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Cultură

Entre patio y patio con Mario Grande

Un colectivo bogotano está por lanzar un documental sobre las historias de los músicos que están presos en la cárcel Modelo.

Fotos por Mario Grande.

En la pared del talego, como llaman los presos al corredor de entrada y salida al lugar, se lee una frase de Tom Waits: “Aquí los sueños no están rotos, solo cojean”. La confabulación de luces de neón que lo alumbra con la baldosa blanca del piso y las energías pesadas que convergen, hacen que el pasadizo que lleva a los patios de la Cárcel Modelo de Bogotá sea tremendamente frío.

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La Modelo está dividida en dos alas: norte y sur. En la norte están los presos extranjeros, políticos y los que más plata tienen, y en la sur –como ellos se autodenominan–, las ratas: los atracadores, sicarios, fleteros, ladrones. Entre patio y patio, en medio de las rejas que rodean las alas, y que a su vez las separan, está la capilla, en donde norte y sur son amablemente bienvenidos.

A esta zona de distensión llegan los presos que alguna vez fueron músicos, o que ahora lo son. En este espacio, los internos dejan de ser un número, un recluso, y se reencuentran con lo que fueron; el rapero que frasea rimas en la calle, el vallenatero de parranda, el cantante de música popular que le componía a sus mujeres y el trompetista de bar salsero.

Ahora son músicos en este pedazo de cárcel, y sus sonidos terminan dibujando un paisaje disonante con el resto…ni frío se siente.

“¡Mario Grande! ¡Mario Grande!”, así se avisan entre presos cuando vienen las violentas requisas de los carceleros. Mario Grande es el procedimiento más temido dentro de la cárcel. Y Mario Grande es también un colectivo para el fomento, la divulgación y la producción de proyectos culturales, que desde hace siete meses realiza en la cárcel el documental Modelo Estéreo, que cuenta la vida de estos músicos entre muros y barrotes.

Mario Grande está compuesto por Uno, Dos, Tres y Cuatro. El último, Cuatro, visitió al penal por primera vez hace un año, como parte del consultorio jurídico exigido por su universidad. Así fue que conoció a los músicos de la Modelo, y terminó invitando a Uno y Dos, que son artistas, y a Tres, diseñador, a grabar lo que ocurría adentro. Convertidos en el colectivo Mario Grande, comenzaron a visitar con frecuencia este mundo en donde a la comida se le dice “wimpy”, al enemigo “liebre” y entre panas se felicitan con un “buena, ratica”. Y detectaron que el tema de la memoria y el olvido, que está entre líneas en la cárcel, podía contarse a través de las letras de las canciones y los testimonios de los internos.

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Solo quiero salir
solo quiero vivir
seguir haciendo hip hop
para poder sobrevivir
seguir con la música
que llena mi alma
que llena mi ser
que hace que en todo esto vuelva a creer
buscar un nuevo escenario
como canario
salir de todo este calvario.

(Canta Maicro, uno de los raperos, en medio de un improvisación durante el almuerzo. Maicro es uno de los protagonistas, el que primero contó su historia y el que más se ha abierto frente a cámara. El proceso de recordar ha sido algo como una terapia para él, y para muchos, porque se ha permitido volver a los recuerdos que alguna vez reprimió, y hoy, después de trabajarlos, quiere revivir cuando quede en libertad, como andar cogido de la mano con su esposa y su hija, saludar a su familia, oler la naturaleza y sentir el aire fresco).

“Olvidar no siempre está mal y no siempre está bien. Hay presos que están empeñados en que salen de la cárcel y se van a olvidar completamente de todo. Otros quieren dejar una huella de esta etapa de su vida. Algunos saben que salen y van a delinquir de nuevo. Muchos quieren acordarse de sus errores para no volverlos a cometer. Y para otros, sus recuerdos significan libertad”, dice Cuatro, quien tienen el talento de sostener dos micrófonos y una tascam con una sola mano, mientras que con la otra acomoda el cable y busca pilas con carga .

La música como testimonio. La música como una promesa de no repetición. La música como acto de contricción.

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Sobre la marcha y sin guión, con la cámara al hombro, Mario Grande ha extraído de la memoria de los músicos de la Modelo los olores de las frutas más jugosas de sus regiones; los recuerdos de los paisajes en donde crecieron; las comidas que más extrañan (un buen ceviche de camarones, el desayuno engallado con papa y plátano que preparaba la mamá…); la imagen de un hijo que juega en el parque un domingo, y los amores que dejaron fuera, y que a muchos de ellos, como alguna vez cantó Lisandro Meza, olvidaron y engañaron, por andar ahí entre rejas.

 “Hicimos un ejercicio en el que tenían que cerrar los ojos para que intentaran trasladarse a un lugar que les gustara mucho y que extrañaran; que describieran todo lo que estaban viendo, sintiendo y oliendo en ese momento”, explica Dos, especialista en sensibilizar a sus entrevistados y en la edición rápida.

Las primeras veces que ingresaron a la cárcel no tenían una narrativa muy clara ni un punto de enfoque concreto. Simplemente grababan lo que se les cruzara en el camino. Fue un riesgo, porque los permisos del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) son inestables; en repetidas ocasiones les han dado el ultimátum de que tienen una sola entrada más, porque presionan para que el documental salga más rápido. Por ejemplo, la semana pasada iba a ser la última vez que ingresarían. Ya tenían planeada una fritanga de despedida y todo, pero, después de conversar con los funcionarios del Inpec, y explicarles que un documental toma tiempo en producirse, lograron prolongar los permisos. De verse interrumpido el proceso en los primeros meses, no habrían logrado más que un retazo de imágenes de lo que ocurre con los músicos en la cárcel.

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Esa primera etapa de experimentación les permitió acercarse a los presos y lograr que poco a poco empezaran a compartir sus recuerdos. “Empezamos a entablar relaciones y a abrirnos puertas con la gente que estaba allá adentro, porque de entradita no nos iban a botar la información. Eso era lo más importante, ganarnos la confianza”, explica Dos.

Como las olas del mar
cuando besan a la arena
como el viento que al soplar
como la luz que ilumina
el nacimiento de un día
como esos bellos paisajes
que tienen el Valledupar
con esas cosas yo te puedo comparar
mi muñequita hermosa
dueña de mi corazón.

(Cantan Sebastián Sarmiento, maestro y acordeonero, y su aprendiz, Farid, el enamorado. Sebastián, sobrino de Juancho Polo Valencia, es un reconocido vallenatero de la costa Caribe. Se ha convertido en un caza talentos de los presos interesados en el género, como Farid, quien a través del canto ha encontrado una forma de expresarle sus sentimientos a la chica que lo enamoró y lo dejó por otro estando en la cárcel. Ahora, Sebastián está cercano a irse y Farid no. Su aprendiz será una de las huellas que dejará dentro de la cárcel).

“Haciendo el documental en la cárcel nos dimos cuenta de que nosotros mismos estábamos viviendo un proceso de olvido al interior de la cárcel. Veíamos a presos que tenían un grupo musical y de repente a uno lo trasladaban o quedaba libre. La cárcel es un espacio que está cambiando todo el tiempo, y digamos que ellos, a veces, quieren dejar una huella en ese lugar, y otras, olvidar todo”, dice Uno, quien peca por impuntual pero se reivindica cuando hace unos planos de primera, con cámara montada en el slider y al hombro.

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Uno, Dos, Tres y Cuatro andan metidos más de una vez por semana en la cárcel, sumergidos en la vida cotidiana de ese mundo. Les ha tocado presenciar desde las violentas requisas “Mario Grande”, hasta las fiestas carcelarias, como Las Mercedes, en la que los familiares de los presos los visitan y pasan todo un día con ellos. Para ese festín, los internos les pidieron a los Mario Grande que les tomaran fotos y se las imprimieran para dárselas a sus seres queridos. Lo hicieron y quedaron en la ruina.

La plata, o mejor dicho la falta de plata, ha sido otro de los obstáculos. Los cuatro integrantes están de lleno con Modelo Estéreo, sin ingresos ni trabajos extra, y los 15 mil pesos de ida y vuelta de la Modelo, el mantenimiento de los equipos más la compra de pilas, y los gastos ocasionales como el gel de pelo para tal preso, o la ropa para tal otro, van sumando y aumentan la inversión, que hasta no tener listo el documental, no va a recuperarse.

Es un proyecto que, por ahora, vive de corazón, y del compromiso que estos hombres tienen con los internos. La cercanía que han entablado con ellos les ha permitido profunidzar en las historias de cada personaje y han conocido desde sus facetas crueles hasta sus sentimientos más buenos. El replanteamiento de los conceptos del bien y el mal les ha pegado fuerte.

Es que desde que estamos yendo allá, todo es tan dual. Ahora vemos historias de atracadores que sí, son densas, pero también nos hacen pensar que detrás de esas historias se encuentran personajes como cualquiera de los presos con los que hemos trabajdo. Y sabemos que muchas veces lo hacen por falta de oportunidades”, dice Tres, quien al cargar una cámara en movimiento parece un trípode humano y tumba al que esté en su camino sin que el foco se le mueva.

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Le cuento mi historia
póngale atención
ya no soy bandido
tampoco raspachín
soy hombre de bien
ahora vivo tranquilo
me resocialicé. 

(Canta, Yohn Galindo, compositor de música popular, con su grupo Los Bandidos. Lo que más recuerda Yohn es a una novia que dejó, madre de su primera hija. La última vez que la vio, ella se había roto el brazo entonces él iba a visitarla. Fue un encuentro fugaz. Luego de eso quedó preso y desde hace tres años no habla con ella porque no quiere contarle que está en la cárcel).

A veces, es difícil creer que estos músicos hayan cometido un crimen. La falta de oportunidades, para explicar el error, es recurrente; nacer en una región en medio de la violencia, ser criados sin padres de familia, no tener recursos para subsistir y otros muchos factores, permiten ver el tema sin pudor, untándose de sus realidades y poniéndose en los zapatos del otro. Y bueno, finalmente, Modelo Estéreo no se trata de sentenciar o justificar a uno u a otro.

Cuando inauguraron el seudónimo de Mario Grande, grabaron un video para el concurso de los 20 años de Rock al Parque, que a propósito ganaron. Cuando estaban dando tumbo con la Canon 5D en el pogo, un hombre se les acercó a saludarlos.

“Era uno de los presos que había quedado en libertad hace ocho días.  El semblante del tipo era otro; estaba con su chaqueta de cuero, peluqueado, con la cabeza arriba, libre. Él fue un personaje que nos dejó muchos cuestionamientos respecto al bien y el mal, porque estaba por un caso de falso positivo cuando era soldado raso. Es decir, lo apresaron por recibir órdenes de sus superiores”, dice Uno.

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En vista de que la falta de oportunidades ha sido una constante dentro de la justificación de los actos de los presos, Modelo Estéreo se ha convertido, también, en un micrófono para que los músicos puedan expresarse y darse a conocer, para que esas realidades presentes, pasadas o anheladas, que están contando, al ritmo del rap, del vallenato o de lo que sea, no se queden entre rejas. Con la realización de videos musicales y la compilación en CDs de las canciones de los músicos, los Mario Grande les están ayudando para abrirse un mundo de posibilidades, para que, tal vez, cuando salgan, tengan un oficio que ya tenga algo de recorrido, al cual dedicarse.

Por ejemplo, Apiádate, una canción compuesta por Nigga, Fumaz Bolívar y Garo, presos de la Modelo, fue producida dentro del estudio de grabación de la cárcel, masterizada en Suba Rincón con un amigo de los raperos y realizada en video por Mario Grande. Tiene casi dos mil visitas y ya está sonando en Radiónica.

Estos cuatro, que le han aprendido ciertas mañas comunicativas a los internos y ahora se la pasan cuidado la espalda del otro, “que si ya comió, amigo”, “que si tiene ropita, socio”, lanzaron el teaser de Modelo Estéreo, la semana pasada.

Yo creo que algunos presos nos van a recordar con cariño, diciendo ‘estos gomelos vinieron acá a ayudarnos’. Y nosotros a ellos. Esta es una primera etapa, y le vemos futuro”, dice Cuatro. “Y pues, también tenemos un sentimiento común de melancolía. No queremos olvidarlos pero es difícil volver a saber de ellos en algún otro momento”.

Con toda y esta sensibilidad, Mario Grande “no se le fuma los pedos a nadie. Ni a Caracol, ni a RCN…ni a VICE. A nadie”. Pueden seguirlos aquí,  o en su canal. También pueden donar lo que el bolsillo aguante aquí, en su campaña de crowdfunding.

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