parecida al corazón pienso.

Hoy por cierto la vi, ¡Qué locas son las coincidencias nos tiene el universo! Somos amiguitos, es rarísimo, la primera de alguna de mis ex parejas que termina siendo mi amiga. Yo la quiero. Por un momento sentí que volveríamos a caer en el mismo ciclo; al final siempre queremos volver a vernos, pero siento que ya es muy tarde para eso.

Mi segundo mayor despecho lo tuve en Cuba, pasé tres meses llorando por toda La Habana, demasiadas lágrimas para mi gusto. Pero… las lágrimas no eran por ella, eran por el pellejo que estaba mudando, y ¡Olé!

El rechazo duele. El rechazo es triste. Pero podemos seguir volando, no debemos quedarnos a alimentar las heridas sino, no podremos volar más. Si regresan tus alas, puedes volar. —"El pis", 63 años.

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Gasté todo mi dinero en web cam girls y me enamoré de una

Nuestra relación duró diez años. Vivimos casi todas nuestras primeras experiencias juntos, desde perder la virginidad hasta viajar sin papás. Acepté un trabajo fuera de la ciudad, ya que era una oferta muy difícil de rechazar y, al final del día lo hice pensando en el futuro de los dos. Ya cuando tienes una pareja por tanto tiempo empiezas a pensar en cosas que fortalezcan la relación a futuro.

La chamba era un trabajo fuerte, una construcción de una estación de metro que requería de mínimo doce horas al día de trabajo; por eso me pagaban tan bien. Estábamos sólo a 45 minutos de distancia en avión pero, el estar lejos hizo que nuestra relación se basara en si contestaba el whatsapp a tiempo o no y, no estar pendiente del teléfono era el detonante para una pelea que podía durar horas.

Yo la visitaba cada vez que podía. Algún fin de semana, día feriado, o algo por el estilo, pero obviamente nada sustituía el verla a cualquier hora del día. El no estar teniendo sexo tan seguido era algo que me preocupaba, no tanto por mí sino por ella ya que siempre le gustó coger varias veces a la semana. Empecé a crearme escenarios en mi mente donde cualquier chico de su trabajo la seducía y lograba tener sexo con ella.

Ya cuando todo se estaba yendo a la mierda por la distancia, ella se empezó a poner más y más distante y a pasar más y más tiempo con un "amigo del trabajo". Ningún amigo va a tu casa después del trabajo y se queda hasta las 11 o 12 de la noche, pero yo tampoco podía hacer mucho estando lejos y con la relación ya en la mierda.

Ella me juró que era "sólo un amigo" y que no me preocupara. Poco tiempo después de esto, ella me termina alegando que no puede vivir sin mí y que jamás iba a hacer que yo renunciara de mi antiguo trabajo por ella, que mi estabilidad económica era mucho más importante que una relación.

Al poco tiempo, como era de esperarse, ella empezó a salir con este chico y, como a los cuatro meses me enteré que se iban a casar. Obviamente me volví loco, empecé a ahogarme en el alcohol como cualquier persona hubiese hecho pero, gracias a la recomendación de un amigo, descubrí algo que me llenó por completo y me entretuvo por muchísimo tiempo: las web cam girls. En la ciudad donde yo trabajaba no había mucha vida nocturna ni nada por el estilo, entonces mis noches consistían ver cómo mi chica favorita, MistyX, hacía todo lo que los usuarios de la página le pedíamos.

Con tal de pagarle unos "tokens" que salían en la página, ella podía hacerte sentir como si estuvieses ahí en su recámara. Empecé a soñar con ella y no podía esperar a terminar mi turno para llegar a mi casa, servirme mucho ron, conectar mi cable auxiliar a mi teléfono para escuchar música a todo volumen —casi siempre era reguetón no sé por qué— y, ver cómo MistyX hacía lo que yo quisiera.

Obviamente me obsesioné y quise tener un poco más de privacidad, así que le escribí por chat para ver cuánto cobraba por las sesiones privadas. Me pareció justo el precio y, esto se convirtió en algo de casi todos los días, incluso ya le contaba de mi vida personal, laboral, y de cómo estaba enamorándome de ella. Gasté casi todo mi dinero en ella, pero yo ya sentía que teníamos una conexión más grande que el dinero y que en el momento en el que yo no pudiese pagar tan seguido por sus servicios, ella lo iba a entender. Lastimosamente mi dinero llegó a su fin —ella cobraba en dólares obvio— y, al momento en el que le conté, su relación conmigo cambió de golpe. Poco a poco nos fuimos dejando de ver por privado, hasta que ya nunca más contraté sus servicios ni supe de ella. Nunca me dio su nombre; me dijo que iba en contra de las reglas de la página. Solamente sabía que vivía en Buenos Aires y que tenía una fascinación muy rara con los gatos, incluso a veces usaba máscaras de gata.

Por amor acepté un mejor trabajo que me dio mucha lana por un momento y, por amor también —a MistyX— gasté toda la lana que tenía. Juré no volver a enamorarme por un rato y actualmente estoy desempleado y viajando por el mundo. Perdí mucho tiempo de mi vida en relaciones —reales o cibernéticas— y pienso que es hora de hacer lo que me venga en gana. —Gustavo, 28 años.