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Cultură

¿Cómo ve un jíbaro las elecciones de Bogotá?

¿Qué piensa el hombre de la fiesta acerca de la gente que quiere gobernar a Bogotá?

Mientras esperaba sentado en una buhardilla de Teusaquillo frente a la cama destendida de O. pensaba en cómo iba hacer para que nuestro tema de conversación girara sutilmente de pills y unas muestras de perico que acababa de recibir "directamente del llano" a las próximas elecciones para alcalde, Concejo, ediles y diputados de Bogotá. Luego escuché a O. gritar desde el piso de abajo: "¡Peñalosa y Pardo primeros en las encuestas! Parce, la gente si es ignorante ¿no?". "Eso fue casi demasiado fácil", pensé mientra me ponía cómodo para hablar de elecciones con mi jíbaro de confianza.

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Por que eso es O., un jíbaro, no un dealer. Dealer, para mí, es el que llega en un cupé usando gafas Oakley, con una novia culona en el puesto del copiloto y lo monta a uno a dar una vuelta mientras se hace la transacción. El jíbaro es el que pasa largas horas en un parque, expuesto a la lluvia y al sol, haciendo malabares para matar el rato y pasar desapercibido. El jíbaro es O. y en su oficio hay pocos mejores

—¿Y usted sí va a votar?—le pregunté a O., quien además cumple las funciones de casero en la vivienda que comparte con 5 personas.

—Claro mijo— contestó mientras se ponía cómodo y rolaba un porro en la cama, —no ve que esta es la primera vez que registró la cédula en como 10 años, con decirle que la última vez que voté fue en la primera elección de Uribe. Después de eso quedé curado.

Solté una risa pequeña mientras O. me pasaba el joint que acaba de rolar: ¿cuántos por ahí contarán lo mismo? Supongo que muchos abstencionistas tendrán una bestia negra, un candidato que les quitó la fe en la política o el sistema (lo que sea que eso sea), pero sobre todo en su propia capacidad para elegir a un buen gobernante.

— ¿Entonces qué tienen estas elecciones de especial para hacerlo volver a votar?

— ¿No ve que se lanza una amiga a la Alcaldía de Chapinero?

— ¿A lo bien?

— Sí, se lanza para la Alcaldía, pero si no le alcanzan los votos igual puede quedar de edil.

Por fuera asentí, pero por dentro me pregunté: "¿que QUÉ?"

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En realidad en Colombia uno no puede postularse a un cargo y luego optar por uno de menos monta si no alcanzan los votos… De hecho, los alcaldes locales ni siquiera son elegidos por voto popular, son elegidos por el alcalde de la ciudad de una terna propuesta por las Juntas Administradoras Locales, en las cuales se sientan los ediles, los cuales sí estarán en el tarjetón de este 25 de Octubre. Así que mi dealer no conoce a fondo el aparato democrático de la ciudad, pero, hey, al menos conoce a uno de los postulados a las Juntas Administradoras Locales. ¿Podrían ustedes o sus dealers decir lo mismo?

Ya sabiendo que O. iba a estar frente a la urna el próximo 25, decidí preguntarle por cada uno de los candidatos y estas fueron sus apreciaciones:

Enrique Peñalosa: "Ese es el peor. Pirobo hijueputa ha sido liberal, ha sido del Verde y ahora dizque con el apoyo de los conservadores. No, qué pirobo tan vendido. Ese man ya tuvo su oportunidad y nos robó a todos con sus losas. Además si queda ese man van acabar de vender todas las empresas públicas y nos van a clavar a todos con más impuestos".

Rafael Pardo: Qué va a votar uno por ese man, si es el que pone el Gobierno. ¿O no? O cuando sacaron a Petro, ¿a quién puso el presidente ahí? Pues a Pardo. Ese man le gusta al Gobierno porque saben que lo manejan con un dedo. Entonces yo no voto por ese man porque es más de los mismo ¿Cómo va cambiar las cosas un man que es la ficha del establecimiento?

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Clara López: Arghh, esos maricas del Polo llevan ahí doce años sin hacer ni mierda y siguen diciéndole a uno que venga, que vote, que vamos a hacer esto y luego no salen con un culo. No tampoco.

Pacho Santos: Huy no, mentira, ese sí que es el peor de todos. Pura represión es lo que se nos viene con ese hijueputa. Chao protesta, chao dosis personal. Además, ¿quién se cree ese man para ser alcalde? El man era un dizque periodista que luego fue un vicepresidente de porcelana y ahora quiere que le entreguen la ciudad. Tiene huevo.

— ¿Y qué sabe de los otros, O.?

— Sé que hay otros, pero no sé ni cuáles son ni qué proponen. Fijo esos manes son los que tienen las mejores ideas, pero ni idea.

Luego del sondeo y del porro, acompañé a O. a recoger a su hijo menor del jardín y después al mayorcito del colegio. Según O., la educación y los refrigerios que sus hijos reciben gratuitamente en instituciones públicas son la única presencia tangible del Estado en su vida. Más específicamente, del Distrito. O. recuerda haber tenido que pagar una guardería y un jardín infantil para el mayorcito, mientras que para el más pequeño todo ha sido "al gratín".

En el camino, aproveché para hacer unas cuantas preguntas frente a temas puntuales que O. accedió a contestar a cambio de un poquerón:

¿Ciudad densificada o ciudad extendida? A juzgar por su expresión, había cogido a O. fuera de base con esta pregunta. Así que le expliqué la discusión entre quienes proponen seguir extendiendo Bogotá hacia el norte y el occidente y aquellos que prefieren mantener las fronteras actuales y densificar la ciudad construyendo edificaciones más altas y proyectos de vivienda de interes social en lo que llaman "el centro ampliado de la ciudad". Dado que O. reside en este "centro ampliado", se sintonizó rapidamente con la cuestión:

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— Ahhh, ya. Ahí cerca a mi casa están haciendo un proyecto de esos y va a quedar una chimba. Pero no me parece buena idea venirnos a vivir todos al centro porque eso va a empeorar todo: el tráfico, el ruido, el transmi, todo. Ese proyecto está bien y me gusta, porque además fue severa planeación la que hicieron, pero ese y ya no más. Si así como estamos lo roban a uno en la esquina.

— ¿Cómo así, lo atracaron hace poco?

—Pues no. Pero le puede pasar a cualquiera.

El eterno debate de la seguridad vs. la percepción de seguridad en boca de todo un 'criminal'.

O. tuvo muy poco que decir acerca de su especialidad, las drogas. Despachó el tema con una colección de anécdotas de sobornos a policías ocurridos durante las últimas cuatro administraciones. Luego me pidió dinero prestado para reponer al menos una parte de unos 800 points que le debe a alguien.

En lugar de prestarle el dinero le propuse un tema clásico, colegios públicos vs. colegios en concesión:

— Yo no tengo ningún problema con eso de los colegios en concesión. ¿A mí qué me importa? Lo que me importa es que den educación, quien sea y como sea.

Luego, nos cruzamos con una casa empapelada hasta las ventanas con afiches de campaña de Clara López, era algo casi demasiado a propósito para nuestra conversación como para ser una casualidad. "Esa vieja tiene una cara de malparida… pero es la menos peorcita. Tocará votar por ella, porque yo no me voy a pegar ese viajecito para ir a votar en blanco".

Recogimos a los niños y volvimos a la casa de O. Prendimos el televisor y nos encontramos con Clara, Peñalosa y Pardo encerrados en una van hablando de trancones, justamente en un trancón para Noticias Caracol. Peñalosa propone pasos deprimidos, Clara, el mantenimiento total a la malla vial, Pardo, unos cobros por congestión.

Cuando volteé a mirarlo para preguntar cuál le parece mejor, O. ya estaba haciendo una llamada desde su celular. Es el tipo de los 800 points. Pasa los siguientes veinte minutos hablando con él. Mi atención está donde debe estar. Al final, y tras ofrecer unas 12 veces su palabra de hombre, logra convencerlo de darle hasta el domingo para reponer los 800 points. De lo contrario, le serán presentados unos sujetos que le pueden prestar el dinero. De lo contrario, va a conocer a otros tipos que, al parecer, no prestan dinero.

Mientras tanto, los candidatos se quedan hablando solos, encerrados, acalorados, incómodos, en un trancón, dentro de un televisor que transmite en una buhardilla del barrio Teusaquillo.