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Las minorías desplazadas por el Estado Islámico

Yazidíes, asirios, turcomanos, chabaquiés y kakais han tenido que abandonar sus poblaciones por el avance del grupo yihadista radical.

Fotografías por Frederick Paxton.

Los miembros de las minorías étnicas y religiosas de Irak que buscaron refugio de los insurgentes sunitas en territorio semiautónomo del Kurdistán iraquí, han tenido que huir nuevamente por los recientes ataques. Ahora están alojados en una bodega abandonada a las afueras de la capital regional de Erbil. Algunos de ellos le contaron a VICE que se sienten impotentes y utilizados por los fines políticos de las autoridades kurdas.

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El Estado Islámico ha invadido una gran franja al norte de Irak, incluyendo a Mosul, la tercera ciudad más grande, lo que ha provocado un éxodo masivo de los no sunitas quienes temían ser retenidos y asesinados por el grupo. Muchos se han establecido en campamentos de desplazados internos dentro de las fronteras del Kurdistán iraquí, incluido uno en Khazir, en el camino hacia Mosul. Pero el Estado Islámico realizó una incursión en el territorio a principio de este mes, apoderándose de un gran pedazo de tierra que estaba bajo el mando de las tropas peshmerga kurdas y forzaron a la evacuación de los campos de refugiados.

Muchos de los que huyeron terminaron en Baharka, un poblado improvisado a las afueras de Erbil conformado por viviendas separadas por láminas de plástico en una bodega abandonada. Afuera de la bodega se extiende una fila de tiendas empolvadas bajo un sol de 46° centígrados.

Baharka suponía ser un campamento transitorio para proporcionar refugio de emergencia a los desplazados iraquíes. Sin embargo, hoy en día es el hogar de 2.500 personas y el número crece día a día, según le dijo a VICE el gestor Muhammed Bindian.

Bindian, quien trabaja con la Fundación de Caridad Barzani, añadió que entre los nuevos residentes de Baharka se encuentran algunos de los grupos minoritarios más vulnerables de Irak, incluyendo a yazidíes, asirios, turcomanos, chabaquíes y kakais. La mayoría viene desde el campamento Khazir, que tuvieron que abandonar por el avance del Estado Islámico.

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Jiyan, una mujer de veinte años, le dijo a VICE que había huido cuando circuló la noticia del avance de los militantes sunitas y que incluso la seguridad del campamento también se había ido. "Los peshmerga se retiraron rápidamente, así que nosotros también huimos".

"El Estado Islámico", mira el documental completo aquí.

La crisis humanitaria propiciada por el Estado Islámico al avanzar en las áreas yazidíes de Irak, fue el catalizador para la reacción internacional, incluidos los ataques aéreos de Estados Unidos y la entrega de armamento a las fuerzas kurdas por parte de la comunidad internacional.

Hay un pensamiento extendido en el campamento entre los grupos minoritarios de que los peshmerga podrían apoderarse del territorio cerca a Mosul, pero los líderes políticos se han abstenido de hacerlo para utilizar a las minorías desplazadas como comodín para obtener municiones y apoyo.

"Creo que todo esto responde a intereses políticos", dijo a VICE el chabaquí Sami Abdullah Ismael de 44 años, "sabemos que los peshmerga están bien equipados y podrían recuperar el territorio si lo quisieran, especialmente con ataques aéreos… lo único que quiero es que liberen nuestra región para poder ir a casa".

Un árabe chiíta de 63 años que llegó desde Khazir el 5 de agosto y se negó a darnos su nombre, hizo eco de este sentimiento: "la historia no es lo que pasó, o cómo sucedió, sino la forma de recuperar nuestro territorio y nuestras casas", dijo a VICE. "Tenemos carpas y agua, pero esto no es vida. Queremos que los peshmerga recuperen nuestras casas y que los países de la comunidad internacional que son nuestros amigos nos ayuden".

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"Todo es políticas y tácticas", otro hombre intervino. "Y por las tácticas nuestras vidas están siendo destruidas".

El campo de Baharka recibe cooperación de varias ONG internacionales –incluido el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y la ACNUR– así como de las autoridades locales, que en conjunto proveen a cada familia con paquetes de sábanas y utensilios, así como una caja diaria de alimentos. La mayoría de refugiados se sienten conformes con el trato que reciben de los residentes locales. Algunos incluso han sido conducidos al campamento por civiles.

Sin embargo, también se presentan algunas quejas. Jiyan, la mujer de 20 años, dijo que llegó allí con su familia la noche que dejaron Khazir, pero se les negó la entrada porque los funcionarios sospechaban que eran residentes de Erbil que querían beneficiarse. Al día siguiente la dejaron entrar, luego de que durmiera con sus hijos en la calle. Bindian dice que todos los recién llegados deben ser investigados para evitar a los que quieren aprovecharse.

Otros se quejan de que cada familia recibe la misma ración de comida sin importar cuantos miembros la conforman. "Hay una mala gestión de la ayuda y una falta de organización", dice Daoud, una mujer kakai de 51 años. "Cada familia obtiene la misma ayuda así sean tres o doce". Bidian, por su lado, dice que es consciente de ese problema y que está trabajando con el Programa Mundial de Alimentos para intentar asignar de una manera más justa la comida.

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En algunas ocasiones, estas tensiones se resuelven de manera violenta. VICE presenció la disputa entre dos familias en una tienda, para detenerla los administradores del campamento tuvieron que llamar a los peshmerga para que intervinieran. Otros residentes del campamento informaron sobre una riña reciente entre grupos chabaquíes y kakai mientras la comida era distribuida. Sin embargo, en general, las relaciones entre los grupos parecen amigables.

Muchos de los residentes dicen que han intentado proteger sus pueblos del Estado Islámico. Un hombre kakai de 33 años, quien se sentó en una cama metálica apoyada sobre bloques de concreto y cubierta de cartón, le dijo a VICE que entre junio y julio, junto a sus familiares y amigos, se había unido a aldeanos chabaquiés y turcomanos para formar una fuerza de defensa y planificaban luchar junto a los peshmerga.

Sin embargo, dice, cuando el Estado Islámico atacó, los peshmerga se retiraron y dejaron al grupo de locales sin oportunidad alguna de hacer frente.

Ahora solo espera que los iraquíes hagan a un lado sus diferencias para derrotar al Estado Islámico y que los legisladores hagan lo mismo en el nuevo gobierno. "Necesitamos la unidad. Ya tenemos la unidad de la gente, pero no de los grupos armados y políticos. Si somos capaces de resolver nuestros conflictos y unirnos, podríamos recuperar nuestro país".