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Cultură

Suicidios de adolescentes en la selva colombiana

El documental La selva inflada, que espera fondos para terminar su producción, trata de buscar respuestas a la ola de ahorcamientos entre jóvenes.

El director colombiano Alejandro Naranjo leyó una noticia en un periódico de su país que le puso sobre la pista de lo que ahora está camino de ser un documental. La selva inflada surge a partir de un titular que aseguraba que en cuatro años, de 2005 a 2009, 24 jóvenes indígenas se habían ahorcado en la selva del Vaupés. Y quiso descubrir los motivos.

“Estos jóvenes son educados en sus comunidades rurales hasta primaria, pero luego, al llegar al bachillerato, son enviados al internado estatal de la única ciudad de la región, donde conocen un mundo completamente diferente”, cuenta Alejandro. Pero Mitú, que así se llama la ciudad, no ofrece posibilidades una vez que acaban su proceso de educación obligatoria y toca volver a casa. A la selva. “Ellos ya no son los mismos niños que partieron, ellos quieren otro modo de vida, necesitan ahora un sueldo para arrendar una casa o para invitar a algún amigo a beber y charlar”.

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Ese choque con el mundo de los que ellos llaman 'blancos' se encuentra en el origen de estos suicidios. La pista de la que arranca La selva inflada. Junto con Naranjo, en el proyecto también participa como montador Omar A. Razzak, director de Paradiso, documental sobre el último cine porno de Madrid, y músico en varios proyectos, entre ellos Hazte Lapón. A cuatro manos están intentando terminar la película.

Vice: ¿En qué fase del proyecta estáis? ¿cómo va el documental?

Alejandro Naranjo: Estamos en espera de fondos para finalizar la producción y comenzar la post. Tiene que estar listo para finales de 2014, inicios de 2015.

Omar A. Razzak: Y así comenzar el circuito de festivales en marzo/abril de 2015.

¿Cómo llegan a colaborar un documentalista colombiano y un director español?

O: Pues nos conocimos en un laboratorio de desarrollo de proyectos de documentales iberoamericanos llamado Iberdoc/Iberlab que lo financia Ibermedia. Es un encuentro para mejorar los guiones de documentales en fase de desarrollo. Ese año tuvo lugar en los andes venezolanos, en un pueblecito llamado Mucuchíes donde no hay absolutamente nada. Así que lo único que podíamos hacer era estar todos juntos encerrados, charlando y bebiendo… (risas).

A: Entre todo eso había mucho tiempo para conocer los proyectos de todos, yo estaba buscando montajista y en esas apareció Omar. Además de tener buenas pelis encima, me parecía que el hecho de no ser colombiano, ni latinoamericano, me podría ampliar la visión para contar una historia más universal.

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¿Cómo te enteras de los suicidios de jóvenes en la Amazonía colombiana?

A: Esta noticia la leí en la prensa nacional en 2009, era una nota muy corta y casi en la última página del diario. Aparte de eso, nada. Este hecho nunca ha tenido ninguna clase de resonancia en los medios de Colombia.

¿Fue difícil encontrar los testimonios de la película?

A: Encontrar los testimonios se dio con el tiempo, aunque a los protagonistas los conocí en los primeros viajes de investigación, tuvieron que pasar semanas para poder acercarme, entenderlos y tener el criterio de decidir con quién hacer el docu. La selva no es un territorio fácil, las reglas de vida son otras y las culturas amazónicas suelen ser muy herméticas hacia los extraños. Personalmente creo que a ellos no les interesaba tanto el hecho de aparecer en una película, sino el hecho de participar del proyecto y que por un momento su cotidianidad se llenara de nuevas experiencias, de conocer gente de las grandes ciudades a quienes les interesaba saber más de ellos y su cultura.

Las autoridades de tu país algo tendrán que decir sobre esto, ¿no?

A: Espero que sí y que esta peli sea el detonante para que tanto el Gobierno como los ciudadanos miren hacia estas poblaciones lejanas y se discuta abiertamente el problema del suicidio indígena. En el proceso de investigación he tenido la oportunidad de hablar con las autoridades de salud, educación, etc… y aunque son conscientes de que hay un problema también saben que la problemática es tan abrumadora y diversa que cualquier ayuda debe articular todas las instituciones del estado. No solo estamos hablando de un problema de salud pública, sino también de uno alimenticio, educativo, cultural y, sobre todo, espiritual.

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Qué datos se manejan en la actualidad sobre los suicidios…

A: El suicidio en la zona indígena en que hemos trabajado tiene un sub-registro inmenso, es decir que muchos de los ahorcamientos no son notificados a las autoridades. Por lo tanto, las cifras no son las más fiables, hay que tener en cuenta que muchos casos se presentan en medio de la selva inhóspita, donde no hay electricidad y mucho menos llegan los medios de comunicación. Sin embargo, y a pesar del sub-registro, las cifras son alarmantes. En Colombia el promedio nacional de suicidios por cada 100.000 habitantes es de 5 casos aproximadamente, en esta región es de 40 casos, es decir 8 veces mayor.

¿Cómo fue el rodaje en la selva? Las condiciones allí deben ser duras.

A: Para rodar en la selva hay que estar un poco mal de la cabeza: la humedad, el calor, los mosquitos, la electricidad irregular… a nivel técnico todo esta en tu contra. Pero ante todo eso solo hay que levantar la vista y ver el paraíso en el que estás parado y el plano que tu cámara puede lograr, ahí todo lo anterior se trivializa.

Y eso que cuentas en el proyecto de que había gente que hablaba de una maldición..

A: Las poblaciones indígenas tienen sus explicaciones místicas sobre este tema de los suicidios, una de ellas cuenta que fue a partir de la destrucción de las piedras sagradas de la zona para hacer construcciones cuando se iniciaron los ahorcamientos. Otra dice que fue un paye (líder espiritual indígena) que después de la salvaje violación de una de sus hijas lanzó un maldición de que en esta región habría 25 jóvenes ahorcados.

Y a ti, Omar, ¿qué es lo que te atrajo de este tema?

O: Pues el proyecto parte de una situación que de base es muy potente: unos chavales indígenas suicidándose casi de forma masiva… Eso desde un punto de vista de producción. Así que por ese lado les planteé el proyecto a mis socios de Tourmalet Films y decidimos entrar como co-productores. En cualquier caso, más allá de eso, lo que me interesó es poder trabajar con Alejandro. Cuando presentó su proyecto me parecía que tenía mucho potencial, que él tenía las ideas muy claras sobre lo que quería hacer pero no llegaba a saber cómo hacerlo. Creo nos entendimos muy bien desde el principio y vi que podía ayudarle a encontrar la película que quería hacer si entraba como montador, montajista como dice él.