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¿Es la inclusión en los cómics una simple estrategia publicitaria?

La última noticia se dio el pasado miércoles, cuando se reveló que Iron Man ya no sería Tony Stark, sino una adolescente afroamericana llamada Riri Williams.

En enero de 1993, DC comics lanzó una historieta que cambiaría por siempre a la industria de los superhéroes: la muerte de Superman. El héroe por excelencia había sido derrotado. Ya habían muerto otros superhéroes, claro, pero esto significaba acabar con el pionero de un arquetipo.

Excepto que no fue así.

En menos de un año (entre junio y octubre de 1993), el hombre de acero ya había vuelto a la vida, y de repente las muertes en los cómics habían dejado de tener sentido.

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Gracias Superman.

Este arco desató una serie interminable de personajes que morían y revivían uno detrás del otro. Cada vez que un libro, tanto de DC como de Marvel, estaba bajo en ventas ––de hecho, eso fue lo que pasó con Superman–– los escritores mataban al protagonista, y ese era el "factor sorpresa" necesario para que el título no fuera cancelado.

Pero este factor sorpresa se utilizó tanto que cada vez que un personaje importante moría, la pregunta ya no era, "¿ahora quién protegerá al mundo?", sino "¿cuánto va a durar muerto este personaje?". La lista de héroes es tan larga y tan dispendiosa, que Wikipedia tiene un artículo ––incompleto además–– dedicado exclusivamente a esto.

Tarde o temprano, dicho recurso iba a gastarse, así que los ejecutivos tuvieron que pensar pronto en qué podría ser el nuevo factor sorpresa, el shock factor , como lo llaman los gringos. Se intentaron varias cosas, como romper la cuarta barrera (hablarle al público, rompiendo la ficción, como con Deadpool), o intentar llegarle a un público hipster (como con batichica), pero al final, lo que mejor funcionó como factor sorpresa fue la diversidad de género y raza: la inclusión.

Y así fue, la inclusión se volvió la nueva Caja de Pandora de los cómics. Al comienzo funcionó muy bien. La representación de minorías se estaba dando en otras formas de entretenimiento, así que, ¿por qué no traerlas a este género? Era más que justo. La fórmula consistía en cambiar de raza o género a los superhéroes más amados y más populares. Uno de los primeros en experimentar este cambio fue Spider-Man, en 2011: Peter Parker acababa de morir (nótese el uso del factor sorpresa original), y ahora un chico de ascendencia afrolatina, llamado Miles Morales, tendría que ocupar su cargo.

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Marvel se empezó a hacer experto en esta técnica: Thor dejó de ser digno de su título, por lo que Jane Foster lo remplazó; Steve Rogers envejeció y nombró a Sam Wilson (un personaje afroamericano) como el nuevo Capitán América; Logan murió y su clon, una chica llamada Laura Kinney, pasó a ser la nueva Wolverine. La editorial está tan metida en este cuento que muchos de sus títulos tienen en su nombre "All new, all different" (todos nuevos, todos diferentes, en español).

La última noticia se dio el pasado miércoles, cuando se reveló que Iron Man ya no sería Tony Stark, sino una adolescente afroamericana llamada Riri Williams.

¿Y cuál es el problema con esto? Es claro que muchos están emocionados de encontrar en su héroe favorito a diferentes representaciones. La recepción frente a la noticia de Riri Williams ha sido sumamente positiva, como muestra un artículo de buzzfeed y, de hecho, se pide más inclusión ahora en las mesas de trabajo. Más escritores y artistas afroamericanos, por ejemplo. Incluso Robert Downey Jr. quien interpreta a Tony Stark en las películas, apoya la idea.

Get ready for a new generation of Marvel BAMF… pic.twitter.com/nMChfQkh0n
— Robert Downey Jr (@RobertDowneyJr) July 7, 2016

Por otra parte, Grace Randolph, una líder de opinión en este tema, dice tener sentimientos encontrados. Para ella, el hecho de que Riri haya sido creada por Brian Michael Bendis, que también creó a Miles Morales, es problemático. En su canal de YouTube, Movie Math, ella dice, "en este caso empieza a verse todo como un truco publicitario, y devalúa a Miles Morales".

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Sin duda es positivo que haya personajes de todo tipo de orígenes, géneros e idiosincrasias en las historietas. Sin embargo, ¿no se ha vuelto esto una simple estrategia de ventas tan simple como volver al Capitán América un agente de Hydra, o revelar que todo el universo de DC fue creado por Dr. Manhattan?

El pasado jueves 7 de julio se anunció que Sulu, timonel de la Enterprise en Star Trek, se revelaría como un personaje homosexual en la nueva película. Esto en homenaje al actor que lo interpretó por primera vez, George Takei, quien es homosexual y activista LGBT. Sin embargo, el mismo Takei está en contra de la idea, pues piensa que no cuadra con el personaje, y dice que sería mejor crear un personaje así desde ceros.

La inclusión, el fenómeno de volver a los héroes parte de una minoría, es muy similar a la muerte en los cómics, porque parece seguir las mismas motivaciones de negocios e ir por el mismo camino de inconsistencia narrativa. Los personajes que reemplazaron a los héroes originales, en vez de ser auténticas muestras de diversidad, son simples carnadas; algo diferente para que los lectores se mantengan en contacto con el título por un tiempo. Pero ya Peter Parker revivió, Steve Rogers rejuveneció y sabemos que Logan también está vivo. Y con estos héroes de vuelta, la relevancia de los representantes de minorías vuelve a las sombras.

Brian Michael Bendis, responsable por el nuevo cambio de Iron Man, y creador de Miles Morales, piensa todo lo contrario. En una entrevista con TIME el dijo que "en el momento en que Miles, Kamala Khan [la nueva Ms. Marvel] y la Thor mujer llegaron, había una audiencia que se arrastraba por el desierto en busca de un oasis en lo que respecta a representación". Según Bendis, lo más importante a la hora de hacer un personaje es que éste sea creado en un entorno orgánico. "Nunca tuvimos una reunión en la que dijéramos, 'necesitamos crear a este personaje'. Él o ella es inspirado por el mundo que me rodea y por no ver eso lo suficientemente representado en la cultura popular", dijo.

Y tiene razón con algunos casos. Miles Morales es uno de los héroes más importantes en este momento, y aunque no participa en el universo principal de Marvel, tiene ahora su propio libro y miles de fans lo han acogido como su Spider-Man. Por su parte, DC tomó otro camino en Batman #44, y abordó en ese número temas como el racismo y la brutalidad policiaca. El número fue elogiado por The Guardian.

Pero mientras que estos otros personajes no puedan ocupar legítima y ––¿por qué no?–– permanentemente los papeles principales para los cuales los crearon, la inclusión de la que tanto se enorgullecen las editoriales será una desechable, una moda, un simple dato curioso similar a ¿Se acuerdan cuando Thor fue un sapo? [esto es real]; una inclusión que no tendrá una repercusión real dentro de estos universos, y un mensaje no muy optimista a los lectores que no encajan en etiquetas como "hombre", "blanco", "heterosexual" o hasta "católico".