FYI.

This story is over 5 years old.

Fotos

Un verano en Mogadiscio

Desde que los militantes fundamentalistas de Al-Shabaab fueron perseguidos, hace tres años, Lido Beach se convirtió en un tropo para la paz y el escenario del renacimiento de Mogadiscio.

La película Jaws se lanzó en el verano de 1975. Lentamente se abrió paso entre los pueblos con playa alrededor del mundo, inspirando pesadillas en la arena. Cuando Jaws llegó a Mogadiscio, Somalia, las personas pensaron que Inglaterra era un lugar cercano, aún cuando la película trataba sobre su propio pueblo. Entre 1978 y 1987, se documentaron 30 ataques de tiburón en Lido Beach, la famosa playa de Mogadiscio. Todos, menos dos, fueron fatales. La construcción de un nuevo puerto había roto los arrecifes de coral, permitiendo a los tiburones acercarse a la costa. Muchas de las fatalidades ocurrieron durante los meses de julio y agosto, en época de monzones, cuando la salinidad del agua atraía aún más a los tiburones. Durante estos años, la lluvias coincidieron con el Ramadán, justo cuando la marea subió, las matanzas aumentaron, llevándose por delante a cabras, camellos y ganado en el agua.

Publicidad

Mogadiscio en los 80 fue una capital próspera, con carreteras amplias, casas construidas con coral y la famosa brisa del Océano Índico. Desde que se estableció, hace miles de años, ha ocupado un espacio en las carreteras cruzadas del Mediterráneo, entre los mundos asiático, africano y árabe. La amabilidad de su gente, una virtud que suelen tener los que viven en las costas, se siente en las playas, especialmente, a lo largo de la popular Lido, en el centro de la ciudad. Los somalíes se reunían en shorts, y las mujeres sin velo. Había puestos de comida alineados en la calle detrás de Lido, en donde los chicos vendían piedras preciosas del mar. Las discotecas de la playa tenían un pedazo de arena, en donde podías almorzar y ver a las personas sumergirse en el agua.

El caserío a lo largo de la costa, que trajo a los tiburones, siempre estaba lleno. La sociedad somalí se centró en la ganadería, especialmente en camellos; a pesar de tener la costa más larga del continente, los somalíes nunca comieron mucho pescado. El presidente, Siad Barre, quien subió al poder por una cúpula militar, en 1969, estableció políticas sobre el comercio del pescado y declaró que, dos días a la semana, se debía comer pescado, para salvar los alimentos en escasez.

Eventualmente, los somalíes derrocaron a la marca de socialismo científico de Barre. En la práctica se había enfocado en elaborar una exhibición de la condición del Estado construyendo docenas de monumentos y organizando carnavales, en vez de trabajar en el Estado. Su forma de administración fue atípica con la población que él buscó controlar, por lo que la autosuficiencia y la empresa privada habían reinado. Finalmente, hundido en la corrupción y debilitado por grupos armados de la oposición, el gobierno cayó en 1991. Barre abandonó el país y la armada nacional se disolvió.

Publicidad

Así empezó una guerra que aún no termina.

Las disputas entre los clanes políticos llevaron al desgaste de la sociedad de Somalia y una hambruna catastrófica acompañó el colapso del Estado. Más de 300 mil personas murieron de hambre al siguiente año, ocasionando la primera de muchas intervenciones internacionales.

Una mañana, antes del amanecer, en diciembre de 1992, más de 100 periodistas extranjeros esperaron en la playa, en el sur de Lido. Miraban el océano oscuro para hallar señales de una supuesta Marina estadounidense secreta que traía comida. Un reporte de la CBS capturó la llegada del equipo de reconocimiento anticipado, con visión nocturna, y lo transmitió en vivo. “Esto es, literalmente, un circo de tres pistas”, gritó un capitán a los miembros de la prensa.

Durante los siguientes 20 años, las playas de Mogadiscio se han vuelto silenciosa. Las personas permanecen encerradas, con miedo a los fuegos cruzados repentinos que han convertido a la ciudad, que antes era de paredes de coral blanco, en un  montón de escombros en la mayoría de las calles. Los ceses a la violencia nunca duraron mucho.

Cuando fui, en enero, la paz en Lido no se sentía como un espejismo. Mirando al mar, con las ruinas a mis espaldas, casi podía tocarla. Las multitudes de las personas eran enormes y al caminar a través de ellas pensé que sentirse solo en esta ciudad era imposible, solo por la presencia de la playa. Era viernes festivo y todo el mundo estaba allá.

Publicidad

Desde que los militantes fundamentalistas de Al-Shabaab fueron perseguidos en la ciudad por la Unión Africana (fuerza conservadora de paz), hace tres años, Lido Beach se convirtió en un tropo para la paz y en el escenario del renacimiento de Mogadiscio. Los periodistas se inspiraron en Lido, describiendo el color del agua y sus tiendas de café reabiertas. El año pasado, un restaurante que quedaba cerca al mar, fue bombardeado, siendo esto un síntoma de la estrategia de Al-Shabaab en la que manejan el estilo de la guerrilla y los ataques suicidas.

Por estos días, los guardias de seguridad privada rodearon los perímetros de los cafés. Los kalashnikovs (un tipo de fusil soviético) cuelgan de los hombros de los hombres que las han utilizado para alguna milicia durante su vida de adultos y, en algunos casos, desde su niñez. Detrás de ellos, los miembros jóvenes de la diáspora somalí proveniente de Canadá, Suiza y Gran Bretaña, se sientan en las mesas a beber café con leche. Muchos de ellos trabajan ahora para el gobierno. Antes de volver, sus memorias de la ciudad se llenaron de padres que conocieron a Lido antes de la guerra.

Hemos venido a tomar retratos en la playa y estábamos arreglando las luces del balcón del restaurante. El equipo de seguridad que contratamos lo hizo rápidamente. Para sostener la mesa, pedimos una jarra de jugo de mango que terminó regada en las baterías y lentes. Todos nos miraban. Nuestros equipos y la manera en que nos preparábamos llamó tanto la atención que algunos de los locales que sabían inglés se acercaban a preguntarnos sobre nuestra presencia. Les encantó la idea. Querían mostrarle al mundo el lado positivo de Somalia. Pero no querían ser fotografiados.

Publicidad

Las personas en la playa estaban más dispuestas. Grupos de niños se ofrecieron voluntariamente. Algunos pusieron pilas de arena en sus manos para llamar nuestra atención. Rápidamente tuvimos que pedirle a las personas que dejaran de acercarse.

La sesión de fotos no tenía una agenda preestablecida, más allá de la intención de mostrar normalidad, de introducir imágenes de la vida cotidiana del país. Las imágenes son el reflejo de quiénes estaban en Lido Beach en enero; de lo que utilizaron y de su sonrisa.

Después de una serie de ataques mortales en Mogadiscio y Kenia, a principios de este año, Al-Shabaab amenazó con intensificar los bombardeos durante el Ramadán. La policía somalí cerró la playa en respuesta. Las multitudes volvieron a huir.

—Roopa Gogineni

Mira nuestro documental, Portraits of Mogadishu.