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Cultură

¿Linchamiento público en nombre de la paz?

Los notables intelectuales colombianos pelaron el cobre con el caso de Piedad Bonnet y Lucas Ospina.

El profesor, artista y escritor Lucas Ospina y la escritora, columnista y poetisa Piedad Bonnett.

El domingo 21 de agosto la escritora Piedad Bonnett publicó una columna en El Espectador diciendo que un profesor de la Universidad de los Andes le había enviado en enero de este año el texto de un alumno que contenía burlas contra el artista Daniel Segura Bonnett, su hijo, quien, el 14 de mayo de 2011, se había quitado la vida. El escrito del muchacho habla del matoneo que le hacían a Segura cuando él era profesor del Gimnasio Campestre de Bogotá, y se burla, sin más, del acto mismo del suicidio. Es un texto cruel, violento.

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La escritora cuenta que mandó una carta de queja a la universidad protestando por el gesto del profesor y que, ocho meses después, le llegó una respuesta insatisfactoria: las directivas habían invitado al docente a hacer una reflexión. "Razón tiene el analista extranjero que escribió hace poco que lo que le pasó a este país es que perdió su capacidad de escandalizarse. Qué tristeza", dice, cerrando su columna y abriendo espacio al escándalo para que la gente se pronunciara al respecto.

Y se pronunciaron. Mientras periodistas, editores, otros periodistas y periodistas/YouTubers expresaban su solidaridad con la escritora, también hablaban de lo mal parado que quedaba el profesor y de lo canalla y 'matoneador' de su gesto. Por su parte, Pablo Navas, rector de los Andes, salió el lunes 22 a declarar en La W y en Blu Radio que ya había habido una sanción disciplinaria contra el profesor.

Todos los que conocen a Lucas Ospina sabían de antemano que él era el profesor mencionado anónimamente en la columna. Es el único que cumplía las características con las que se lo menciona sin el nombre: dictar clases allá, ser crítico de arte y escribir para una revista nacional reconocida. Ospina publicó muy rápidamente una respuesta en su blog. Habló de su relación con Segura, de la exposición que armó sobre su obra luego del suicidio, y de las razones que lo llevaron a enviarle a Bonnett el texto de su estudiante, cuyo contenido no compartía.

Quería, como la misma Piedad Bonnett lo insinúa en su novela Lo que no tiene nombre, aportar al rompecabezas del suicidio de su hijo. Dijo que se trató de un acto racional, lógico. Dijo que le pidió perdón una vez supo que ella mandaría una carta a la universidad, hace ocho meses. Dijo que trató de contactarla, diciéndole que había caído en cuenta del error. Dijo que ella le respondió que prefería el camino de la acción: la sanción pública.

"Una vez más: lo siento", termina.