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Cultură

Trabarse desde chiquito sí jode la cabeza

Esquizofrenía, psicosis, adicción... posibles consecuencias de fumar mucho porro. Esto dicen los estudios.

Las drogas impactan directamente el cerebro: esa es una lógica innegable. Allá es a donde van a dar, ocasionando una distorsión de la realidad que conduce en los buenos casos al letargo, a la euforia, a la ampliación de la imaginación. Las drogas entran, hacen lo suyo, y se van. Pero en el cuerpo, en el cerebro, dejan siempre algún rezago. Puede ser que abran puertas, sí, porque esa es la naturaleza romántica con que algunas han sido promocionadas, pero esas mismas puertas no siempre pueden cerrarse.

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Ante las comunes asociaciones que se hacen entre las drogas y los trastornos mentales ––en la visión no tan romántica y poco popular–– quisimos saber qué tan cierto es, qué tanto influye una cosa en la otra cuando las drogas son consumidas por una persona, sobre todo en una etapa temprana de la vida, cuando la personalidad, el cerebro y el cuerpo aún no se han desarrollado del todo.

Por eso decidimos reunir testimonios de médicos que han tratado de cerca el tema de drogas, específicamente de la marihuana, y al mismo tiempo revisar los estudios que se han hecho respecto a ese tema tan ambiguo.

Según la definición de la Organización Mundial de la Salud (1992), la droga es "cualquier sustancia que asimilada por el organismo viviente es capaz de influir en una o varias de sus funciones". Teniendo en cuenta que todas las drogas entran al cerebro y producen su efecto sobre el sistema nervioso central, independiente del tipo de consumo, pueden generar complicaciones mentales.

El estudio El Problema de las Drogas en las Américas, realizado por la Organización de los Estados Americanos ––OEA–– en 2013, destacaba que el inicio temprano del consumo está asociado con un mayor riesgo de dependencia y otros problemas. Eso sería lo primero de lo que habría que hablar en cuanto a salud mental por el consumo temprano de drogas: la adicción que ellas generan. La adicción fue definida por la OMS como "una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación, y que se caracteriza por un conjunto de signos y síntomas, en los que se involucran factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales".

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No se trata, ni mucho menos, de la toma de malas decisiones. Dice el estudio de la OEA que gracias al avance en el conocimiento de la neurobiología de las adicciones, ahora se sabe que el consumo repetido de drogas se sigue de cambios persistentes en el funcionamiento del sistema nervioso central. En ese proceso, un mecanismo clave es que aumenta, en el núcleo accumbens, el centro de placer más importante del cerebro, el neurotransmisor llamado dopamina, que controla las emociones.

Aunque la OEA insiste en su estudio que no hay un factor que determine el por qué una persona se hace adicta, es claro que hay factores de riesgo que contribuyen. La edad es uno de ellos. Y todo parece explicarse en que los niños y adolescentes tienen el cerebro todavía en desarrollo, razón por la cual el consumo de drogas puede tener consecuencias significativas a largo plazo. Es decir, nadie menor de edad debería estar consumiendo droga. El límite de los 18 años no es gratuito.

De ahí vienen otros problemas. Según el portal Drug Abuse, muchas de las personas que son adictas a las drogas también han sido diagnosticadas de otros trastornos mentales. Y viceversa. La proporción, según ellos, es algo así como que los toxicómanos tienen el doble de probabilidad de sufrir trastornos en sus estados de ánimo o niveles de ansiedad, lo cual también puede suceder a la inversa.

Y añaden que estos trastornos también pueden ser causados por factores de riesgo compartidos, tales como la superposición de vulnerabilidades genéticas, la superposición de factores desencadenantes en el entorno, el estrés, el trauma (tal como el abuso físico o sexual) y la exposición temprana a las drogas.

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Pero en el tema de las drogas todo depende: de la sustancia, de la disposición genética, del entorno. De lo mucho que se ha estudiado acerca de las drogas, es más bien poco lo que se encuentra acerca de la salud mental asociada al consumo temprano. Con todo y que el rumor está en el aire todo el tiempo. De la marihuana sí hay estudios completos.

MARIHUANA, LA MÁS ESTUDIADA

La gente del Royal College of Psichyatrists del Reino Unido sugiere que, en relación a la salud mental, cada vez hay más evidencia de que las personas con enfermedades mentales serias, incluyendo la depresión y la psicosis, tienen una mayor probabilidad de consumir cannabis o de haberlo consumido durante un largo periodo de tiempo en el pasado. El consumo habitual de la droga dobla el riesgo de desarrollar un episodio psicótico o esquizofrénico.

Siendo aún más precisos, hablan de una clara relación entre el uso precoz del cannabis y los posteriores problemas de salud mental en personas con vulnerabilidad genética. En el caso de la depresión, citan un estudio que siguió durante siete años a 1.600 niños australianos entre 14 y 15 años de edad y que concluyó que aunque los niños que usan cannabis con frecuencia tienen, de manera significativa, un mayor riesgo de sufrir depresión. La situación contraria no aplica: es decir, niños que ya sufrían de depresión no tienen mayores probabilidades de consumir cannabis que los demás. Sin embargo, aquellos adolescentes que consumían cannabis a diario tenían cinco veces más probabilidades de sufrir depresión y ansiedad más adelante.

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En el caso de la esquizofrenia y la marihuana, existen tres grandes estudios que analizaron un gran número de personas durante varios años y demostraron que aquellos que consumen cannabis tienen un riesgo más alto de lo normal de desarrollar esa enfermedad mental. Dicen que si uno empieza a fumar cannabis antes de los 15 años de edad, tiene cuatro veces más probabilidades de desarrollar una enfermedad psicótica antes de los 26.

Al final, apuntan a que investigaciones llevadas a cabo en Europa y el Reino Unido sugieren que personas con antecedentes familiares de enfermedad mental tienen más probabilidad de desarrollar esquizofrenia si fuman marihuana. Algo que ya nos había dicho también Guillermo Alonso Castaño, mágister en drogodependencia y miembro del grupo de investigación en Salud Mental de la Universidad Ces cuando hablé con él para desarrollar una guía de "Cuánto dura una droga en el cuerpo y qué le hace mientras sale por completo".

Por su parte, el artículo "Efectos del cannabis sobre la salud mental en jóvenes consumidores", publicado en la Revista Médica de la Universidad de Navarra en 2006, mencionaba que estudios anteriores a la publicación del artículo señalaban que el uso intenso y prolongado, esto es, entre 100 a 300 mg/día, durante más de seis meses, producía en los adultos deterioro mental y físico y en los adolescentes impedía la adecuada maduración de la personalidad.

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Citando a la OMS, el artículo menciona que el cannabis, en una persona de cualquier edad, incide negativamente en la salud mental porque parece ser capaz de ocasionar un síndrome de dependencia similar al de otras drogas, inducir psicosis propias, causar síndrome amotivacional y exacerbar el curso de la esquizofrenia, así como precipitar su inicio.

El artículo, además, se basa en estudios realizados en diferentes países del mundo que son social, económica y culturalmente diferentes entre sí. Los estudios son de corte longitudinal, es decir, estudios de tipo observacional que investigan al mismo grupo de gente de manera repetida a lo largo de un período que puede durar muchos años, incluso décadas.

Por ejemplo, en una cohorte sueca de más de 50.000 personas, inicialmente libres de psicosis, y con un grado variable de exposición inicial al cannabis, se halló que el riesgo de ser diagnosticado de esquizofrenia tras más de 15 años de seguimiento era más de dos veces superior en quienes inicialmente presentaban consumo de cannabis que entre los no consumidores

Por otro lado, en una muestra holandesa de 4.045 individuos, el riesgo de sufrir síntomas psicóticos a los tres años del estudio era tres veces superior en los sujetos con consumo inicial intenso. En otra muestra neozelandesa, que contó con más de 1.000 personas seguidas a lo largo de 20 años, se encontró que los participantes con dependencia al cannabis a los 21 años de edad tenían 2.3 veces más riesgo (riesgo relativo) de sufrir futuros síntomas psicóticos, y si la dependencia se instauraba a los 18 años, el riesgo relativo alcanzaba hasta el 3.7.

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En relación a la depresión y los trastornos de ansiedad, el artículo, citando un estudio que hizo seguimiento a 1.601 estudiantes de 14 y 15 años, durante siete años, encontró que fumar marihuana diariamente aumentaba el riesgo de sufrir síntomas de ansiedad y depresión, especialmente en las mujeres.

Otros médicos consultados previamente por VICE Colombia, ya nos habían hablado algo de la relación entre la marihuana y la salud mental.

El médico y toxicólogo Jairo Téllez, director del grupo de Toxicología de la Universidad Nacional, nos había dicho que los efectos nocivos de la marihuana se presentan sobre todo en los jóvenes, ––pre adolescentes y adolescentes––, pues "les daña dos centros cerebrales que son el centro de la abstracción y del cálculo, entonces para una persona que ha consumido marihuana de forma crónica, reincorporarse a un medio académico es difícil por lo que perdió. Son componentes muy importantes en el aprendizaje de cosas nuevas".

Otro tema preocupante lo manifestó el toxicólogo Ubier Gómez del Hospital San Vicente Fundación de Medellín, y es que la marihuana que se fuma por estos días tiene niveles de THC mucho más altos que los que se conseguían hace años, entonces, "como quien dice que anteriormente la gente se fumaba un cigarrillito de marihuana, y ahora fumándose ese mismo cigarrillito, en cantidad se está fumando siete, en cuanto a concentración de THC, que es el principio activo, entonces uno se explica por qué las lesiones cerebrales y comportamentales que nosotros veíamos después de 10 años de consumo, ahora lo estamos viendo en dos o tres años".

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Esas lesiones se pueden traducir, según Gómez, en problemas de atención, concentración, memoria, dificultad en el cálculo, dificultades para recordar. Por decirlo de otra manera, todo lo que implique recordar, conocer y calcular se va perdiendo, se va dificultando. "No siempre lo vemos, pero yo diría que nueve de 10 pacientes tienen estas alteraciones", dijo Gómez.

Pero él mismo aclara que todo depende. "Eso puede ser una vulnerabilidad personal en la que pueden intervenir muchos otros factores, sobre todo depende de la concentración, de la frecuencia, de la cantidad, de otros sustancias que haya en medio. Uno ve que hay una diferencia muy grande de paciente a paciente, pero como denominador común se afecta mucho la capacidad de aprendizaje, de recordar".

Aunque aseguró que le ha tocado ver crisis de ansiedad con un solo consumo, como también personas que llevan años consumiendo y nunca las han tenido. "Varía mucho, nosotros hemos tenido pacientes que han quedado esquizofrénicos con un consumo, pero la pregunta es esta: ¿lo desencadenó la sustancia o ya lo tenía y está fue la gotica que derramó el vaso? Uno no lo sabe, porque no se han hecho estudios al respecto, pero lo que sí se sabe es que hay una asociación mayor entre esquizofrénicos y consumo de marihuana. Pero no necesariamente, al dejar de consumir, desaparecen los efectos adversos", dijo Gómez.

El doctor Castaño, experto en adicciones, coincidió con los otros médicos consultados al decir que por ejemplo, la marihuana, "además de producir dependencia, también puede producir esquizofrenia en jóvenes predispuesto o con historia familiar de tener esta enfermedad, y produce en consumidores de altas dosis y con inicio muy temprano en el consumo síndrome amotivacional, problemas de memoria y concentración".

Si es la marihuana o la disposición genética no lo sabemos con certeza. El texto Cannabis y salud mental, realizado por el Grupo de Conductas Adictivas de la Universidad de Oviedo, en España, nos recuerda que "ya en 2737 a.C. apuntaba el padre de la medicina china Shen Nung, recogido en el Pen Tsao Ching (siglo I d.C.), quien asociaba el consumo habitual a los problemas de salud mental".

Ese texto, que pretende revisar los principales hallazgos científicos y conclusiones sobre la asociación entre el uso de cannabis y salud mental confirma la sospecha, "si bien no todos los consumidores de esta droga presentan problemas de salud mental, las revisiones de los últimos años apuntan a un mayor riesgo de diversos trastornos mentales entre los usuarios de cannabis. Riesgos que están asociados a la menor edad de inicio del consumo, la mayor frecuencia del mismo o a ciertas predisposiciones personales".

El texto nos da luz sobre otras cosas: "los motivos que llevan al individuo a consumir también influyen sobre las consecuencias, de forma que aquellos para los que es una estrategia de afrontamiento presentan peor salud mental, más psico-patología, y peor adaptación psicosocial".

Y que a pesar de tantas investigaciones, estudios y evidencias en torno a este tema, hay dificultades, pues los estudios sufren limitaciones. Entonces, "si bien la investigación no ha hallado una relación de causalidad entre consumo y alteraciones a largo plazo sí parece existir un riesgo para la salud mental para aquellos consumidores habituales con cierta vulnerabilidad o predisposición, en quienes el consumo incrementa significativamente los riesgos de presentar trastornos mentales, particularmente psicóticos".

El médico Rodrigo Melendez Trujillo, quien ha trabajado con la Secretaría de Salud y tiene experiencia con pacientes con abuso de consumo de sustancias psicoactivas, coincide. "Sí, en realidad hay una relación innegable entre sustancias psicoactivas y salud mental", dice Melendez, quien además dijo que "el consumo problemático es cualquier consumo en un menor de 18 años. Un menor de edad no debe consumir sustancias psicoactivas, eso para mí es un consumo problemático".

La evidencia habla por sí sola.