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Hablamos con poetas virales colombianos para entender su secreto

"Aprenda a darse su lugar, no permita que suene música triste en su alma. Usted es una persona valiosa, por tanto, mandar a la mierda lo que no sirve es tranquilidad emocional". 16.256 likes. 10.488 veces compartida. 185 comentarios.

"¿Y si ponemos de moda querernos de verdad?". 140 retuits. 154 likes.

"¡Siembra buenas acciones y recogerás excelentes cosechas!". 200 retuits. 156 likes.

"Dedicar tiempo. Eso sí es un regalo bonito". 360 retuits. 278 likes.

"Qué tranquilidad tan hermosa la que se siente cuando se hacen las cosas bien". 365 retuits. 327 likes.

O este otro, en Facebook:

"Una foto de una hoja tamaño carta, un esfero rojo elegante sin la tapa y la mano sosteniéndolo. En la hoja dice lo siguiente: 'Aprenda a darse su lugar, no permita que suene música triste en su alma. Usted es una persona valiosa, por tanto, mandar a la mierda lo que no sirve es tranquilidad emocional'". 16.256 likes. 10.488 veces compartida. 185 comentarios.

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Estos, apenas cinco ejemplos, son los escritos de Juan Pablo Silva, un bumangués que en su cuenta de Twitter alcanza los 19.600 seguidores y en su página oficial de Facebook tiene 785 mil fans. Más que la medallista olímpica Catherine Inargüen ––86.000––, la senadora Claudia López ––239.000–– o la banda Bomba Stereo ––553.000–––. Él se autodenomina como "escritor urbano". Como él, varios jóvenes han hecho de su muro en _Timeline _o de__ sus 140 caracteres de Twitter o de sus publicaciones de Instagram el papel en el cual publican sus versos.


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"Anteriormente escribía en una agenda o en la parte de atrás de mis cuadernos, pero cuando comencé a empaparme de las redes sociales más o menos en el 2010-2011, comencé a escribir todo en mi cuenta de Twitter, todos mis pensamientos y las cosas que me pasaban frecuentemente, comenzaron a plasmarse en un párrafo de 140 caracteres", me dice Kevin Villarraga, de Ibagué, otro poeta-twittero que en su cuenta alcanza los 50.700 seguidores.

¿Quiénes son?

Jóvenes de entre 18 y 30 años que empezaron a escribir a los 15 o 16. Jóvenes que tienen por influencias a Benedetti, a Cortázar, a García Márquez a Neruda o a Plath. Jóvenes que en su mayoría no escriben por profesión 'sino por gusto'. Por hobby. "Personalmente, tomo la escritura como un pasatiempo, una actividad que amo y que complementa una parte de mí. Escribir es liberar cosas en tu corazón que están bajo llave, cosas que desean ansiosamente salir a la luz", dice Thiago Ospina, de Pereira, 151.000 seguidores en Twitter.

Jóvenes que tienen por profesión la de abogados, o ingenieros, o músicos. Jóvenes cuyo objetivo a mediano plazo es publicar un libro con sus escritos.

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Juan Pablo Silva lo pone en sus términos. La idea es "publicar un libro, que alguna editorial cumpla la palabra que dice al comienzo, [que] no anime por animar con un sueño que tenemos muchos de los que escribimos". Luego me explica que ha tenido acercamientos con Planeta y Random House pero que las editoriales nunca han concretado nada.

'¿Y si ponemos de moda querernos de verdad?': Juan Pablo Silva

"Personas pretenciosas del mundo de la élite y de las artes están dándose cuenta de que eso es el futuro, de cómo la humanidad consume artes literarias y textuales en un cuadrito digital y portátil que es aproximadamente un octavo del tamaño de un libro tradicional", dice Rio Jones, gringo radicado en Nueva York, uno de los escritores hispanohablantes más populares en Instagram. 12.500 seguidores.

El fenómeno de poesía en Instagram –me dice Rio Jones por correo electrónico– comenzó alrededor de abril 2012. "Cuando yo comencé mi cuenta de 'Rio Jones' en enero de 2014, yo no había tenido ni una cuenta de medios sociales, había comprado mi primer smartphone tres días antes, y no sabía que aquel año de 2014 fuere 'el año de Instagram': en diciembre de 2014 alcancé más de 300 millones usuarios", me escribe Rio Jones. "Entonces seguí posteando cosas simples, cortas y románticas que [escribo] en mi propio estilo".

¿Cuál es el encanto?

Una de las razones por las que Silva o Villarraga cautivan a tantos lectores es porque les hablan de temas que les tocan a todos. Por igual. "Mi escritura habla sobre la soledad, amor propio, Dios, inteligencia, desamor, desapego emocional, no vivir del qué dirán", me dice Silva. Por su parte, Villarraga dice que escribe sobre el desamor y la decepción porque "son cosas que nos pasan a todo el mundo, a la que todos estamos expuestos. Pero además reitero nuevamente que escribo acerca de mi diario vivir, de las cosas típicas que suelen suceder, desde el café de la mañana hasta el último pensamiento antes de dormir".


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Millie Torres, una asidua lectora de los escritos de Silva, asegura que se conecta con su poesía porque "habla de cosas reales de las que muchos vivimos en nuestras vidas, por eso le puede llegar a muchos lectores del mundo: porque son las palabras que expresa en cada poema las que atrae al buen lector".

Por su parte, Elvira Sastre, poeta española, con una cuenta en Twitter de 57.300 seguidores y dos libros de poemas a cuestas, dice que suele "ir al detalle, a la realidad desde su base. Puedo partir desde algo mínimo y alcanzar un sentimiento abstracto. Me inspiran las pequeñas cosas".

Sastre escribe en su Twitter:

Yo no quiero

que me eches de menos,

quiero que me pienses tanto

que no sepas lo que es tenerme ausente

***

Asimismo, estos escritores toman ventaja de formatos en los que se escribe corto y se comparte rápido. Twitter permite escribir en no más de 140 caracteres. Facebook, por su parte, prioriza contenidos multimedia: como imágenes o videos. De hecho, una de sus estrategias de estos escritores es tomarle fotos a lo que escriben ––papel y lápiz sobre la mesa–– para compartirlos en las redes sociales.

Imagen vía.

"Los poemas no son largos, solo describen los sentimientos en pocas palabras son breves y precisos, directos", dice Millie Torres, lectora que desde Estados Unidos lee los poemas de Silva.

***

En la era de la inmediatez, cada publicación consigue una respuesta, un comentario, al instante. El lazo entre escritor y lector se estrecha aún más. El escritor publica una frase y obtiene de inmediato valoraciones, comentarios, críticas. Para Kevin Villarraga "las redes sociales abren un espacio de libre expresión y a su vez ayudan a crear vínculos con personas con las que te sientes o haces sentir identificadas, por lo tanto al leer a estas personas y conocer sus puntos de vista, te hacen volverte una persona de mente más abierta".

Pero las redes sociales también han servido para que estos autores se proyecten como gestores de su propio producto, empresarios de sí mismos. "La relación [con mis lectores] es muy buena, estoy con buena actitud para responderles, últimamente hago transmisión en vivo", dice Juan Pablo Silva y añade "ayuda mucho [publicar en redes sociales] es una publicidad que va en conjunto con los textos que anoto".

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En efecto, Silva aprovecha la herramienta de transmisión en vivo de Facebook –que además genera un mayor alcance en su audiencia– para responder preguntas que sus lectores le hacen.

Video vía.

En una de ellas, le preguntan qué piensa su mamá de todo lo que él hace. Y Silva responde: "Ella feliz, porque es que yo creo que uno tiene que hacer las cosas que realmente lo llenan a uno".

Otro lector le pregunta de dónde es. Él responde que de Málaga, Santander, radicado en Bucaramanga.

Otro pregunta: ¿algún consejo para la rotura amorosa?, él responde: el amor propio.

Otro más, otra más, preguntan si ha hecho cursos de escritura. Él responde "No, no he hecho cursos de escritura, todo es empírico. Todo es muy urbano, de lo que pienso. Como muy personal, a veces, ¿no?"

Y remata su transmisión diciendo: "lo de escribir es algo muy muy bonito: me da tranquilidad, me da felicidad, alivia mucho el estrés del día a día".

¿Hay calidad literaria?

"Estarán los que te apoyan y los que te hacen zancadilla. Recuerdo un comentario que hizo una persona sobre uno de mis escritos, en el cual me decía que dejara de creerme 'el Paulo Coelho de Twitter', dice Thiago Ospina. Lo mismo que Silva: también lo llaman el Coelho colombiano.

Paulo Coelho: célebre autor brasileño, bestseller, traducido a más 80 idiomas y a quien la crítica literaria suele desdeñar por lo 'simple y básica' de su escritura. Por ejemplo, escribe el colombiano Héctor Abad Faciolince: "Si Coelho vende por sí solo más libros que todos los demás escritores brasileños juntos, esto se debe precisamente a que sus libros son tontos y elementales".

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Aunque Luis Fernando Afanador, poeta y crítico de libros de la revista Semana, no cree que se trate del mismo caso de Coelho: "Coelho es superación y esto es neoromanticismo de cajón. Le llega a mucha gente porque mucha gente piensa parecido". Le mostré el material y respondió tajante: "me parece muy pobre, no da ni para burlarse".

Entre tanto, el director de la revista de poesía Otro páramo, Santiago Ospina Celis, sale en defensa de este tipo de escritura: "Sí, yo la considero como poesía. Personalmente no es mi poesía predilecta, pero es bueno que exista por varias cosas: por ejemplo, ellos luego publican en editoriales y se vuelven bestsellers, lo cual le permite a dicha editorial subsistir económicamente y publicar a autores mucho menos reconocidos pero que son muy buenos".


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Michelle Dean, crítica de libros, editora y periodista dice para un artículo de The Guardian que "entre más poemas leo, empiezo a preguntarme si detrás de los poemas no existe algún tipo de algoritmo en vez de personas escribiéndolos".

Respecto a las críticas que le llegan, Elvira Sastre dice que "siempre cae alguna que tacha de [lo] fácil que escribo. Pero el caso es que para mí lo importante es llegar, traducir lo complejo en algo sencillo para que el que lo lea comprenda lo que escribo".

Quizás sea como lo escribió en su momento Alexandra Alter para un artículo del New York Times: "El rápido acenso de los 'Instapoetas' probablemente no agite el establishment literario. Y es poco probable que su escritura impresione a los críticos o puristas que miran con desdén la mezcla entre clics y calidad artística. Pero sí pueden redefinir la percepción que hasta ahora tiene la poesía como un medio en decadencia".

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