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Cultură

El zoológico escondido del Parque Nacional de Bogotá

En el Parque Nacional existe la sombra de un zoológico que muchos ignoran. Tras largos meses de investigación por las bases de datos de infraestructura de Bogotá, Gustavo Villa logró encontrar lo que para él fue solo un recuerdo de infancia.

¿Sabía usted que en el Parque Nacional de Bogotá existió un zoológico pasajero con 23 jaulas para todo tipo de animales? A los que nacimos después de la década de los 80, como yo, esta información podría parecer impactante, incluso imaginaria. Pensar que en Bogotá hubo, entre la década de los 60 y los 70, en plena mitad de la ciudad, un zoológico gigantesco, planeado para exponer la diversidad de fauna del país entero, es algo que muchos ignoramos por años y nos toma por sorpresa. Allí no solo trató de crearse un espacio donde las especies de animales predominaran, sino que el Presidente Enrique Olaya Herrera quería construir diferentes tipos de lugares para la recreación y la pedagogía, que, aparte, no requirieran ninguna clase de cobro, esto en los años treinta. Sin embargo, la idea solo se hizo real treinta años después, durante la Presidencia de Carlos Lleras Restrepo.

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¿Cómo me enteré de todo esto? Conociendo a Gustavo Villa, artista plástico de la Academia Superior de Artes de Bogotá, Máster en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional, quien cuando pequeño fue con sus papás a ver los animales que se encontraban en el parque de la 36 con Séptima. En esa época, me cuenta él, "la idea de construir un zoológico apareció porque se decidió que los parques dejaran de lado ese fin conmemorativo de los próceres de la independencia, con sus estatuas y sus caballos. Ahora, el objetivo era educar, pero de manera pública".

(Sigue en siguiente documento). Documento encontrado por el artista en el Ministerio de Obras Públicas (MOP), Dirección de inmuebles nacionales, Dirección de patrimonio del Ministerio de Cultura.

Documento encontrado por el artista en el Ministerio de Obras Públicas (MOP), Dirección de inmuebles nacionales, Dirección de patrimonio del Ministerio de Cultura.

Documento encontrado por el artista en el Ministerio de Obras Públicas (MOP), Dirección de inmuebles nacionales, Dirección de patrimonio del Ministerio de Cultura.

Con sus descubrimientos, Gustavo cayó en cuenta de que lo que se sabía sobre estas estructuras e ideales era más bien poco. Encontró que a pesar de la iniciativa pedagógica de la época, el zoológico, junto con lo que lo rodeaba, no funcionó por mucho tiempo. "Pusieron árboles de 60 países del mundo, con sus banderas respectivas en el sector del abanico, cerca de la Séptima. En otro sector sembraron plantas de todas la regiones del país con sus nombres, y trajeron varias especies de animales: el oso de anteojos, el cóndor, algunos conejos y otros más de los cuales no hay registros. Lo malo de todo esto es que llegó un punto en donde todo estaba tan mal mantenido, y en tan malas condiciones, que decidieron cerrarlo".

Su objetivo consistió entonces en asir un recuerdo, volverlo real y demostrar que, efectivamente, cuando era pequeño, visitó el único zoológico que ha tenido Bogotá en toda su historia. La idea de Gustavo fue traer al presente una idea que vivía en su cabeza desde hace más de 30 años, mostrando documentos de investigación generados en el Archivo General de la Nación y de Instituto Distrital de las Artes (Idartes) en Bogotá entre muchos otros, construyendo una escultura y realizando una intervención, allá, en el antiguo zoológico que se convirtió en lo que hoy llamamos Parque Nacional.

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Los documentos, por un lado, expuestos en una mesa que funciona como una suerte de prueba exhaustiva, demuestran que la información acerca de las jaulas, los animales y la estructura del supuesto parque zoológico son muy pocos. Sin embargo, con sus constantes visitas por los espacios de este parque, logró atar cabos sueltos: encontró cimientos, pedazos de ladrillo cuadrados y circulares y hasta algunos pedazos de piedra escondidos entre el pasto. Mejor dicho, encontró lo que estaba buscando: esas estructuras camufladas debajo de parques recreativos para niños, encerrados en las sombras de lo que algún día fue la jaula que guardó un animal.

Ahí se le ocurrió construir una estructura referente a las formas del zoológico vistas en unas fotografías aéreas del año 67 y 73, en las que incorporó todo tipo de elementos encontrados en el verdadero lugar que ocupaban en el parque: "Trabajé a partir del mapa, de sus divisiones. Cada forma está hecha a partir de material que me encontraba en los lugares donde iba la jaula, como piedras, monedas, mugre, cigarrillos y hasta tapas de botellas. Mezclé todo eso en cemento blanco y recreé una especie de mapa en cemento".

Se trató entonces de materializar las figuras que vemos en el mapa del Parque Nacional y, así, mostrar más claramente dónde iba cada jaula. Para Gustavo, emplazar esto en su exposición le permitió al espectador situarse espacialmente en el zoológico: "la parte occidental del zoológico (escultura de abajo) contaba con 16 jaulas que bordeaban la carrera Quinta; mientras que la parte oriental (escultura de arriba) se encontraba en la parte más espesa del Parque Nacional antes de la carrera Primera. En este sector oriental se emplazaron cuatro jaulas. De las 23, solo 15 jaulas fueron utilizadas".

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El mapa de cemento, esa escultura que predomina en su obra, representa lo que para él sería un recuerdo: con baches y huecos, que probablemente nos inventamos para dar sentido a los caminos. Así, dice, funciona la memoria: necesita una narrativa que la haga creíble, que la haga real. En cuanto a la intervención en el parque, Gustavo se propuso, como lo hizo el Gobierno de los años 60, enseñar a las personas que en esos lugares donde pasamos cotidianamente hubo una jaula que probablemente exponía un oso de anteojos. Con esto en mente, y con la ayuda de pequeños cubos, y un mensaje escrito que decía: "En este sitio se encontraba una de las 23 jaulas que hicieron parte de un zoológico en el Parque Nacional Enrique Olaya Herrera", se daba cuenta del zoológico del que muy pocos saben.

Por eso, su proyecto fue doblemente satisfactorio: por un lado volvió a la cordura y se dio cuenta de que lo que vivió muchos años atrás no era un invento, y, por otro, le mostró a los demás algo que ignoraban totalmente.

Su trabajo se encuentra en la exposición del Museo Efímero del Olvido que se encuentra en el Museo de Arquitectura de la Universidad Nacional de Bogotá desde el 3 de agosto hasta el 5 de septiembre. Gracias a él, personas como yo descubrimos una tendencia capitalina que ojalá se retome de nuevo.

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Para conocer más acerca del Museo Efímero del Olvido haz click aquí.