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A pesar de la popularidad de las hojas de coca, el uso de la cocaína fue bastante limitado hasta 1883, año en que un médico militar, Theodor Aschenbrandt, compró un suministro a la compañía farmacéutica Merck para utilizarlo en los soldados durante unas maniobras e informó sobre sus efectos beneficiosos a la hora de soportar la fatiga física, en un artículo que publicó poco después. El joven doctor Sigmund Freud, que se encontraba en una etapa difícil de su vida —sufría melancolía y fatiga crónica— leyó el artículo, obtuvo más información sobre las hojas de coca y se decidió a probar la cocaína. Todo un nuevo mundo se abrió ante los ojos de quien años más tarde sería el fundador del sicoanálisis. Se sintió como nunca se había sentido, recomendó tomar la droga a su novia y a sus amigos, la utilizó en su práctica médica y escribió varios artículos ("Über Coca", "Beitrag zur Kenntniss der Cocawirkung", "Nachträge Über Coca", "Über die Allgemeinwirkung des Cocains") que tuvieron amplia difusión y fueron en gran parte los responsables de la popularización de la sustancia. También llegó a sugerir su uso como anestésico, pero su colega Karl Koller se le adelantó y a él se atribuye esta aplicación en las operaciones oculares.