FYI.

This story is over 5 years old.

deportes

En fotos: adolescentes antes y después del primer combate de boxeo

Imágenes de un rito de iniciación.

"Decidí retratar a jóvenes boxeadores en su primera pelea porque yo también fui boxeador", explica Nicolai Howalt. "Tendría 13 o 14 años la primera vez que subí al ring. Jamás lo podré olvidar. Practiqué otros deportes pero no recuerdo nada tan claramente como ese combate".

"Años más tarde comprendí que ese primer asalto de boxeo en realidad no había sido de boxeo", prosigue Howalt. "Algo le sucedió a mi adolescencia cuando entré al ring, completamente solo y expuesto, iluminado desde todos los ángulos, frente al público. Era una mezcla de los propios miedos y un horror por lo que podría suceder dentro del ring, donde había otro chico probablemente igual de asustado que yo".

Publicidad

Nicolai Howalt es un artista danés cuya obra fotográfica transita entre lo documental, lo conceptual y lo estético. Su trabajo se caracteriza por reflexionar sobre la muerte, la dualidad de la vida y la fragilidad, a través de imágenes hermosas y visualmente bien compuestas.

La serie Boxer fue realizada entre los años 2000 y 2003, y muestra cientos de retratos de boxeadores jóvenes de Dinamarca en el momento previo y posterior a su debut amateur en el ring.

"¿Recuerdas tu primera pelea?", me pregunta Nicolai, seguro de mi respuesta afirmativa sin importar los años que hayan pasado.

La pregunta me hace revivir mi primer torneo amateur de MMA. Había pocos asistentes, mala organización y sólo una rival en mi categoría. Fue la primera vez que me pegaron y que pegué —o por lo menos un intento— con toda la fuerza, sin tener en cuenta al otro y sin equipo de protección. Lo recuerdo y siento los nervios, la emoción y el miedo. Ningún entrenamiento te prepara lo suficiente para ese momento.

Para mí fue una sensación parecida a la caída libre. Ese vértigo es apenas el calentamiento: tu esquina, la salida del vestidor, la vaselina en la cara, los segundos que el juez se toma para explicar las reglas, el choque de guantes. Luego, todo cambia. El primer golpe. El dolor. Los gritos del público. El instinto de supervivencia. Nunca eres la misma persona después de una experiencia así.

Nicolai coincide: "Hablé con distintas personas que también boxearon y me dijeron que nadie olvida su primera pelea. Tiene un efecto psicológico muy fuerte. A estos individuos les pasa de todo por la cabeza y el cuerpo lo siente".

Publicidad

"Esto me dio la idea de retratar a los boxeadores unos minutos antes y después de las peleas para investigar esos cambios internos que ocurren tras el primer combate", prosigue el fotógrafo.

"Al reflexionar, pensé en los ritos que usan algunas culturas alrededor del mundo para marcar el paso de una edad a otra en la vida de un individuo, usualmente la transición de la infancia a la madurez. A veces se trata de una ceremonia, otras veces los niños tendrán de ganarse el derecho de ser llamados 'adultos' después de pasar por una experiencia dolorosa o solitaria donde tendrán que demostrar su valor y fuerza".

La circuncisión femenina y masculina, tatuarse o escarificarse el cuerpo, afilarse los dientes, cazar algún animal simbólico sin ayuda… son medios comunes de algunos grupos para obviar y celebrar la incursión de los menores en la vida adulta y sus nuevas responsabilidades.

En la tribu Sateré-Mawé, por ejemplo, para llegar a ser hombres los niños tienen que usar guantes con hormigas bala dentro. Las hormigas tienen una de las picaduras más dolorosas del mundo. Los chicos no deben quejarse ni mostrar dolor durante diez minutos para demostrar que están listos para iniciar la etapa adulta.

Comenta Nicolai que en los retratos de esta serie la mayoría de los chicos fotografiados son muy jóvenes y ligeros, que no pesaban lo suficiente para salir magullados, con narices rotas o los rostros ensangrentados. Es por esto que las diferencias físicas entre ambas fotografías son mínimas.

Publicidad

Esta cualidad, sumada a la expresión neutral del sujeto y al desconocimiento del resultado del combate, permite centrarnos en los detalles más sutiles y significativos de las imágenes.

En algunos retratos, sobre todo conforme aumenta la edad de los participantes, son evidentes los golpes, lo cual nos recuerda la dura naturaleza del deporte y genera un refuerzo visual a la noción del drama interno que también se ha producido.

"Pensé que sería interesante ver estos dos retratos —con diferencia de unos quince minutos— sin gestos claros de disgusto o felicidad y sin poder ver la pelea para convertir la imagen en un registro del momento antes y después del combate. Quería mostrar algo más interesante que una victoria o una derrota", explica Howalt.

"Existe una sensación inmensa de redención en la segunda fotografía. La profundidad en la mirada. Luego te fijas en el cabello sudoroso y las mejillas enrojecidas y los cambios que provocan el esfuerzo realizado durante los ocho minutos que han estado en el ring", relata el artista.

Howalt afirma que no concibió el proyecto como un trabajo de boxeo en sí mismo: su obra trata de hacer reflexión sobre el momento donde el niño halla su identidad y se expone por primera vez al miedo y al mundo, completamente solo, a través del boxeo.

La pelea en sí, al fin y al cabo, es sólo una plataforma para describir la lucha interna, la toma de consciencia y la supervivencia, como en un rito de iniciación. De algún modo, retrata la dolorosa transformación del adolescente en adulto: esta es la reflexión más profunda que nos puede ofrecer.

Este artículo fue publicado originalmente en VICE Sports, nuestra plataforma dedicada a los deportes.

La autora de este artículo es experta en las MMA, aún sin tener un retrato de su primera pelea. Puedes seguirla en Twitter: @MandrakoraMMA