Me bajé happn y la usé para levantar en Unicentro

Desde hace tres años no salgo con nadie. Una relación que duró precisamente ese tiempo se acabó de un momento a otro sin dar mayores avisos. Fueron la rutina, el aburrimiento, el temor de casarse pronto y tener hijos los factores que la desbarataron.

Ante una situación de estas es necesario (así suene obvio) empezar de nuevo: ver dónde logramos encontrar a una persona con la que, por lo menos, uno pueda ir a cine, comentar las películas, restablecer la rutina sexual perdida… Por lo menos.

Salir a la calle sin tener cancha en el levante es duro. Al igual que en el baile y en el deporte, salir con personas recién conocidas requiere de entrenamiento y de una serie de técnicas que deben ser pulidas rigurosamente. La carreta de ser tú mismo no funciona a menos que la intención sea sacar corriendo a alguien de un bar.

Seamos francos, abordar a una chica en la calle con palabras como "hola, quiero salir contigo porque me gustas", puede ser entendido como "hola, estas son las últimas horas de tu vida". En este caso la respuesta puede ir desde el silencio a la risa nerviosa (pedir auxilio está incluido) y quizás de una en cien oportunidades la persona podrá decir: "Va, este es mi teléfono y me gusta la cerveza". Pero no sabremos si nuestra dignidad aguantará los 99 rechazos previos y nuestro aparente pragmatismo nos convertirá a futuro en unos discapacitados sociales y emocionales.

Desde que empecé a salir con mi última pareja no habían entrado en boga las aplicaciones para conocer gente. Hay algo perversamente atractivo al respecto. "Me gustas", "te gusto", "coincidencia"… Y luego se abre una ventana para hablar y decir obviedades tales como: "dónde trabajas, hobbies, etc." Para, finalmente, sabiendo que ambos nos gustamos y no buscamos una amistad, decirnos: "veámonos en tal lado a tal hora".

Con esta idea en mente, descargué happn después de que alguien lo sugiriera: "Abra happn, utilícelo un par de días, y me cuenta cómo le va". Sí señor.

Por lo general las redes sociales tienden a ser veloces y frenéticas minutos después de ser abiertas. Happn se toma su tiempo. Y tiene sentido cuando nos enteramos de que está basado en los movimientos que se hagan durante el día: rutas y puntos importantes que la app nos empieza a mostrar a las personas con las que nos habíamos cruzado a unos pocos metros. Es como revivir la idea de haber visto una chica muy guapa en un café o en una acera y volvérsela a encontrar.

Por eso presentar un perfil atractivo es más complejo de lo que parece e indispensable para que nuestro romance digital se concrete. Porque poner las fotos de Facebook, si estas son una frase motivacional, la expareja o los muchachos del estadio, es probable que se descalabre. Por eso hay que hacer un conjunto de al menos cinco fotos en las que explore sus facetas con posibilidades de ser explotadas. También es crucial escoger qué tipo de ficción presentar, lugar de trabajo, estudios y colegio, por ejemplo. En ese punto, del otro lado de la aplicación lo empezarán a juzgar por el dinero que puede que tenga o que aparente tener a partir de su universidad. Cuando haya terminado de hacer su perfil, no se quede en la casa y salga a la calle. Antes de lo que piensa empezarán a aparecer decenas de personas que pasaron al lado suyo durante el día. Happn irá tomando nota de estos encuentros y con el paso de los días sabrá quiénes tienen una rutina similar a la suya.

Y ahora, como en las épocas de los álbumes del colegio, usted empezará en una dinámica de ver quién le gusta y quién no. Quince minutos más tarde empezarán a aparecer corazoncitos indicando que ha sido honrado con un like desde otro teléfono.

Hay que mencionar que, a diferencia de otras aplicaciones, happn tiene una suerte de moneda emocional conocida como charm. Un charm básicamente funciona para hacerle saber a una persona que usted está realmente interesado en ella, así lo hayan pasado de largo en un principio.

De hecho, mi primera cita tuvo que ver con que una chica decidió mandarme un charm y mi respuesta fue mandarme al agua de cabeza, a ver qué salía.

Cuando le mostré el pantallazo del charm al editor de este artículo, al tipo le pareció hilarante la idea de ponerme en un centro comercial una tarde entera a ver qué tan lejos podía llegar con una mujer a punta de happn.

Happn de 4 a 9 en Unicentro un viernes

Condición número 1: No les prometo que me vaya a levantar a nadie. Como les dije, llevo tres años sin una primera cita formal.

Condición número 2: Me tienen que pagar al menos una hamburguesa esa tarde, porque si la pago de mi salario me da lo mismo.

Condición número 3: Si me toca gastarle algo a mi cita, yo les muestro a mis editores las facturas para un reembolso, porque si saco eso del salario no sólo me da lo mismo sino que quedo en reversa el resto del mes.

La idea era por lo menos ver a dos chicas esa tarde, por lo cual debía alistar mis materiales de trabajo:

1. Pila del celular llena

2. Plan de datos cargado

3. Al menos 5 géneros musicales en el teléfono

4. Tenis

5. Una camisa y una camiseta para cambiar según el prospecto

6. Una chaqueta de un color distinto que sólo debe ser usada en caso de un escape

7. Al menos tres tipos de cortejo para experimentar

8. Chicles

9. Cigarrillos

10. Gafas de sol

11. La insoportable levedad del ser de Milan Kundera, en caso de dar con un tipo muy específico de cita.

Estaba haciendo sol y mientras me fumaba un cigarrillo en las escaleras de la Entrada 1, saqué mi herramienta de trabajo teniendo en mente que no me podía poner quisquilloso: le iba a dar like a lo que fuera.

Abogada, consultora financiera, esteticista, jefe de recursos humanos (¿a los 23? Vea usted…), BBVA, Dueña: Patty's bakery, yoga (sí, a secas). Like, like, like, like, like, like.

A las cuatro y 20 minutos ya tenía tres crushes: Laura, Moni y Angie. Moni (23), que tenía pinta medio punkie, fue la primera. Antes de escribir puse Rockaway Beach de los Ramones para contextualizarme.

(A continuación les presento unos pantallazos de las conversaciones, cambiando la identidad de las víctimas, por respeto a su intimidad).

Listo. La cita, calculando en el aire, duraría hasta las ocho y aún podría estirar la noche hasta las 10 u 11 si tenía suerte con otra. Sin embargo, tengo hora y media libre. Mientras me comía mi hamburguesa continué con Angie (27).

Esta posibilidad me generaba cierta expectativa. Siempre he creído que se necesita un amigo abogado, un médico, un psicólogo y, en mi caso, un fisioterapeuta: tengo las articulaciones jodidas.

Carajo…

Una de dos. Faltaba la última oportunidad. Tenía que hacer una aproximación directa para tratar de hacer que pasara algo.

Laura (27, BBVA).

Cinco minutos después, ahí estaba Laura, relajada, descubriendo un tatuaje que tenía en el brazo derecho. Nos saludamos y me contó que es muy mala para los bolos y sus amigos se van a quedar un rato, que si vamos por una cerveza.

En el bar me contó que le gustaba el cine, los Pixies, Bowie. La cosa se puso mejor cada segundo que pasaba. Nos tomamos varias cervezas, tantas que ya no me importa si los de la revista me van a recibir las facturas. Teníamos la certeza de que había una atracción: el hielo había sido roto. Del usuario depende sacarle provecho o no…

Esa noche Laura se quedó un rato más hasta que se fue con sus amigos. Nos hemos visto un par de veces más. La chica punk escribió un días más tarde diciendo que se había acabado la pila de su celular: nunca nos vimos.

De todas formas, una ventaja que le llevamos a las generaciones de años atrás es que, con estas aplicaciones, no tenemos dudas sobre si le gustamos o no a un extraño. Como dicen por ahí: "desde que existen los hipsters todo el mundo aguanta".

Este es un contenido patrocinado. Bajar happn es sencillo. Pruébelo en este link: http://gethap.pn/ViceCOL