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Cultură

El anticonceptivo perfecto para hombres ya existe, pero ¿por qué no podemos usarlo?

Después de 30 años, la inyección anticonceptiva masculina parece estar despertando interés en los EE.UU.
Ilustración: Lia Kantrowitz

El futuro ya está aquí y no es como nos lo habíamos imaginado. Pero bueno, olvidémonos de los coches voladores y los aeropatines: ¿qué pasa con el anticonceptivo definitivo para hombres?

La primera vez que leí Un mundo feliz, recuerdo que imaginaba a Lenina y a Fanny Crowne paseándose por el campo de ejercicios después de haber tomado su dosis de soma y completado el ensayo malthusiano. La novela se publicó en 1931, un año después de que la comunidad científica lograra aislar las hormonas que posteriormente se usarían en la creación de nuestro principal método anticonceptivo, la píldora, aunque para ello habrían de transcurrir otros 30 años.

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Hoy, en el año 2015, el abanico de opciones no es mucho mayor y las mujeres siguen siendo las que deben soportar la carga de paliar los perjuicios que puedan causar nuestros impulsos. Aparte del DIU de cobre, todos los dispositivos anticonceptivos y fármacos disponibles en el mercado actualmente provocan alteraciones en nuestras hormonas y efectos secundarios. En el caso de los hombres, al margen de los condones y la marcha atrás (ambos muy poco fiables en la práctica), la vasectomía sigue siendo la única alternativa para prevenir embarazos no deseados. Debido a la minúscula posibilidad que existe de revertir este proceso, no suele ser la opción por la que se decantan los tíos de menos de 40 años. Si bien se están investigando nuevos anticonceptivos masculinos, ninguno de ellos ha sido aprobado todavía por las autoridades competentes.

¿Y si existiera un método sencillo para evitar que el hombre libere su equipo de nadadores hasta que su pareja esté preparada para tener hijos?

Pues ese método existe, al menos desde el punto de vista médico. Se ha estudiado en animales y humanos desde hace más de 30 años sin que se hayan dado casos de complicaciones y se conoce como la "inyección anticonceptiva masculina" o RISUG (Reversible Inhibition of Sperm Under Guidance). Creado en la década de 1970 por Sujoy Guha, profesor de ingeniería biomédica en el Instituto Indio de Tecnología, este procedimiento es asequible, mínimamente invasivo y totalmente reversible. Asimismo, es el método anticonceptivo masculino no permanente más efectivo de prevenir embarazos que existe en el mundo, según los estudios.

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En 2010, la organización estadounidense sin ánimo de lucro Parsemus Foundation, cuya misión es la de "hallar soluciones de bajo coste ignoradas por la industria farmacéutica", adquirió la patente del RISUG por 100.000 dólares. Actualmente han centrado sus recursos en el estudio de una inyección anticonceptiva ligeramente distinta, llamada Vasalgel.

El proceso se completa en unos 15 minutos y consiste en la inyección de un minúsculo gránulo de gel sintético en el conducto por el que pasa el esperma, justo en el extremo en el que se une al testículo. Una vez inyectado, el gel permanece en esa posición y actúa como filtro, permitiendo el paso de fluido, pero no del esperma.

A diferencia de la Depo-Provera, que debe inyectarse cada varios meses, este gel filtrante se mantendrá en su lugar durante diez años una vez inyectado, de modo que si el receptor quisiera tener hijos en algún momento, simplemente debería recibir otra inyección de bicarbonato sódico para disolver el gel, permitiendo así que la fábrica de esperma vuelva a estar operativa.

¿Demasiado bonito para ser cierto? Los ensayos llevados a cabo en India con animales han demostrado que el método funciona casi a la perfección y sin efectos secundarios destacables. Además, al contrario que con la píldora y el condón, cuyo grado de eficacia en la vida real es muy inferior al de las 'situaciones ideales' que aparecen en los envases, la inyección anticonceptiva, al igual que el DIU, no da lugar al error humano.

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"Es imposible que metas la pata", asegura Aaron Hamlin, director ejecutivo de Male Contraceptive Initiative. "Con un método como Vasalgel, no tienes que acordarte de hacer nada. Simplemente se precisa una inyección en el conducto deferente y listos. Después, a la hora del sexo, no tienes que preocuparte de hacer nada más".

Pero, ¿qué le ocurre al esperma? Guha lanzó la hipótesis de que, para cuando llega al otro lado, ha explotado o se ha desintegrado en fragmentos inservibles. Otros aseguran que realmente el esperma no puede atravesar el gel y acaba siendo absorbido por el organismo como si se tratara de una proteína más o queda desactivado por la acidez o la carga electromagnética del gel.

"No sabemos qué le ocurre exactamente al esperma, aparte de que no logra cruzar al otro lado", explica David Sokal, uno de los fundadores de Male Contraception Initiative y extrabajador de sanidad.

Sí, de acuerdo: aparte de unos cuantos fetichistas, la mayoría coincide en que la combinación "objeto afilado-genitales" asusta bastante. Pero ¿qué es peor: 15 minutos de pinchazos en los huevos y una década de sexo sin riesgo de embarazo o hipotecar tu vida y tu libertad para cuidar de un niño sorpresa durante los próximos 18 años de tu vida?

"Son muchas las ventajas de tener la opción de eliminar el riesgo de embarazo o de programarlo como quieras", afirma Hamlin.

Muchos hombres dan un paso atrás ante la mención del término "anticonceptivo masculino", principalmente debido a las ideas preconcebidas que suele haber en torno a esta nueva técnica. Este procedimiento no es una vasectomía; de hecho, ni siquiera se considera una intervención quirúrgica. Es posible dejar expuesto el conducto deferente sin necesidad de usar un bisturí, solo es preciso sujetar el escroto con unos fórceps especiales y separar la piel que recubre los conductos. El orificio que se practica es tan pequeño que ni siquiera es preciso poner puntos.

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"Muchas veces circula información errónea sobre Vasalgel, como que la inyección se practica en el pene. Eso asusta a los hombres, pero no es como se realiza el procedimiento", afirma Sokal.

Durante mi investigación encontré varias razones que alientan al escepticismos sobre el método RISUG o su sucesor, el Vasalgel. En primer lugar, los datos del ensayo clínico de fase III no son de dominio público y los resultados preliminares que se han publicado son de hace diez años y con un tamaño de muestra muy reducido. Cuando contacté con la organización encargada de llevar a cabo los ensayos en India, el Consejo Indio de Investigación Médica (CIIM), su director general adjunto, Radheys Sharma, dijo que no podía facilitar información sobre los índices de éxito y reversión sin el consentimiento del Gobierno y no ha vuelto a responder a mis preguntas.

Pude contactar con Guha, el inventor del método RISUG, quien me explicó que ha estado trabajando en este proyecto en colaboración con el CIIM, facilitando las jeringuillas y asesorando en los ensayos clínicos. "Puesto que no se me ha llamado para ofrecer asesoramiento sobre los sujetos, supongo que no ha habido problemas desde el punto de vista técnico y médico", escribió en un email.

Otro elemento sospechoso es que los ensayos clínicos de fase inicial III se suspendieron en 2002 por razones que el Ministerio de Salud indio atribuyó a un efecto secundario no revelado. Sin embargo, el equipo médico a cargo de la investigación en Nueva Deli nunca llegó a presentar pruebas sobre dicho efecto.

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Por otro lado, no existen informes, ni en ensayos con animales ni con seres humanos, que indiquen que el método no funciona, a excepción del caso del participante de uno de los ensayos de Nueva Deli, que informó de que su mujer se había quedado embarazada incluso después de haberse inyectado el gel. El fallo se atribuyó a una aplicación incorrecta de la inyección, aunque cabría la posibilidad de que su mujer se hubiera quedado embarazada de otra persona.

En un informe leí que algunos de los componentes de los compuestos poliméricos del RISUG y el Vasalgel anteriormente habían sido clasificados como cancerígenos tras observarse sus efectos en accidentes ocurridos en fábricas químicas, si bien es cierto que las cantidades a las que las víctimas estuvieron expuestas eran mucho mayores a las que contiene una inyección.

Quizá la razón de más peso para desconfiar de RISUG y de Vasalgel desde una perspectiva científica radica en un factor cultural: en general, a los hombres no les gusta hablar de sus pelotas con los médicos. No resulta fácil conseguir que acudan a visitas de seguimiento al cabo de uno, cinco o diez años del procedimiento, lo que dificulta a los estudiosos la tarea de recabar datos precisos con los que demostrar que estos métodos funcionan.

Los ensayos clínicos llevados a cabo y publicados en India durante las últimas tres décadas han arrojado excelentes resultados, tanto que la Parsemus Foundation, organización ha mostrado su interés en el proyecto. Aun así, el futuro de lo que seguramente es la solución anticonceptiva más práctica de los últimos 100 años depende de que supere dos grandes obstáculos: la FDA (organismo para el control de alimentos y medicamentos) y la falta de presupuesto.

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"No creo que esté parado por culpa de alguna confabulación patriarcal", afirma Lissner. "Más bien se trata de dinero. Hace falta mucho dinero".

Puesto que la FDA no reconoce los resultados de ensayos clínicos realizados en el extranjero, todos los experimentos llevados a cabo en India deben volver a hacerse en los EUA con tamaños de muestra mayores y con directrices más estrictas respecto a la duración del ensayo. Cada ensayo con animales cuesta entre 200.000 y 300.000 dólares y, en caso de que la FDA aprobara su aplicación en humanos, "estaríamos hablando de millones de dólares", afirma Lissner.

Entre 5 y 10 millones, para ser exactos. Aunque sería un buen proyecto para que una organización humanitaria hiciera su inversión, la respuesta ha sido muy poco entusiasta. Lissner asegura que los representantes de la Fundación Bill y Melinda Gates, por ejemplo, "no le ven el sentido a una versión masculina", ya que su objetivo principal respecto a los anticonceptivos es el de hallar alternativas para las mujeres de los países en desarrollo. "La ciencia está menos avanzada en lo referente a anticonceptivos para hombres, como también lo está la prueba de concepto sobre el uso de anticonceptivos por parte de los varones en los países más desfavorecidos del mundo", afirma Kellie Sloan, directora de planificación familiar de la fundación, en unas declaraciones a Motherboard.

Tampoco hay que contar a las grandes farmacéuticas: a diferencia de otros productos, Vasalgel no permite obtener grandes beneficios respecto a la inversión, ya que se trata de un único procedimiento y se utilizan materiales relativamente baratos de fabricar y distribuir. Lissner señaló que si una persona media llega a la pubertad a los 13 y no desea tener hijos hasta los 30, eso supone un periodo de 20 años de ganancias para las farmacéuticas con los anticonceptivos habituales.

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"A las grandes farmacéuticas les interesa que la gente pase años tomando medicamentos cada día", afirma Sokal. En cambio, los creadores de RISUG alardean de que su producto cuesta menos que las jeringuillas con las que se inyecta. El precio de Vasalgel también sería muy inferior al de un DIU.

"Las farmacéuticas tienen unos objetivos marcados, y si no pueden ganar 500 millones de dólares al año con un nuevo fármaco, consideran que no merece la pena invertir su tiempo, esfuerzo y dinero en ello", afirma Sokal, refiriéndose a conversaciones con representantes farmacéuticos. Con ese baremo, harían falta 625.000 inyecciones al año para que resultara rentable a las farmacéuticas, lo que supone realizar 125.000 procedimientos más que las vasectomías que se realizan al año en los EUA, por ejemplo.

Incluso si un genio de la publicidad lograra popularizar la inyección anticonceptiva masculina, ¿por qué iban a estar interesadas las farmacéuticas en su existencia, cuando tienen tantas acciones en distintos formatos de anticonceptivos hormonales?

Sokal considera que, más que una conspiración, es un fracaso en el avance. "No sé si los gigantes farmacéuticos están intentando boicotear la investigación del Vasalgel. Probablemente ni siquiera lo considerarán una amenaza", afirma. "La mayoría de los científicos de renombre ignoran por completo el asunto. No ha causado ningún revuelo mediático. Hasta que no vean los datos clínicos, seguramente lo considerarán un proyecto que no dispone de fondos".

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Cuando se inventó el RISUG, se clasificó como "fármaco inyectable no oclusivo", pero cuando Parsemus Foundation empezó a trabajar en Vasalgel en los EUA, optaron por incluirlo en la categoría de "dispositivo anticonceptivo inyectable no oclusivo". De esta forma esperaban obtener la aprobación de la FDA.

El principal problema que tenía RISUG era su inestabilidad química según los parámetros de la FDA. Ya que el compuesto principal del RISUG se acidifica en la jeringuilla en la que viene envasado, su composición puede variar ligeramente transcurrido un año en dicha jeringuilla. Para solucionar ese problema, la fundación decidió usar el subproducto ácido de RISUG como punto de partida y lo denominó Vasalgel.

"Teníamos que crear una versión más estable durante su vida útil", explica Lissner. "Creíamos que la FDA no aprobaría el producto si no éramos capaces de demostrar que era estable, así que pensamos, ¿Por qué no empezar directamente con la forma ácida y ver si funciona?". Los primeros estudios en conejos apuntan a que Vasalgel funciona tan bien como RISUG, aunque es necesario llevar a cabo más estudios para comprobar que sea tan eficaz y seguro como este.

Es bastante arriesgado porque hicimos un estudio de solo un año de duración. Esperemos que dure tanto como RISUG", explica.

Actualmente, Guha continúa trabajando en el desarrollo de RISUG en el Instituto Indio de Tecnología de Kharagpur y a través de la empresa privada IcubedG Ideas, de la que es uno de los cuatro directores. Se muestra optimista sobre las perspectivas de comercialización de RISUG, al menos en India.

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"Se han resuelto los problemas técnicos y médico y disponemos de presupuesto, así que no hay problemas, por el momento", explicó Guha en un email. Respecto a por qué han tardado tanto en llevarse a cabo los ensayos de fase III, señala como culpables a los baremos de seguridad vigentes en India y a la importancia de llevar un correcto seguimiento de los pacientes 10 años después de la primera inyección. India es muy rigurosa y no se avanzará sin disponer de resultados de estudio previos y posteriores solo por ganar protagonismo y beneficios comerciales".

En cualquier caso, Parsemos arroja algo de esperanza para los miles de personas que quieren que Vasalgel se comercialice; actualmente hay 22.000 hombres en lista de espera para someterse a los ensayos clínicos, según Lissner.

"No estamos en contacto con el Dr. Guha ni sabemos en qué punto se encuentra", afirma. "Espero que esté avanzando. Sea cual sea la forma de llegar a la solución, será beneficioso para todo el mundo".

Según Lissner, la mayoría de las consultas sobre el Vasalgel las formulan personas de unos 20 años, hombres que desean mayor control sobre su futuro reproductivo y mujeres que tienen problemas con los métodos disponibles hoy día. El grupo que más destaca, asegura, es el de "chicos jóvenes que tienen citas y temen que se produzca un desliz con el condón o la píldora.

Se prevé que en mayo Parsemus Foundation publique los datos sobre un estudio de Vasalgel llevado a cabo en babuinos. También tienen intención de iniciar una campaña de financiación colectiva este verano y empezar los ensayos a principios de 2016. Hamlin cree que lo más probable es que el producto estará disponible en el mercado hacia el año 2020.

Si es que alguna vez llega a estar disponible.

Incluso aunque los ensayos aporten resultados positivos, todavía está la incógnita de quién fabricaría esta inyección anticonceptiva masculina para el resto del mundo. En caso de que el producto vea la luz en los próximos cinco años, probablemente será el turno de protesta de las organizaciones humanitarias.

Personalmente, yo abogo por un futuro en el que la mayoría de los tíos lleven un carné del club de los inyectados, un mundo en el que los embarazos no deseados no arruinen la vida de las adolescentes y en el que no se obligue a las mujeres a atiborrarse de hormonas o a someterse a operaciones peligrosas para no quedarse encintas. Si a ello le sumamos algunas innovaciones interesantes en el campo de los condones, el sexo sería mejor y más despreocupado que nunca. Hasta ese día, seguiremos sufriendo la misma ruleta de los métodos anticonceptivos, pese a que existe una solución desde hace más de 30 años.

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Traducción por Mario Abad.