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Cultură

El Forrest Gump colombiano en la Independencia

Después de escribir una novela de inmersión total en la escena del rock bogotano, Juan Álvarez publica su segunda obra, esta vez haciendo lo mismo pero con la Independencia de Colombia. Me reuní con él para saber por qué.

Ilustración por: Sara Pachón.

En la nueva novela de Juan Álvarez las palabras de un hombre sin voz reconstruyen el final del Virreinato en Santafé de Bogotá. Allí nos situamos en 1808 y la presencia de soldados españoles invade nuestras tierras, que por lo pronto respiran aires de Revolución. José María Caballero Llanos, el hombre mudo por accidente, relata su percepción del mundo a familiares y amigos por medio de notas que escribe para comunicarse.

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Su nombre, anónimo para muchos, es el de una persona que efectivamente hizo parte de la Historia de Independencia del Nuevo Reino de Granada pero con un rol secundario y sin necesidad de participar. Su pasividad, que nos recuerda el papel de Tom Hanks en Forrest Gump, cuyos ojos presenciaron eventos históricos importantes en Estados Unidos durante una línea de tiempo extendida, se platanizó por medio del silencio absoluto y las letras de Caballero en Santafé de Bogotá, cuando los próceres exclamaban independencia.

La ruidosa marcha de los mudos, antítesis con la que Álvarez tituló su novela, se caracteriza, al igual que su primera obra, C.M. no récord, por sumergir al lector en un universo específico tras largos años de investigación. De hecho, C.M. no récord se convirtió en un pilar descriptivo de la escena musical rockera en la Bogotá de los años 90. En esta se presentan, también, ejes investigativos definidos, reconstrucción de las calles, costumbres, formas de hablar y personajes de los habitantes de Bogotá de hace más de doscientos años. La novela, que será publicada el próximo viernes 7 de agosto, le apareció por sorpresa.

Con ánimos revolucionarios, y después de leer un poco sobre este personaje anónimo que por un momento pensé que nunca existió, me reuní con Juan para que me explicara su quehacer creativo y las razones por las cuales decidió darle voz a un mudo.

Vice: Hola Juan, una de las cosas más curiosas de tu trabajo es la creación de universos que se transforman con la temática. En C.M. no récord nos sumerges, sin ser músico, a un mundo lleno de notas y acordes que, con mucha sonoridad, hacen referencia a la situación musical de Colombia en la década de los 90. Y con esta novela, La ruidosa marcha de los mudos, nos transportas a un mundo antiguo e histórico. ¿Cuál es tu proceso para crear un universo completo con una temática específica en una novela?

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Juan Álvarez: Mi trabajo es totalmente investigativo, pues soy consciente de mi propia ignorancia. Con C.M. no récord, publicada en 2011, me di cuenta de que tenía que sumergirme yo mismo en ese mundo de la música. No soy músico frustrado ni nada por el estilo y siempre he observado y escuchado la música a distancia, pero es muy claro que si te planteas algo desde el lenguaje escrito tienes que resolver muchas problemáticas de alguna forma. Y lo que quise realmente fue transcribir el mundo musical en narración. Me considero bueno investigando.

¿Cómo pasaste de rock and roll a próceres de la independencia?

Cambié de universo narrativo por muchas razones. Una es por un deber artístico: poner la cabeza en ceros y volver a andar con otro tema. Y la otra es porque estaba en otro momento de mi vida y tenía mucho tiempo para investigar sobre mi tesis de doctorado, lo que me hizo llegar al tema de la novela. Empecé a leer muchos textos sobre Historia de Colombia y así logré tener una gran cantidad de kilometraje histórico invertido. De esta manera, me di cuenta de que estaba haciendo una cierta configuración en mi cabeza para pensar en ese universo histórico, sobre este personaje que, de hecho, existió.

¡Sí! Al leer un poco sobre tu novela, lo primero que pensé fue que se trataba de un personaje ficticio. Después de estar un buen rato en el computador, encontré una referencia de un personaje, en la misma época, con el mismo nombre y sin el segundo apellido, que tenía un diario documentando lo sucedido en esos tiempos de independencia.

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Lo único que hay acerca de este personaje es ese diario. José María Caballero fue un sujeto que vivió en esa época y fue testigo del final del Virreinato en el Nuevo Reino de Granada. Es un diario muy extraño. Parece que era una persona humilde, pero no se sabe bien. Lo que me llamó la atención es que era una persona muy observadora que escribía todo lo que pasaba a su alrededor. El segundo apellido sí me lo inventé (risas).

En cuanto al lenguaje, es muy extraño también porque utiliza palabras que no se encuentran en textos de la época. Esos textos, los que conocemos, son escritos para documentar con exactitud lo que allí ocurría, tenían esa función desde que fueron escritos. Sin embargo, el de Caballero tiene otro lenguaje y otra manera de contar los hechos. Se podría decir que se trata de un anónimo del archivo histórico de la independencia.

¿Cómo llegaste a él?

Estaba leyendo la Historia de Colombia, como te había dicho, para mi doctorado. Antes de llegar allí, leí documentos del siglo XIX. Cuando me tocó empezar los cursos de Historia, los cuales me causaban mucho aburrimiento, me topé con este libro. Para mí, eso fue una apertura de mente impresionante. Fue entender cosas que normalmente no te dicen en un curso de Historia de Colombia tradicional; aquí se encontraban realmente las huellas cerebrales de los que escribían en ese momento sin importar quienes fueran. Me causó mucha curiosidad.

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¿Cuánto tiempo duraste investigando sobre él, leyéndolo?

Me pasé días y horas enteras leyéndolo, imaginando ese universo tan propio de él y tan propio de la escena del final del Virreinato. Su diario era torpe y repetitivo. Y no sé si se podría realmente comparar a lo que escribieron Caldas o Camacho sobre la Historia de la Independencia, pues estos fueron su base primaria ya consolidada. Pero el diario de Caballero es un documento con mucha más conciencia de lo que se muestra en las fuentes oficiales. Hay más distancia, más esperanzas. Pero no se sabe mucho más de él.

¿Qué tan largo es el diario de José María Caballero?

Es gigantesco. Lo que es curioso es que al principio todo es muy confuso y probablemente poco relevante, pero cuando llega la Revolución se va estrechando el lenguaje, todo se vuelve más vital y así mucho más atractivo. José María se empieza a preguntar lo que esta pasando a su alrededor: "estoy viendo más soldados", "ya cayó el Rey de España frente a Napoleón", … etc.

De hecho, alguna vez una profesora me dijo que tener un diario era muy común en los humildes en el siglo XVIII y XIX, porque eran diarios de lectura. Los que podían leer iban y veían cosas en libros, carteles o diarios y lo escribían todo. Era un ejercicio muy habitual en ellos y se puede decir que el diario de José María era uno de esos.

¿Por qué crees que es un personaje no tan conocido?

Este es un documento que hoy en día tienen en cuenta, no se trata de una fuente ignorada dentro de ese saber historiográfico. Pero sí puede representar un libro meridiano, perdido y muy recientemente descubierto. La historiografía es un saber que toma una forma específica con lenguajes específicos. El lenguaje de la época que servía para documentar es muy distinto al que vemos en este diario. Por eso esos textos, escritos por gente letrada y cercana al poder, tienen más autoridad.

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¿Cómo conviertes episodios urbanos o históricos en episodios ficticios?

Esta es la pregunta que jamás podré contestarte exactamente. Es como la totalización de todas mis operaciones. Como es la primera entrevista que doy, no tengo tampoco mucho que decir al respecto para explicar por qué decidí cambiar un poco a este personaje real, por qué lo convertí en un hombre sin voz físicamente.

Yo tengo una idea: es mudo porque es anónimo.

Sí, esa es una ecuación inmediata y útil. Lo que me parece fantástico de los núcleos narrativos que nos interesan es que puede que haya algo de verdad. La manera en la que nos causamos intriga es utilizando unos núcleos narrativos básicos y potentes porque nos permiten seguir leyendo. Hay una base en cualquier narración y te obliga de alguna forma a identificarte con el personaje.

Pero lo que me ocurría cuando me imaginaba cómo era José María era que efectivamente fue anónimo en su historia porque no encontrabas ni una palabra de él en otro lugar. Por lo tanto, al ser el diario un lugar íntimo de observaciones y percepciones de lo que le pasaba a este personaje a su alrededor, te va entregando huellas que no puedes precisar y te toca construir un universo pleno y entendible.

También, cuando me lo imaginaba, había algo físico mientras leía. Tenía este libro físico, muy viejo, que me hizo crear una cierta conexión. Es un libro que le perteneció a alguien en esa época, que tuvo su mano ahí y escribió lo que allí ocurría. Y si lo hacía mudo, hacía la presencia de escribir allí mucho más fuerte. Esa fue mi primera conexión con él. por lo que creo que lo volví mudo.

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Foto del autor por: Daniel Lara Cardona.

Las conversaciones entre José María y su familia tienen un lenguaje muy específico del campo. Háblame un poco del lenguaje que utilizas en estas novela. Yo no sabría cómo ni dónde buscar para saber cómo hablaban los humildes en el siglo XIX en Santafé de Bogotá.

¿Te costó trabajo?

Sí, al principio me costó.

Sí, como todo. La idea es que ocurra eso, que sea como una sorpresa de que algo cambió en la sintáxis. Lo que ocurre es que una historia no solamente se entiende en la sucesión de izquierda a derecha y de arriba abajo como se ha estructurado nuestra cultura escrita occidental. Esa sucesión que consideramos "normal" crea una resonancia específica y si se escribe de otra manera, esa resonancia será cada vez más fuerte o más chocante.

Esta resonancia, que ocurre en otra dirección, también es sentido, es lenguaje y eso para mí es una gran función de la literatura. Entonces si escribes literatura estás obligado a preguntarte por la prosodia, otros tipos de sintáxis para producir sonidos distintos… etc., pero ese lenguaje debe ser fiel a lo que estás contando. Por eso cambia totalmente.

Todo esto fue una exploración gigantesca. Fue como buscar un sonido particular de una historia. No puedes escribir una novela como estas si no retomas a un lenguaje que parezca antiguo. Pero no hay nada más aburrido que el lenguaje antiguo, por lo que tenía que sonar lejano pero un poco contemporáneo.

También lo volviste oral. Un poco.

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Eso es parte de la ficción. Es precisamente así como tú te imaginas que hablan las personas en esa época y la ficción te da ese permiso.

Ya has escrito dos novelas que hablan de la realidad con un toque de ficción. ¿Dirías que esa es tu obsesión como escritor?

No se todavía, María. Tengo una línea que claramente es la ciudad pero sé que la quiero terminar en algún momento. La ciudad es mi universo, es por donde me sé mover. Entonces, cuando escribí C.M. no récord, fue como una transformación de nuestra generación en todos los sentidos, siempre dentro de nuestra ciudad.

Cuando decidí no irme tanto por lo urbano, con esta novela, mis editores lo dudaron. Me dijeron que me había ido bien con la otra y que siguiera por ahí. Pero después, alguno de ellos me dijo que de hecho yo seguía ahí, en lo urbano, en mi ciudad, pero muchos años atrás. Por eso diría que Bogotá es mi obsesión. Pienso que problablemente esta sea la última novela que sea sobre la ciudad.

Más adelante yo creo que haría algo de ciencia ficción, pero siempre siendo súper meticuloso, neurótico. "¿Vas a escribir sobre músicos? Entonces escribe sobre ellos hasta las últimas consecuencias". "¿Vas a escribir sobre historia? Entonces llega hasta el fondo de ella".

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