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Música

Baile y disfrute la deconstrucción psicotropical en el nuevo disco de El Ombligo

Hablamos con Santiago Botero antes de la presentación del nuevo disco de El Ombligo en Distritofónico.

De acuerdo con la explicación que tiene Santiago Botero en el bandcamp de El Ombligo, y a juzgar por el nombre del nuevo disco de esta agrupación bogotana, es un viaje psicotrópico, que encuentra su forma en un vórtice que se abre entre Ornette Coleman y Andrés Landero, entre el free-jazz y el vallenato sabanero. El primer disco del Ombligo, Canción psicotrópica y jaleo ( Festina Lente,2012) era un matrimonio entre una de las escuelas más importantes del siglo XX en el mundo y una escuela latinoamericana innegablemente rica, en el que se deconstruyen las raíces de la música colombiana bajo la mirada de este contrabajista colombiano.

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Ahora, Santiago Botero está presentando Canción Psicotrópica y jaleo Vol.2 de El Ombligo, grabado con una comba de músicos de alcurnia contemporánea: Santiago está en el contrabajo, Ricardo Gallo (Los Curas Rebeldes, Romperayo) toca los teclados y Pedro Ojeda (Los Pirañas, Romperayo, Los Curas Rebelds, etc) está en la batería y las percusiones. El disco cuenta con colaboraciones de Marco Fajardo (Clarinete), Maria Angélica "Mange" Valencia (Saxofón), Juan Ignacio Arbaiza (Saxofón); fue producido por Santiago Botero y mezclado por Eblis Álvarez.

Todo este pedazo de cultura mestiza se presentará en vivo hoy en la inauguración del festival Distritofónico en Matik-Matik y para enterarnos más de lo que iremos a ver, hablamos con Santiago Botero.

¿Cuál es el punto de encuentro entre Landero y Ornette Coleman?

A mi modo de ver, que va a sonar muy académico, pero pues qué le vamos a hacer, el universo melódico como eje central composiciones. Coleman lo centraba en la idea melódica como la identidad musical de lo que hacía y partía desde el blues hacia conceptos más avanzados (según mi entendimiento de cómo él empezó a generar su universo estético) y Landero, al igual, centraba su universo competitivo en la melodía pensando de alguna manera que lo que él hacía, que era sintetizar melodías que partían de la gaita corta y pasaban por el acordeón y el canto.

¿Cuál fue tu punto de encuentro con ellos dos?

Realmente es algo circunstancial. Yo llegué al mundo de Ornette porque simplemente ese fue uno de mis primeros referentes de Jazz. Antes que llegaran Miles o Coltrane o los que uno considera los patriarcas y epítomes del jazz, llegó primero Ornette y para mí ese fue el primer referente de cómo tocar jazz . Creo que me pasó al revés que mucha gente, pero eso hizo que pensara en que la idea era tocar de una manera más colectiva, más centrada en la expresión melódica de la composición –así esta fuese improvisada completamente– que el buscar una depuración técnica en un instrumento y convertirme en un solista de jazz. Landero lo escucho porque un amigo me muestra esa música y me habla desde varios ángulos. Uno: que yo vivía por fuera del país y andaba en un redescubrimiento de lo raizal, algo muy común en los músicos que se van a estudiar por fuera de Colombia, terminamos mirando de nuevo a nuestras raíces. Dos: que yo andaba buscando información musical que se conectara más con esa idea melódica que era tan primordial en mi manera de componer y de crear. Tres: que simplemente me cautivó. Realmente no hubo un punto de encuentro como tal, simplemente los junté y ya. El impulso y la creación colectiva hicieron el resto. Y bueno no es que decididamente quiera tocar usando esos dos referentes. De hecho no son los únicos referentes que hay dentro de esa música, hay mucho de punk, de Soda Stereo, de Rage Against The Machine, Socavón, Spinetta, Ligetti y un sin fin de influencias que se terminan juntando para formar el Ombligo.

¿Cómo llegaste definir esa exploración tan específica que tienes con el Ombligo?

Realmente fue sola. Se definió en el hacer. La primera idea del Ombligo era hacer un grupo que tocara mi música, luego me di cuenta que quería hacer música sin importar quien la tocara (por eso el formato siempre varía) y luego me di cuenta que debía investigar más y ser más juicioso con la organización de mi universo estético. De hecho no sé si sea algo específico o muy específico, sino todo lo contrario, es algo muy general. La música del Ombligo está hecha para ser tocada en cualquier formato, por cualquier número de instrumentos y entre más se use la intuición y la creación colectiva mejor.

Eres parte de una escena de músicos con una curiosidad muy profunda sobre las raíces más eruditas de las escuelas colombianas, yo encuentro que este es un momento, ¿tú qué piensas de lo que está sucediendo?

Pues que está buenísimo. Hay dos maneras de ver la música tradicional, ambas muy válidas y ojalá perduren porque se nutren una a la otra. La primera es la de conservar los estilos y los esteticismo de una manera purista. La otra es la que busca que estos estilos se dejen permear por otras identidades y formen otros estilos y universos. Estas posiciones, aunque al parecer opuestas, no se cancelan, sino se complementan. Yo me nutro mucho de la gente que hace la tarea y ve las cosas de una manera conservacionista, son fuentes invaluables de información y me nutro también de la inspiración que me genera aquellos que se atreven a transgredir muros al parecer intocables. En el caso específico del círculo en el que me encuentro, prima mucho la curiosidad, el jugar al "que pasa si hago esto..." y esa mente curiosa permite generar nuevos espacios para futuras generaciones.

¿Qué otros puntos de encuentro tiene Colombia con el jazz?

Uy no sé... el jazz es realmente una idea que entendida de una manera más flexible, es una especie de sombrilla que cobija una pletora de expresiones musicales. Realmente es una expresión musical que se basa en la improvisación y la colectividad, al igual que las músicas folclóricas (no sólo colombianas, sino del mundo). Esa idea de flexibilidad permite que en su base se puedan aplicar conceptos tanto del jazz como de la música colombiana.

¿A qué debemos atender cuando escuchamos la música del Ombligo?

Pues es música que está de alguna manera hecha para oírse, pero que si se quiere bailar también se puede. Es una especie de papayera abstracta.

Tienes otros proyectos, ¿cuál sería la diferencia entre Ombligo y Mula?

Lo primero es que MULA funciona más como una banda de rock. Aunque instrumental su comportamiento está más tirado hacia una idea de fijar unas ideas mucho más rígidas y sobre todo más arraigadas en las sonoridades del rock, el punk, hardcore y el afro beat. El ombligo son varias cosas a la vez. como expresión musical está más hecha para generar detonantes de improvisación alrededor de una idea de lenguaje. Es más libre y tira más hacia el lado fiestero. Es también mucho menos visceral que MULA y mucho más cerebral.

¿Qué otras curiosidades musicales tienes?

No sé si son curiosidades... yo los llamo proyectos. Trabajo con Raquel, que es un cuarteto de jazz que va más hacia las sonoridades del jazz moderno, también hago e investigo las posibilidades del contrabajo como instrumento solista de música improvisada. Organizo un festival de música improvisada (El marrano no se vende) y este año empiezo un sello de música improvisada (Meras Chichiguas). Trabajo también con artistas escénicos y tengo un proyecto súper interesante en compañía de Kike Mendoza (guitarrista de MULA y un gran jazzista de la escena bogotana) y Benjamin Calais (Artista Sonoro y director de Matik Matik, que es la casa donde casi todo esto ha podido tener un comienzo), este proyecto se llama Los Toscos y la idea es generar una plataforma multiartística que colabore con maestros de diferentes lados. Ya hicimos un disco con el gran jazzista Tony Malaby y tenemos uno en remojo con el gran Carmelo Torres, que por cierto es el heredero de la tradición de Landero. Aparte de eso colaboro con otros músicos y colectivos como Andrés Gualdrón, Edson Velandia, Jardín Laser y un trabajo súper bonito con el gran Redil Cuarteto (que este año va a grabar su tercer disco con la participación de Hugo Candelario y Freddy Colorado, dos leyendas de la música tradicional del pacífico)

¿Cuál es el estado del arte del jazz latinoamericano ahorita?

No sé del Jazz Latinoamericano en general. Sé algo de lo que sucede en Bogotá y sé que es bueno aún pensando que la escena es pequeña. Es bueno porque es una escena que mira mucho para adentro para encontrar identidad e información y afuera para también tener un referente y además también buscar información.

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El Ombligo se presenta hoy a las 21:00 horas en Matik Matik (carrera 11 # 67-20, Bogotá)en la inauguración del festival Distritofónico.

Para enterarte de las actividades del festival, asiste en el evento en Facebook de Distritófonico aquí. Sigue a El Ombligo por acá.